El Beso De La Bestia

Arthur se encontraba en el jardín y mantenía  vista del balcón de Titania. Desde que regresaron él no se había mostrado, sabía que las cosas se habían arruinado por lo sucedido en el campamento nómada, simplemente se dejo llevar por el impulso sin medir las consecuencias, pero sabía que la princesa ya era suya, anoche él la había tomado y a pesar de lo sucedido esa mañana, confiaba en que nuevamente caería en sus manos.

Su mirada la encontró de inmediato y la devoró de inmediato, ella caminaba hacia el invernadero. Él sonrió, con cinismo, pero ella ni siquiera lo volteo a ver, Arthur se sintió frustrado al ser ignorado sabía que ella lo había visto y simplemente decidió ignorarlo, ella estaba empezando a jugar de manera peligrosa y él lo aceptaría fácilmente.

Sin pensarlo más, se lanzó hacia el invernadero, con la intención de acorralarla ahí, era el lugar perfecto para repetir el sexo intenso como la noche anterior. Sus pensamientos estaban claros, necesitaba follarla, ahora.

Titania estaba recolectando las hierbas, que necesitaba para preparar los medicamentos de Áine, le agradaba que en aquel invernadero estuvieran las hierbas necesarias para ello y no tenía que batallar en encontrarlas.

Sabía que haber convencido a Áine de que Xander viajara hasta ahí era un error, pues con su solo presencia volvería a ser encerrada bajo la vigilancia de ese obsesivo caballero, pero no había opción si quería alejarse de ese sexy alfa, Arthur era más un perro asqueroso, y aun así, su cuerpo seguía traicionándola, deseando a ese hombre con fuerza. Deseaba tanto que él volviera a tocarla como la misma intensidad de la noche anterior.

Su cuerpo se tensó al sentir su intensa presencia justo detrás de ella. Debía controlarse. Aunque lo deseara tanto no podía flaquear, no podía simplemente dejarse llevar por el deseo.

—¿Me está ignorando, princesa? — Rompió el silencio incómodo con su ronca voz

Titania exhaló un suspiro apenas antes de girarse para encontrarse con aquel posesivo alfa que no dejaba de mirarla con aquellos oscuros ojos.

—No —respondió fríamente, con ese rostro inexpresivo, sin ninguna pizca de emoción.

Arthur seguía sonriendo con cinismo, pero en el fondo la mirada inexpresiva de la princesa lo seguía frustrando.

Dio un paso hacia ella para acortar la distancia que los separaba y esperando intimidarla, pero no funciono Titania ni siquiera retrocedió, se mantenía firme en su lugar con su rostro inexpresivo.

—¿No se cansa de fingir? —Preguntó Arthur, quería romperla, que ella mostrara sus emociones y para eso tenía que jugar.

—¿Fingir? —susurró ella sin entender a su pregunta.

Arthur sonrió de nuevo de manera posesiva, se inclino un poco hacía a ella, acercando sus rostros.

—Anoche gemías mientras te follaba muy salvaje, lo disfrutaste —dijo con descaró.

—Así fue —dijo ella. No lo negaría él tenía razón — Pero, ahora lo que siento es simplemente asco, de haberle entregado mi virginidad a un perro asqueroso.

Se apartó de él con un movimiento brusco y lo miró con una frialdad.

—Este "perro asqueroso" la hará gemir de nuevo y justo ahora —siseó Arthur, acercándose de nuevo a ella.

Arthur la acorraló contra la estructura de metal y cristal del invernadero, con su mano sujeto su barbilla para que ella fijara su mirada en él.

—Puedo oler su excitación, princesa, está jodidamente mojada y desesperada por que la vuelva a follar —siseó con orgullo y en voz baja

Titania trataba de mantener la frialdad de su rostro, pero el tenía razón, su cuerpo estaba traicionándola y se odiaba por eso. No podía permitir dejarse vencer por el placer que ese hombre provocaba, tenía que salir de ese lugar de inmediato.

Trató de apartarlo, sin tener éxito, la sujeto con mas fuerza y brusquedad aplastándola contra el cristal, su mano grande y caliente bajo a su muslo, se atrevió a ir más allá, atravesando la tela del vestido y ahora dirigirse a ese lugar que ya estaba húmedo, su mano busco su centro, haciendo a un lado la fina tela de encaje que lo cubría, quería demostrarle ese placer salvaje que solo él era capaz de darle.

