Fiorella estaba feliz por casarse con el hombre de su vida, su amado Camilo. Pero no todo era como ella pensaba. La noche misma de su boda ella comprendió el gran error que había cometido. Aún así piensa que su amor puede hacer que todo cambie y se dispone a ser todo para complacerlo.
Decidida a ganarse el amor y la confianza de ese cruel hombre ha soportado todos sus desplantes y desprecios. Pero todo resulta inútil, ya que otra mujer ocupa el mayor lugar en el corazón del hombre, y es la merecedora de todo su amor, comprensión y cuidados. Ella solo será por siempre el ser despreciable que se metió en medio para separarlos y que constantemente lastima e intimida a su dulce primer amor. Él nunca la verá de otra manera y ya es tiempo de que lo entienda y se de por vencida, antes de que sea demasiado tarde para ella.
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Cenizas quedan
El sol de un nuevo día ya se encontraba en el horizonte. Algunas almas ya se encontraban despiertos, mientras que otras recién comenzaban a abrir sus ojos. Fiorella no se encontraba en ninguno de los dos casos. Ella seguía desparramada en la cama, cual oso perezoso parecía aferrarse a su almohada y no querer soltarla.
Lo cierto es que durante un año o más ella apenas si había podido pegar un ojo, su vida era caótica, tenía temor de dormir y que fueran a hacerle daño por lo que se obligaba al principio a mantenerse alerta y luego ya era una costumbre. Hoy, ella siente que se puede relajar y disfrutar de su casa, su padre y su novio.
Emmett en cambio, muy temprano por la mañana había comenzado su jornada. Él tenía un día sumamente complicado por delante. Parecía que los problemas se acumulaban, o que las personas se empecinaban a causarles inconvenientes.
Unos ojitos azules hermosos comenzaban a abrirse con cautela permitiendo que la luz del día entrara por ellos. Fiorella se despertó con una sonrisa hermosa. Su Emmett había llegado un poco tarde pero no por eso había perdido la oportunidad de llenarla de dulces besitos mientras la acomodaba en su pecho para seguir durmiendo.
Era una sensación extraña, en el hospital él había dormido a su lado, pero eran otras las circunstancias en cambio ahora… su carita nuevamente era todo un tomatito cuando recordaba como algo muy duro que sobresalía del cuerpo de su amor la rozaba mientras ella fingía dormir. Sus manitos de vez en cuando se portaban traviesas y se acercaban a ese, por ahora, lugar prohibido, aunque no se atrevía a tocarlo de manera descarada, podía, con cautela, acercar su manita.
“Fiorella eres una pervertida lujuriosa” se reprendía a sí misma, pero con ganas de tocar un poco más fuerte y contundente.
Señorita Fiorella, le traigo el desayuno le dijo Camila, una de las empleadas, al atravesar la puerta.
El señor Basil dijo que la dejáramos descansar un poco más es por esto que no vinimos antes dijo un poco apenada la joven, ya había pasado la hora acostumbrada del desayuno para los Meyer.
Tranquila Cami, recién estoy despertando se apresuró a calmar Fiorella quien se sentía apenada y con miedo a que la otra supiera sus pensamientos debido al obvio sonrojo que tenía.
Gracias señorita, ahora le acerco la mesita para que desayune tranquila. Si necesita algo no dude en pedirme, vendré cada 15 minutos a ver como se encuentra hablo apresurada intentando no olvidar nada de lo que tuviera que decir.
Fiorella asintió con la cabeza mientras se disponía a comenzar a comer. Una vez finalizado su desayuno decidió mirar su teléfono para poder distraerse con las últimas novedades y grande, muy grande fue su sorpresa.
Miles de pensamientos la invadieron y muchos sentimientos diferentes llegaron para confundirla.
Esa mañana City Moon había despertado con dos grandes noticias. Por un lado, se anunciaba el compromiso entre Camilo Lanster, presidente de Lanster cop. Una gran industria de Ciudad A y Crista Marx una modelo famosa. Esa noticia no la sorprendió en demasía, ella sabía que eso pasaría más temprano que tarde. En realidad se sentía aliviada porque al leer el único sentimiento que la llenó fue la ira y el deseo de venganza.
La otra noticia en cambio, si había creado una gran zozobra en su corazón. Esta era la más importante y la que ocupaba el primer lugar en tendencias. Los titulares expresaban lo siguiente:
“AYER POR LA NOCHE PUDIMOS APRECIAR EL REENCUENTRO MÁS ESPERADO. SOFÍA SPENSER, NUESTRA AMADA ESTRELLA Y EMMETT MEYER EL SOLTERO MÁS CODICIADO. BIEN DICEN QUE DONDE HUBO FUEGO CENIZAS QUEDAN ¿HABRÁ BODA EN PUERTA? TODOS DESEAMOS QUE ASÍ SEA”.
