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Irina: ¡Esta Villana No Se Dejará Matar!

Irina: ¡Esta Villana No Se Dejará Matar!

Status: Terminada
Genre:Escuela / Comedia / Brujas / Reencarnación / Mundo de fantasía / Completas
Popularitas:5k
Nilai: 5
nombre de autor: Stephanie_$77

Reencarné como la villana y el príncipe quiere matarme. Mi solución: volverme tan poderosa que nadie se atreva a intentarlo. El problema: la supuesta "heroína" es en realidad una manipuladora que controla las emociones de todos. Ahora, debo luchar contra mi destino y todo un reino que me odia por una mentira.

NovelToon tiene autorización de Stephanie_$77 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Testigo Silencioso

Mia era una chica de segundo año que había pasado sus dos años en la academia siendo prácticamente invisible.Su personalidad tímida la condenaba a pasar desapercibida en los pasillos abarrotados. Ese día, se había refugiado en un nicho vacío junto a las habitaciones, su escondite habitual, para leer en paz.

Fue allí donde, a través de la puerta entreabierta de la habitación de al lado, escuchó los primeros sollozos ahogados. Al asomarse con cuidado, vio a Irina, la chica que todos admiraban, la que parecía tenerlo todo, deshecha en lágrimas en el suelo. El contraste fue tan brutal que a Mia se le encogió el corazón. Hasta la persona más radiante podía tener sombras.

Cuando Irina salió de su habitación, con los ojos enrojecidos y la nariz colorada, tratando de recomponerse, se encontró con Mia parada frente a ella, mirándola con una mezcla de preocupación y timidez.

Irina se sobresaltó, limpiándose rápidamente las mejillas con el dorso de la mano.

"¡Oh!Disculpa, no te vi... ¿Puedo ayudarte en algo?", dijo, forzando su voz para que sonara normal.

Mia jugueteaba nerviosamente con el dobladillo de su túnica.

"No...yo... quería agradecerte", murmuró, sin atreverse a mirarla a los ojos. "Llevo dos años aquí. Nadie... nadie me había saludado por mi nombre hasta ayer. Tú lo hiciste dijiste que mis moños eran bonitos." Alzó la vista, y sus ojos brillaban con lágrimas de gratitud. "Solo... gracias."

Irina la miró, y por primera vez en mucho tiempo, la sonrisa que dibujó en sus labios fue completamente genuina, libre de cálculo o estrategia. Una risa suave y cansada escapó de ella.

"¿Cómo no voy a notar a una belleza callada como tú,Mia? Tus moños son adorables."

Al ver la sincera preocupación en el rostro de Mia, la armadura de Irina se resquebrajó un poco más. No hizo falta fingir.

"Y...gracias a ti por el agradecimiento. La verdad es que...", suspiró, "hoy lo necesitaba."

Mia no preguntó "¿por qué?". No necesitaba saber los detalles de los príncipes o los corazones rotos. Solo entendió el dolor. Con un valor que no sabía que tenía, dio un paso al frente y envolvió a Irina en un abrazo tímido pero firme.

"No sé qué pasó", susurró Mia contra el hombro de Irina. "Y no necesito saberlo. Pero... no estás sola. Yo estoy aquí para ti."

Irina, sorprendida al principio, se relajó en el abrazo. No era el abrazo de un aliado político o un admirador. Era el abrazo de una amiga. Algo que no sabía que necesitaba desesperadamente.

Las dos se separaron y se miraron. Los ojos de Irina, aunque aún húmedos, ahora tenían un destello de calidez real. Las dos se rieron, un sonido ligero que limpió el aire cargado de tristeza.

"Sabes, Mia", dijo Irina, secándose las últimas lágrimas con una sonrisa. "Creo que acabo de hacer la amistad más valiosa de toda la academia."

Mia sonrojó, sintiendo una felicidad que nunca antes había experimentado. En ese momento, no importaba que una fuera una prodigio legendaria y la otra una chica invisible. Eran solo dos jóvenes que se habían encontrado en un momento de necesidad.

Mientras las dos conversaban en el pasillo, la tormenta en el corazón de Irina no había pasado, pero ahora tenía un puerto seguro. Y para Mia, el mundo ya nunca volvería a ser tan gris. La bondad de Irina, dada sin esperar nada a cambio, le había devuelto un amigo justo cuando más lo necesitaba.

Después de la catarsis de la noche anterior, Irina despertó con una claridad renovada. Mientras se arreglaba, se miró al espejo y repitió su mantra: "Solo tengo una meta: no morir. Los príncipes quedan fuera." Era una simplificación, por supuesto, pero necesitaba ese enfoque despiadado para proteger su corazón. Con esa determinación, salió y repitió su ritual matutino: saludos, sonrisas, bromas. Su máscara de chica segura y amable estaba de vuelta, pero ahora había una pizca de genuina paz detrás de ella.

Ese día, la clase de Magia Elemental Avanzada sería en el patio central. Bajo el sol de la mañana, los estudiantes formaron un semicírculo alrededor del profesor. Uno por uno, fueron demostrando su dominio sobre los elementos: pequeñas bolas de fuego, susurros de viento que movían las hojas, montículos de tierra que se elevaban.

