Irma y Maribel dos hermana que llevan seis años sin verse.
Ambas con una vida distinta. Irma es la modeló y diseñadora estrella de una empresa de modas.
Maribel es alguien que trata de sacar a flote la empresa de su madre.
El novio de Irma le rompe el corazón. En un principio ella piensa en alejarse de él pero después de viajar a París para reunirse con su madre se le ocurre una idea.
Una idea que incluye a su hermana gemela.
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Yo si saldría contigo
— Yo si saldría contigo. — Lo miré a los ojos. — ¿Cuando empezamos?
— Si lo haces por lastima. Quiero que sepas que no tienes porqué.
— No lo hago por lastima. Lo hago porqué tú me gustas. — Le dí un beso en la mejilla. — ¿Saldrías conmigo Sebastián?
El se quedó perplejo un rato.
— ¿Qué broma me estás jugando?
— Soy sería.
— ¿De verdad te gustó?
— Si. Me gustas mucho. — Sonreí avergonzada. Es la primera vez que me confieso. Para ser honesta nunca imaginé hacerlo, siempre imaginé que a mí se me declararían.
— ¿A dónde quieres ir?, ¿a comer, a cenar, a bailar, a un karaoke?. — Me contagió la emoción.
— No sé. Llévame a dónde tú quieras.
— De acuerdo. Pasó por ti a la hora del almuerzo.
— Estaré esperando. — Salimos del elevador, Sebas caminó a su oficina y luego volvió. Me miró unos segundos y me abrazó. Era un abrazo muy bonito.
— Gracias.
Yo sólo pude sonreír. Se siente raro abrazar al chico que te gusta.
Seguimos abrazados unos minutos más hasta que el se separó de mí.
— Nos vemos en el almuerzo.
— Hasta entonces.
Me fuí a mi oficina suspirando.
E amor, el amor. Espera. ¿Estoy enamorada?, no es posible. ¿Cómo me fuí a enamorar en sólo unos días?, con razón dicen que el amor llega sin avisar y cuando menos lo esperas.
...Danilo....
Irma está muy extraña. Acabó de entrar a su oficina pero ni siquiera me ha notado, ¿En qué rayos está pensando?
— Irma. — Le hable.
— Lo bueno dura poco. — Me Observó. — ¿Qué quieres?. — Bajó su mirada a unos papeles que tenía sobre el escritorio.
— ¿En qué estabas pensando?, o debería preguntar, ¿en quién?
— Lo que yo pienso o dejó de pensar no es tu problema. ¿Okay.?
¿Hasta cuándo piensa seguir con esa actitud?
— Dime algo Irma.
— ¿Qué quieres?. — Parecía desesperada, fastidiada con mi presencia.
— Quiero saber porqué cambiaste de la noche a la mañana.
— Amm. La gente cambia.
— Lo sé, pero tú cambio repentino me hace pensar muchas cosas.
— ¿Por ejemplo?
— Qué no eres la verdadera Irma.
Ella me miró sería, luego se rió.
— Si no soy Irma, ¿quién se supone que soy?. — Me miró con burla. — Creó que esté fin de semana viste muchas películas.
¿Me está tratando de idiota?, está mujer empieza a sacarme de mis casillas.
— No veo películas. No tengo tiempo para hacerlo.
— ¿Y de dónde sacas tanta idiotez.? No me respondas creo que ya lo sé.
— ¿De qué estás hablando.?
— Mejor no respondo. Así me ahorró problemas.
— Dilo.
— Dije que no. Mejor lárgate.
— ¿Quién te crees para correrme.?
— Es mi oficina. No me gusta tu presencia así que tengo todo el derecho de hacerlo.
— Tú...
— ¿Yo qué.?
Preferí salir sin decir más palabras. No quiero que me siga tratando cómo a un tonto.
...Maribel....
Parece que esté tipo no es tan idiota cómo pensé. Casi me atrapa. No le voy a prestar atención. Es mejor no hacerlo.
Horas más tarde. Tocaron la puerta.
— Adelante.
— Hola. — Sebas entró con una sonrisa.
— Hola. ¿Ya estás listo?
— Listo siempre he sido.
— Jajaja. Claro que lo eres. Eres listo y tienes buen ojo.
— Porsupuesto.
— ¿Vamos?. — Tomé su brazo.
— Vamos.
(Más tarde.)
— ¿Té gusta el lugar? — Preguntó sonriendo.
— Es precioso.
— No sé mucho sobre a dónde llevar chicas lindas pero me esforcé.
— Bien hecho. — Le acaricié sus mejillas. El se sonrojó. Es igual de tímido que yo.
— Buenos días, les dejó la carta. — El mesero vino a interrumpir. — En un momento vengó a tomar su orden.
— Gracias. — Observé la carta. Me apetecía un platillo con nueces. Pero no podía comerlo. No frente a Sebas.
— ¿Qué vas a ordenar?
— Todavía no sé.
— ¿Elijo por ti?
— ¿Me harías el honor?
— Si.
Sebas llamó al mesero, y pidió un plato que sé le gusta mucho a Irma. Me siento un poco rara, el conocé a Irma a la perfección, pero, ¿qué hay de mí?, a Maribel no la conoce. Ni siquiera sabe que éxito.
Que será?
se fue furioso y con la cola entre las patas
pobrecito
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido
No tienen mauser