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El Oráculo De La Bruja: El Despertar Del Nexus

El Oráculo De La Bruja: El Despertar Del Nexus

Status: En proceso
Genre:Magia / Superpoder / Demonios / Brujas / Fantasía épica / Superhombre
Popularitas:13.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Kevin J. Rivera S.

En un mundo donde las brujas fueron las guardianas de la magia, la codicia humana y la ambición demoníaca quebraron el equilibrio ancestral. Veydrath yace bajo ruinas disfrazadas de imperios, y el legado de la Suprema Aetherion se desvanece con el paso de los siglos. De ese silencio surge Synera, el Oráculo, una creación condenada a vagar entre la obediencia y el vacío, arrastrando en su interior un eco de la voluntad de su creadora. Sin alma y sin destino propio, despierta en un mundo que ya no la recuerda, atada a una promesa imposible: encontrar al Caos. Ese Caos tiene un nombre: Kenja, un joven envuelto en misterio, inocente e impredecible, llamado a ser salvación o condena. Juntos deberán enfrentar demonios, imperios corrompidos y verdades olvidadas, mientras descubren que el poder más temible no es la magia ni la guerra, sino lo que late en sus propios corazones.

NovelToon tiene autorización de Kevin J. Rivera S. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO XII: El Legado de la Suprema

— Synera—

Los días posteriores al enfrentamiento con Kenja dieron inicio a una rutina implacable. Aquí, en la cima del mundo, donde el aire se mezcla con nubes y escarcha, el tiempo parece flotar… pero no se detiene. Las estaciones cambian, el sol se oculta más tarde cada día, y aun así, todo sigue su curso. Ya han pasado tres años desde aquel primer encuentro. Tres años que se sienten como un parpadeo… o como toda una eternidad comprimida en un instante.

Kenja sigue siendo un enigma. No encaja en ninguna categoría que conozca; no pertenece a especie ni linaje alguno que pueda comprender. Es humano, sí… pero hay algo en su esencia que desafía esa definición. Su cuerpo parece esculpido para desafiar lo imposible, como si cada fibra hubiera sido forjada para resistir la propia naturaleza. Y, al igual que yo, el tiempo lo roza… pero no lo consume con la misma ferocidad. A pesar de los años que han pasado, sigue luciendo como aquel joven de trece años, inmutable, como si la vida misma se hubiera detenido frente a él.

Cuando llegué, era un niño delgado, con la mirada torpe y un corazón demasiado grande para su cuerpo. Hoy... es distinto. Su silueta es la de un guerrero; su alma, la de alguien que ha visto y sentido más de lo que admitiría. Pero sigue habiendo en él una niñez atrapada. Una que no se ha ido del todo.

Desde su despertar del Caos, cada día se convirtió en un desafío implacable. Escalamos cumbres azotadas por tormentas de maná salvaje, donde el viento parecía querer arrancarnos la piel. Corrimos sobre lagos congelados al amanecer, sintiendo el crujido del hielo bajo nuestros pies como un tambor de guerra. Meditamos en cavernas donde el silencio era un depredador, capaz de devorarte el alma si tu concentración flaqueaba.

Kenja no solo resistió… evolucionó. Cada golpe, cada caída, cada instante de fatiga moldeó su cuerpo y templó su mente como acero puro. Y entonces, en una noche bañada por la aurora del Velo Fracturado, algo cambió. Su maná, hasta entonces latente, estalló. No era simplemente poder: era su esencia, despierta, viva, un rugido invisible que resonaba en cada rincón de la montaña.

No era inerte. Solo dormía. Y cuando surgió, fue como una explosión de hielo oscuro. Una escarcha negra cubrió todo.

No era frío común: era algo vivo.

 Elegante.

Preciso.

Era caos.

 Pero no el caos desbordado y rabioso del mito... era un caos contenido, inteligente, casi majestuoso. Y le pertenecía.

Desde entonces, su entrenamiento cambió. Nos enfocamos en esa magia.

En comprenderla.

En no temerla.

No fue fácil. El hielo obedecía a sus emociones, y Kenja… era un volcán disfrazado de nieve. Cada avance era seguido por un retroceso. Cada intento de control dejaba cicatrices en su cuerpo y en su espíritu.