—Mírese, Princesa —gruñó Arthur, con su voz ronca y áspera, sintiendo la humedad en ella —. Está tan caliente y hambrienta de que la follen - Agrego en un bajo susurro.

Titania no podía responder con palabras, su cuerpo lo hacía, pero no de la manera que ella hubiera querido, sentía como su humedad crecía con cada caricia que Arthur le proporcionaba, empapando totalmente los dedos de él, su respiración se quebró y soltó un gemido, sus rodillas flaquearon, pero no cayó al suelo por qué el la seguía sujetando contra el cristal.

El asco se mezclo con una oleada de placer caliente y excitante, que inundaba todo su cuerpo.

—¿Lo ve? Este perro asqueroso la hace sentir mujer —dijo cínicamente y llevó sus dedos a su boca, saboreando los jugos de ella con descaro.

Arthur se separo de ella, orgulloso de lo que había ocasionado en la princesa, se aparto de ella para admirar más su obra de arte, ella apenas se podía mantener de pie y todo por aquel placer que acaba de experimenta.

Titania no podía decir más, su mente estaba hecha un caso, se sentía humillada, llena de odio hacia sí misma por dejarse doblegar de esa manera ante ese Alfa.

—Será mía hasta que me canse de usted, princesa —dijo con un orgullo descarado.

Se dio la vuelta, sin mirar atrás, saliendo del invernadero con la confianza de quien acaba de ganar ese peligroso juego, había sido él.

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En le reino de las hadas, Xander finalmente había obtenido la aprobación de Áine para ir al país del Sur, y estaba preparándose para su viaje.

La noticia lo había calmado totalmente;  se movilizó de inmediato para  dar claras instrucciones a Nathan y Gin para que se encargaran del reino. Ellos sabían que al no estar ni Áine y ahora Xander, ellos debían encargarse del reino y de su protección totalmente.

Partiría esa misma noche, sin importarle el peligro que representaba pasar por el bosque repleto de bestias, aunque no tenía miedo, pues él solo podía encargarse de un ejercito.

—Mantennos informados sobre todo —dijo Gin, mientras lo acompañaba a subir al auto.

—Sí, también convence a Áine de regresar pronto —agregó ahora Nathan sabiendo que lo mejor era que su reina estuviera en su reino. .

Xander asintió, esa idea ya estaba  plantada en su mente, sabía que su Reina estuviera fuera del reino de las hadas la exponía a un peligro total.

—Así lo haré, protejan el reino —ordenó a lo último y después subió al carro. Él mismo se encargaría de manejar. No necesitaba de un chofer; necesitaba llegar lo más rápido posible al país del sur y así poder verla de nuevo, estar cerca de ella era su prioridad.

Xander no se imaginaba que ocasionaría con su llegada al país de sur. Simplemente él se dirigía a ese lugar para proteger a su reina y para controlar a Titania, asegurarse de que ella continuara obedeciendo como debía de ser.

La confrontación era inevitable: orgullo contra soberbia.

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Arthur caminaba solo por los jardines exteriores del ala que habitaban las hadas, recordando aquel momento en el invernadero, aun se sentía excitado, por lo que paso, la manera en que la princesa reacciono a pesar de su negación. Se detuvo y pateo una piedra pequeña.

¿Por qué la quería doblegar tanto? No se trataba solo de sexo. Se trataba de ella, sentía la  necesidad de destruirla y, al mismo tiempo, poseerla, humillarla ante él, tenerla bajo su dominio.

La princesa había despertado en él un deseo salvaje y controlador, quería seguir probándola y destruir ese rostro frío que tenía y ciertamente era que ese juego le resultaba profundamente seductor.

—Carajo —soltó con molestia sin entender porqué se sentía así.

Recordó el rostro de ella en el invernadero, la manera en que la dejó sola, temblando sobre el cristal. Ella se veía diferente. no había ningún rasgo de frialdad.

Titania, se veía rota.

El sintió un vuelco en su estomago, pero no era todo, él quería más, quería destruirla y sin saber por qué, simplemente así lo deseaba y lo conseguiría.