Una noche entre los brazos de Nicolás Thompson, cambiará por completo la vida de Anna Brown.
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Mentirosas y desobedientes.
¿Quién se cree este hombre para pensar que puede tomar esa decisión solo? Está mal de la cabeza si piensa que me va a someter, acabo de liberarme del yugo de mis padres para ahora aceptar que él sea mi carcelero. Ni pensarlo. Tomo mi cartera y de ella saco mi celular, busco en la página del hotel en el que inicialmente había planeado quedarme, necesito un lugar para pasar la noche, sé que podría hacerlo en la casa de Ivanov, pero no me gustaría ser la fuente de conflicto entre ellos, y por ningún motivo voy a dormir junto a Nicolás, definitivamente esa no es opción.
Estoy totalmente frustrada he intentado durante cuarenta minutos y no he encontrado un sitio en el cual pasar la noche, parece que el mundo conspira en mi contra. Supuse que este par de días entre el trabajo y la distancia podría dejar mis problemas atrás, pero no, ahora resulta que mi principal problema decide tomar un avión y seguirme hasta Rusia, ¿no es esto tener mala suerte? Suspiro agobiada y con mis manos revuelvo mi cabello.
Decido llamar a Ivanov, y pedirle el favor de que me envíe mis pertenencias, afortunadamente todo está empacado, marco su número y al tercer timbre contesta.
— Hola ¿ya estas en casa? — Pregunta Ivanov, una vez contesta.
— Hola, no podré ir, de hecho quería pedirte el favor de que me envíes las cosas que dejé en la habitación, claro está, si es posible.
— Por supuesto, solo dime donde deseas que las haga llegar.
— The Ritz-Carlton.
— De acuerdo, sabes que las puertas de mi casa están abiertas para ti, aunque entiendo que Thompson, no te permita quedarte bajo mi techo, si fueses mi esposa yo también te cuidaría hasta de mi sombra.
— Lamento la situación tan incómoda que tuviste que soportar, si decides no elegir nuestra empresa a causa de esto lo sabré entender.
— Eso no va a influenciar para nada a la hora de tomar una decisión, confío en tu responsabilidad y buen criterio. Lo que no entiendo es cómo una mujer tan bella e inteligente, termina involucrada con alguien como Thompson.
— Es una historia un poco complicada.
— ¿Algún día me la contarás?
— Tal vez lo haga.
— Esperaré con ansias volver a verte.
— Gracias por todo, eres un buen hombre.
— No te fíes de las apariencias, adiós, Anna Brown.
— Adiós.
Dejo el teléfono sobre la mesa y me tumbo sobre el sofá, cierro los ojos, solo un par de segundos y siento que llaman a la puerta. Me levanto y con muy pocas ganas me dirijo hasta llegar a ella, la abro y me encuentro con una empleada del hotel que trae varios platos. — Frunzo un poco el ceño, ya que no he realizado ningún pedido.
— Buenas tardes, Su esposo el señor Thompson, le envía el almuerzo.
— Gracias, adelante. — Me dirijo a la mujer de manera amable, ella asiente e ingresa a la habitación, deja todo y posteriormente se dirige hacia la puerta.
— Con permiso — Dice y sin más se retira.
Me vuelvo asentar en el sofá un momento para quitar mis zapatos, me deshago del blazer, al hacerlo siento el frío sobre mi cuerpo, fuera empieza a lloviznar y la temperatura desciende a unos 9 °C, busco el sistema de calefacción para activarlo, una vez lo hago, rápidamente entro en calor. Me dirijo a la mesa en que anteriormente la mujer dejó el almuerzo y considero que ni en una semana podría comer tanto, en que piensa Nicolás, al enviar tanta comida, suspiro y tomo una sopa caliente, pruebo dos platos más y decido que es suficiente. Suspiro, luego voy a la cama, mis ojos se cierran y justo cuando estoy entre esa delgada línea de la realidad y la inconsciencia, se abre la puerta e ingresa Nicolás, sacándome de mi ensoñación. Se acerca a la mesa y luego me mira.
— ¿Por qué no has almorzado? — Dice con el ceño fruncido, en su voz hay algo de reproche.
— Sí lo hice, es solo que enviaste comida para un batallón.
— Estás embarazada y debes alimentarte de manera adecuada, no lo olvides.
¿Necesitas que envíe a comprar algo de ropa? — Pregunta con el semblante más relajado.
— Le pedí el favor a Ivanov, de que haga llegar mis pertenencias.
— Entiendo, voy a darme un baño. — Su tono volvió a ser frío, realmente tiene problemas de personalidad.
Han transcurrido alrededor de veinte minutos cuando vuelve a salir. sólo tiene una pequeña toalla que cubre su parte baja, mostrando su fuerte y marcado abdomen, pequeñas gotas de agua adornan su cuerpo, su barba incipiente, y su cabello mojado son un gran espectáculo a la vista de cualquiera y yo no soy la excepción.
— Con la boca cerrada ves igual. — Comenta mientras levanta una ceja y se dirige a su maleta.
— ¿Ah? ¿Qué decías? — Pregunto mientras sacudo mi cabeza. — Nicolás, olvida lo que estaba a punto de hacer, y se vuelve hacía mí, camina en mi dirección y una vez enfrente se inclina, apoya sus brazos en la cama a lado y lado de mi cuerpo, se acerca peligrosamente y dice:
— No me gustan las mujeres mentirosas y desobedientes. Cierra la boca que no va a pasar nada.
— Eres un Imbécil, el último hombre con el que me metería en este punto de mi vida serias tú, tengo mejores aspiraciones. — Su mirada y la mía inician una lucha que ninguno de los dos está dispuesto a perder, luego de un largo rato, mis ojos arden, pero no voy a desistir. Afortunadamente llaman al teléfono del hotel. Nicolás, toma la llamada y dice que lo dejen subir, cuelga y luego me habla.
— Al parecer tu querido Ivanov, ha enviado tus cosas. — Nuevamente se dirige a la maleta y está vez si saca la ropa que va a usar.
...***...
Las horas han transcurrido, quería salir a cenar, pero Nicolás, se opuso alegando que el clima no es favorable para que una mujer embarazada pueda salir, por Dios, ya quiere controlar hasta si debo o no salir. Es por ello que cenamos juntos en la habitación.
— Nicolás.
— Dime.
— Quiero el divorcio.