Pero, paso a paso, lentamente, comenzó a dominarlo. Como si el caos mismo reconociera su derecho a existir.

Y yo no podía evitar preguntarme…

—¿Qué eres, Kenja?

¿Un experimento de Aetherion?

¿Un accidente condenado a la perfección?

¿O acaso… un heredero del caos destinado a romper el mundo?

Su mirada guarda algo que no cuadra con su edad. Algo antiguo.  Algo triste.  Como si recordara cosas que jamás vivió.

Los años pasaron como ríos corriendo bajo hielo. Dos en total. Dos años de montañas, aldeas remotas y misiones que desafiaban la resistencia. De dolor que quemaba la piel, de risas que se escapaban como viento entre los árboles, de descubrimientos que dejaban huellas en el alma.

Le enseñé todo lo que sabía: magia ancestral que vibraba en los huesos, estrategias que doblaban la realidad a la voluntad, filosofía que moldeaba la mente, y hasta cocina… aunque, siendo honesta, quemaba el pan nueve de cada diez veces.

Lo eduqué como si fuera uno de los nuestros… aunque sabía, desde el fondo, que jamás lo sería. Era distinto. Su cuerpo creció, sus músculos se endurecieron; ya no era frágil como un suspiro. Y, poco a poco, la chispa de su poder latía con fuerza propia, como un secreto que esperaba despertar.

Viajamos cerca de la montaña. Ayudamos donde fue necesario. Aprendió del mundo real, de sus matices, del gris que habita entre el blanco y el negro. Una vez salvamos a unos aldeanos de una bestia. Corrió sin pensarlo… y casi muere. Esa noche, frente al fuego, me dijo: “No quiero ser fuerte para destruir. Quiero ser fuerte para proteger”.

Ese fue su primer paso hacia algo más grande que él.

Completamos misiones, sellamos grietas, vencimos corrupciones.

Enseñamos a bandidos a leer.

Kenja construyó marionetas de hielo para los niños.

Una vez me regaló una flor que florece cada veinte años. Dijo: “Porque me recuerda a ti: hermosa, rara, difícil”.

Casi lo calcino por cursi… casi.

Discutimos todo el tiempo. Es fastidioso, terco hasta los límites de lo soportable, arrogante… y aún así escucha. Aprende. Y aunque nunca lo diga en voz alta, confía en mí.

Y yo… yo también confío en él.

Lo he visto crecer, superar sus miedos, descubrir su fuerza… y, de alguna manera, creo que le he tomado cariño.

Verlo reír, compartir momentos sencillos con él, me hace sentir algo que no experimentaba desde hacía mucho tiempo: un atisbo de hogar. No en una casa, ni en un lugar preciso.

Lo encontré en él. En Frayi. En este rincón improbable del mundo donde, sin buscarlo, empezamos a pertenecer.

Ah, Frayi… ese zorro bebedor, escandaloso y deliciosamente insoportable. No tienes idea de cuántas veces estuve a punto de prenderle fuego al pelaje con mis cigarrillos por vaciar mis botellas.

Y aun así… lo acepté. Forma parte de esto. De mí. De nosotros. Como un lazo imposible de romper, aunque quisiera.

Y entonces, un día… lo supe. Supe que Kenja estaba listo.

Lo vi en sus ojos: un fuego contenido, un brillo que antes no estaba. Lo sentí en su maná, vibrando con fuerza propia, temblando en la punta de sus dedos. Lo percibí en su respiración, lenta y firme, como si cada inhalación lo llenara de un poder que estaba a punto de despertar. Estaba listo.

Ese día… el viento cambió. Susurró diferente. Trajo consigo un peso que hacía que la piel se erizara, como si la misma realidad contuviera la respiración. Cada hoja, cada partícula de polvo, parecía inclinarse ante lo que estaba por suceder. Y Frayi, ese zorro escandaloso y testarudo, me llamó con la mirada. En silencio. Con un brillo en sus ojos que decía más de lo que mil palabras podrían expresar.

El momento estaba cerca. Todo iba a cambiar.

—Señorita Synera… necesito hablar contigo. A solas —dijo Frayi, su voz cargada de una seriedad que no dejaba lugar a bromas.

Lo miré fijamente. Algo en su tono me erizó la piel.

—Si es otra de tus idioteces… —advertí, cruzándome de brazos—, te convierto en alfombra.