Fiorella leía y releía las noticias, trataba de comprender, se negaba a creer que su Emmett le podía estar mintiendo ¿Y si solo estaba actuando por lástima? ¿Si no la amaba en realidad y lo que dijo era porque no quería que ella siguiera sufriendo? ¿Se estará sacrificando para hacerla feliz?
No había mucha lógica en su línea de pensamiento, pero cuando alguien está herido y ha sido traicionado tantas veces todo parece real y posible por más inverosímil que fuera.
Unas lagrimitas traidoras corrían por sus mejillas mientras que ella recordaba esa terrible conversación que mantuvo con Sofía hace ya más de dos años.
Fiorella, no creas que no me he dado cuenta de la manera en la que miras a tu hermano dijo de un momento al otro llena de altanería cuando Emmett las había dejado solas por un minuto.
No sé a qué te refieres contesto sin interés.
Estas botando baba por él, lo entiendo es muy destacable, el hombre más destacable a decir verdad dijo con saña.
Pero es mío, él jamás te miraría como otra cosa que no sea como su hermana aunque no lo seas esas palabras dejaron a Fiorella con la boca abierta, eso era algo que en realidad nadie sabía. Si Emmett se lo había contado era porque verdaderamente Sofía le importaba.
¿Él te lo dijo? Que no es hijo de mi papá pregunto con miedo a la respuesta.
Por supuesto, él me ama, pronto nos casaremos y confía en mí se reía de la expresión de la adolorida joven.
Quiero que entiendas que en realidad no eres nada para él, solo una niña pesada que lo sigue a todos lados seguía dañando con intención ese joven corazoncito que se estaba rompiendo en miles de pedacitos.
Cuando nos casemos espera no tener que ver tu molesta precensia todo el tiempo cerró por fin y guardó silencio ya que el hombre se acercaba.
Fiorella serraba con fuerza sus ojos rechazando las imágenes que habían acudido a su mente. Los fantasmas del pasado estaban atormentándola nuevamente. Toda la seguridad adquirida en los últimos días se había ido volando por la ventana en tan solo unos minutos.
Se prometió a sí misma no permitir que nadie volviera a lastimarla de esa manera. No alcanzaba a entender por qué su Emmett la estaba engañando de esa manera, pero era seguro, en su mente, que él mentía y no la amaba, que en realidad amaba a Sofía.
Señorita Fiorella, vengo a retirar la bandeja del desayuno, ¿necesita que la ayude en algo? preguntó la empleada ingresando en la habitación.
Sí por favor, ayúdame a cambiarme de habitación, quiero ir a la mía contestó con suma tristeza, pero también con determinación.
Pero, el señor Emmett… quiso protestar la chica.
Emmett no toma las decisiones en mi vida, yo quiero irme de este lugar estaba furiosa en este momento, ella no quería que nadie la condicionara de ninguna manera.
Está bien, llevare sus cosas y en un momento la ayudo a caminar hasta allá dijo resignada la joven que sabía que habría un gran problema con su jefe en cuanto llegara.
Esa mañana Emmett había salido furioso de su casa, tenía que resolver varios contratiempos con unos contratos y las sorpresas de la noche anterior lo habían puesto de un pésimo humor.
Basil, salió de viaje de manera sorpresiva, nadie sabía muy bien adonde o por qué, solo se fue al terminar la cena de negocios de la noche anterior por lo que todo recayó sobre los hombros de Emmett. Ninguno de los dos hombres se esperaba la tormenta que se avecinaba, mucho menos el joven quien intentaba controlar a su demonio interno que estaba cada vez más lujurioso.
Sentado en su lujoso sillón ejecutivo Emmett revisaba los contratos problemáticos. O eso intentaba, ya que su mente divagaba de a momentos. Pensaba en esa suave piel que había acariciado con tanto amor. En ese rostro enrojecido por el deseo e invadido por la lujuria. Sus cabellos mojados pegados de manera deliciosa a su dulce cara. Todo en ella era una terrible tentación. Quizá lo conveniente no era que la ayudara a bañarse, por lo menos hasta que esté recuperada y pueda hacer lo que tanto desea.
Los recuerdos de ese baño llegan una y otra vez a su cabeza, las imágenes se arremolinan en su mente y hacen que su hombría se encuentre dilatada en toda su extensión.
¡Maldita sea! se dijo a sí mismo _ otra vez deberé resolver este problema de manera manual.
Se levantó para dirigirse a su baño, allí debería proveerse la ayuda indicada para calmar toda su gran ansiedad por poseer de manera completa a su delicado colibrí.