Frayi no se inmutó. Sus orejas se movieron ligeramente, y por un instante, sus ojos brillaron con algo más que travesura: decisión.

Salí a caminar con Frayi, bajo un cielo nocturno sembrado de estrellas que titilaban como susurros antiguos. Las auroras danzaban sobre nosotros, pintando el firmamento con cortinas de luz verde y violeta que se movían al ritmo de un viento invisible.

Nos detuvimos en el campo de flores, el mismo lugar donde Kenja me había enfrentado por primera vez. El aroma del pasado flotaba en el aire, mezclándose con la magia residual de aquel día.

Frayi se quedó quieto, sus ojos brillando con una intensidad que no había mostrado antes. Y entonces, por primera vez… habló con la voz grave y solemne de un guardián:

—Es hora de que sepas la verdad… sobre la voluntad de Lady Aetherion —reveló, cada palabra vibrando en el aire como un eco que podía mover el alma.

Me congelé, incapaz de apartar la mirada de Frayi mientras sus palabras caían como piedras en el silencio de la noche.

—Ella me dio una misión —comenzó, su voz grave, cargada de un peso que nunca había mostrado—. Proteger a Kenja, educarlo, esperar… hasta que estuviera listo. Hasta hoy. Porque hay algo más… algo que trasciende todo lo que conoces.

—Habla ya, antes de que mi tacón decida hacerte un nuevo diseño en el pelaje —dije, tratando de ocultar el temblor que sentía en la voz.

Frayi bajó la mirada un instante, y cuando la levantó, sus ojos brillaban con la solemnidad de un guardián.

—Hay una mazmorra… debajo de esta montaña. Solo Kenja puede entrar. Si lo logra, obtendrá un regalo que cambiará su destino… si no, morirá.

El silencio se asentó como una losa fría sobre el campo de flores. Las auroras parecían contener la respiración, los pétalos suspendidos en un instante que olía a eternidad.

—Un regalo… o una sentencia —murmuré, mi voz casi perdida entre el viento nocturno.

Frayi asintió, serio y respetuoso como nunca antes lo había visto.

—Es la prueba final. El legado de Lady Aetherion. —Su voz tembló apenas, como si pronunciarlo rompiera un juramento antiguo—. "Si supera la mazmorra, el mundo tendrá esperanza. Si falla… nunca debió cargar con ella".

Miré al cielo estrellado, las luces danzantes de las auroras reflejadas en mis ojos.

—Aetherion… siempre jugaste a largo plazo —dije, esbozando una sonrisa amarga, como si pudiera verla en aquel instante—. Entonces… él lo hará.

Frayi suspiró, y por un segundo, parecía un zorro viejo cargando siglos de secretos.

—Gracias, señorita Synera… y perdón por ocultarlo. Debía esperar el momento adecuado.

Lo miré, con una mezcla de exasperación y ternura imposible de negar.

—Eres un idiota… pero un idiota leal.

—¡Lo tomaré como un cumplido! —respondió con entusiasmo inesperado—. ¿Puedo ir por un vino?

—Frayi… —lo reprendí con la voz baja, aunque sin fuerza.

—¡Ya entendí, ya entendí! Sin vino —dijo, fingiendo decepción mientras un destello de humor se colaba en su mirada.

El misterio seguía flotando entre nosotros, pesado y electrizante, mientras las auroras seguían bailando, como si presintieran que todo estaba a punto de cambiar.

Kenja estaba por enfrentar su destino.

Y esta vez... el mundo nos miraría de vuelta.

A la mañana siguiente, el cielo amaneció encapotado, como si compartiera el peso de lo que debía ser dicho. Encontré a Kenja en el jardín, practicando sus movimientos con hielo. Su respiración era firme, y sus ojos… distintos. Ya no era el niño de hace años. Era un guerrero. Era un elegido.

—Kenja —dije con voz serena, cargada de peso y calma al mismo tiempo.

Él se giró, serio, expectante.

—¿Qué ocurre? —preguntó, midiendo cada palabra.

Lo miré por un instante. No como su mentora, no como la sombra que lo había guiado durante años… sino como Synera, la que alguna vez creyó que carecía de alma.

—Es momento de que sepas la verdad —mi voz tembló apenas, pero lo suficiente para que lo sintiera—. Hay una mazmorra… debajo de esta montaña. Sellada por voluntad de Aetherion. Solo tú puedes entrar.

—¿Una mazmorra…? —frunció el ceño, y la tensión en sus hombros me dijo más que cualquier palabra—. ¿Por qué yo?

—Porque esta misión… fue creada para ti. Antes de que nacieras, antes de que despertaras. Ni siquiera yo sabía de su existencia. Aetherion lo planeó todo. Esta prueba… es solo tuya.

Kenja bajó la mirada, y el hielo que danzaba entre sus manos se deshizo lentamente, como si presintiera la gravedad de lo que decía.

—¿Y si fracaso? —susurró, con la voz casi rota.

Me acerqué, dejando que mi mano descansara sobre su hombro.

—Entonces… no era tu destino. Pero si estás aquí, si has llegado tan lejos… es porque sí lo es —lo miré con la firmeza de quien ha visto su fuerza desde la sombra.

—¿Y tú? —preguntó en voz baja, casi temeroso—. ¿No vendrás conmigo?

Negué con suavidad.

—No puedo. No debo. La mazmorra reconoce solo tu maná, tu esencia. Es un camino que debes recorrer solo —dije, aceptando que aquel instante era su punto de no retorno.

El silencio se estiró, pesado, como un hilo de cristal que amenaza con romperse ante el primer soplo de viento.

—Entonces… iré —dijo finalmente, con un hilo de decisión y temor entrelazados.

Asentí.

—Cuando cruces esa puerta, dejarás de ser un aprendiz. No sé qué encontrarás allí. No sé si regresarás siendo el mismo. Pero pase lo que pase… confío en ti —mi voz estaba cargada de orgullo y fe, un eco de esperanza que parecía flotar entre la bruma.

Él me miró, y por un instante, vi todo en esa mirada: miedo, resolución, cariño. Como si comprendiera que aquel momento no tenía vuelta atrás.

—Gracias, Synera —murmuró—. Por todo.

Sonreí apenas, una sonrisa silenciosa que contenía años de lucha, enseñanzas y cuidado.

—Ve. Descubre quién eres realmente —dije.

Mientras lo veía adentrarse en el corazón de la montaña, su silueta recortada contra la bruma del amanecer, sentí que el mundo se inclinaba, que algo enorme y decisivo estaba a punto de suceder.

Y por primera vez en siglos… tuve fe.

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Keja Herfilia
Waoo, amé ese dibujo, te quedó increíble. Quiero más!
Blair Waldorf
Genial, esa es synera? Me encantó!
David Gonzalez Cruz
buenisima
Kenja: Me alegra mucho que te esté gustando 🥰
total 1 replies
Imany Shammal Rivera
lo recomiendo muy buena.
Marta Esther Thill Gonzalez
Muy buena historia.
David Gonzalez Cruz
muy bonito e interesante
David Gonzalez Cruz: muy bueno
total 1 replies
David Gonzalez Cruz
me falta el finall de esta hermisa nobela
David Gonzalez Cruz
muy buen libro
David Gonzalez Cruz: me encanta eata buenisima
total 1 replies
Leidys Quintero
Owwww… Frayi😭😭 que lindo capítulo.
Beatriz Narváez campo
con quién comenzará esta nueva vida synera...al menos no estará sola!!
Beatriz Narváez campo: eso está muy bien!! entre más entretenida mejor se disfruta la lectura!!
total 2 replies
Beatriz Narváez campo
muy interesante historia!!
Leidys Quintero
Es muy emocionante esta historia, cada vez se pone mejor.
Leidys Quintero
Esta genial la historia, necesito leer mas, cada vez se pone mejor.
Paola Rivera
Muy buen trabajo hermano, sigue así.
Mikoru987
increible !!
Đông đã về
¡Escribe más, por favor!
Kenja: Hola, saludos. Por supuesto. Estaré subiendo capítulos todos los días. Pronto estará disponible el capítulo V. /Heart/
total 1 replies
Maito
Mas capitulos escritora!
Kenja: Hola, gracias por tu comentario. Espero estes disfrutando mi Obra tanto como yo al escribirla, estare subiendo capitulos nuevos todos los dìas. saludos...
total 1 replies
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