Mientras el movimiento de su mano comenzaba el cerraba sus ojos recordando la pecaminosa experiencia en el baño.
Había ayudado a su hermosa a desvestirse, aunque no de manera completa. La bañera estaba llena y tenía espuma, pensaba introducirla en ella y que la misma cubriera su desnudez. Debía tener cuidado de no mojar su yeso, por lo que todo estaba posicionado de una manera conveniente, aunque la pierna enyesada estuviera cubierta con un forro que impedía que se mojara durante el baño.
La llevó hasta el lugar y la ayudo a ingresar, una vez dentro ella quito su ropa interior, el sostén fue pan comido, en cambio la parte de abajo era otro tema. Le gustara o no a Fiorella él debía ayudar.
Colibrí, creo que es necesario que te ayude a quitar tu tanga, te prometo no tocar nada indebido dijo él con la clara señal de que no pensaba cumplir esa promesa.
¡No te pongas pervertido Emmett! rugió mimosa con la clara señal de que no quería que él cumpliera esa promesa.
Emmett metió sus manos debajo del agua y buscó esa hermosa prenda para comenzar a quitarla, mientras acariciaba delicadamente su piel. Sus pantalones comenzaban a molestar por lo que tuvo que cambiar un poco su posición, ya que no pensaba dejar de hacer lo que hacía.
Sus dedos, con sumo cuidado, acariciaban las zonas prohibidas, aunque no llegaba a entrar a ese lugar que tanto deseaban ambos. Fiorella lo miraba deseosa, con los ojos fijos en los de él entreabriendo sensualmente su boca mientras dejaba escapar un sordo gemido.
Los deos traviesos se acercaban cada vez más a su lugar secreto, él buscaba cada expresión de ella intentando ver el momento exacto en que ella diga no para detener sus avances. Cosa que nunca pasó.
Tranquilo, sin apuros ni presiones Emmett comenzó a acariciar el centro del placer de su pequeña, acción que provocó un claro aumento de los gemidos lo que solo podía significar una cosa, ella disfrutaba de su acción. De ese centro pasó a ir incorporándose de a poco en su interior, sus movimientos seguían siendo suaves, pero eran un poco más rápidos y profundos. Atendía toda la zona a la vez, estando sumamente concentrado en cada reacción de ella.
Este momento entre los dos era sublime, único. Comenzaban a conocerse, a disfrutarse y a amarse de otra manera, desde otro lugar.
Cuando Fiorella dejó salir el último sonido de placer en los recuerdos de Emmett, este dejaba escapar todo el fruto de su inevitable autosatisfacción. Aunque fueron dos momentos distintos, con muchas horas de diferencia parecía que estaban sincronizados. Había sido una experiencia asombrosa y solo fue un poco de cariño manual, no quería imaginar lo que sería cuando la tuviera desnuda debajo de él y gritando su nombre de placer.
Sacudió su cabeza, lo mejor era no pensar más en eso por ahora, ya que si no no saldría más de ese baño.
Una vez que se higienizo salió del baño para retomar sus actividades. En ese momento ingresó preocupado Cristian, su asistente personal.
Jefe Meyer, creo que debe ver esto de inmediato dijo bastante ansioso y preocupado. Sabía que esa información traería bastantes problemas.
Muestra dijo Emmett ya molesto de antemano.
Su cara sombría se volvió escalofriante. Sus facciones, que antes estaban relajadas, se contrajeron de inmediato.
¿Qué significa esto? ¿Quién se atreve a escribir algo así? su reacción era terriblemente más violenta de lo que esperaba Cristian, sabía que si eso llegaba a los oídos de la señorita Fiorella las cosas se podrían complicar. No alcanzó a terminar de pensarlo cuando su teléfono timbró.
Diga dijo Cristian esperando la respuesta del otro lado.
Estaba inmutable y en silencio mientras que recibía información delicada de la Villa. Esto haría que muy pronto corriera más sangre de la que sabía que iba a correr.
Jefe, me llamó una de las mucamas de su Villa, la señorita está molesta, nadie sabe por qué, pero ha pedido ser cambiada de habitación la seriedad con la que hablaba era la correcta, esto era grave.
Emmett se levantó de un salto, tomo su saco y salió a paso ligero de la oficina. Todos los contratos podían irse al diablo, su colibrí era lo más importante. Tenía que aclarar todo con ella y agregar el nombre de esa mujer insidiosa y viciosa a la lista negra de Emmett Meyer. Nadie le haría a él una cosa así y saldría bien librado, ya todos en la ciudad recordarían que con él nadie se mete, ya que parece que lo han olvidado.