Liz fue llamada. Con una concentración adorable, extendió sus manos y de sus palmas brotó una luz dorada, cálida y reconfortante. No era un hechizo ofensivo, sino un mero destello de pura energía luminosa. Sin embargo, su pureza era innegable, y varios estudiantes asintieron con aprobación.

Luego, llegó el turno de Irina. Todos contuvieron la respiración. ¿Qué haría la prodigio? ¿Una bola de fuego del tamaño de una casa? ¿Un tornado en miniatura?

"Profesor", dijo Irina con voz inocente, "¿qué debería hacer exactamente?"

El profesor, un hombre ya acostumbrado a lo impredecible de esta estudiante, se encogió de hombros con una sonrisa. "Con tu nivel, Lady Sokolov, haz lo que quieras. Sorpréndenos."

Irina sonrió, un brillo travieso en sus ojos. Miró al cielo despejado, luego a sus compañeros, que la observaban con expectación.

"Un día caluroso, ¿no creen?", comentó, como si nada.

Y luego, sin un gesto dramático, sin una palabra de invocación, alzó ligeramente la mano.

De la nada, justo encima del semicírculo de estudiantes, el aire se enfrió y unas nubes grises y esponjosas se materializaron. En cuestión de segundos, una suave pero constante lluvia comenzó a caer... solo sobre ellos.

¡PLAF! ¡PLIC! ¡PLOF!

Las gotas empaparon cabellos, túnicas y pergaminos. Por un segundo de shock, hubo silencio. Luego, una risa nerviosa estalló, seguida de otra, y de pronto, todo el grupo estaba sumido en carcajadas, saltando y girando bajo la lluvia artificial. El profesor, completamente empapado, soltó una risotada y sacudió la cabeza con incredulidad.

"¡Irina!", gritó alguien entre risas, "¡eso no es justo!"

"¡Les dije que hacía calor!", replicó ella, riendo también, su cabello blanco pegado a su rostro.

Cuando la "ducha mágica" cesó y el grupo, empapado y jadeante, volvió a mirarse, todos tenían los ojos puestos en Irina. Y ahí estaba, con su túnica pegada al cuerpo, revelando las curvas que tan cuidadosamente escondía, su cabello blanco oscurecido por el agua y enmarcando su rostro sonrosado. Estaba desordenada, imperfecta, y sin embargo, radiante. La risa genuina y la falta de pretensiones la hacían parecer más hermosa que nunca.

Los rumuros de admiración eran diferentes esta vez. No era por su poder, sino por su espíritu.

Liz, que se había apartado instintivamente y estaba seca, los observaba. Su rostro mostraba un recor profundo. Mientras ella se esforzaba por mostrar una magia "pura" y correcta, Irina usaba un poder abrumador para crear caos y alegría, robando una vez más toda la atención y el cariño del grupo. El recelo en su mirada se intensificó, transformándose en una envidia amarga.

Mientras los estudiantes, aún riendo, entraban al edificio principal dejando un reguero de agua, todos miraban a Irina. No como a un monstruo de poder, sino como al alma de la fiesta, la chica que había convertido una aburrida clase de magia en un recuerdo imborrable.

El día había sido largo y lleno de risas. El eco de las carcajadas bajo la lluvia mágica aún resonaba en los pasillos de la academia mientras los estudiantes se retiraban a sus dormitorios. Irina caminaba con una sonrisa cansada pero genuina, saludando a los últimos grupos que se cruzaba.

Fue entonces cuando una figura alta y seria emergió de una esquina oscura, bloqueando su camino. Alexander. Su postura era rígida, sus manos cruzadas detrás de la espalda, pero sus ojos grises la observaban con una intensidad que no había mostrado en años.

Irina se detuvo, su sonrisa se desvaneció para dar paso a una cortés neutralidad.

"Príncipe Alexander.¿Sucedió algo?"

Él pareció buscar las palabras, algo inusual en él.

"No.Nada ha sucedido." Hizo una pausa. "Solo... quería decir que he extrañado a mi prometida."

La declaración cayó en el silencio del pasillo como una piedra en un estanque helado. Irina lo miró, sin pestañear. No mostró sorpresa, ni alegría, ni enfado.

"Vaya", dijo finalmente, su voz era clara y fría como el hielo del norte. "Qué curioso. Porque no recuerdo que mi prometido viniera a darme la bienvenida cuando llegué. Ni un saludo, ni una palabra."

Alexander desvió la mirada, un gesto casi imperceptible de incomodidad.

"Estuve...ocupado. Con mis deberes de tercer año. Pero estuve allí. En la ceremonia. Te vi."

Irina permitió que una sonrisa fría y cortante se dibujara en sus labios.

"Ah,sí. La ceremonia donde midieron mi magia. Un espectáculo interesante, sin duda." Dio un paso al lado, listo para pasar. "Pero su presencia silenciosa en una multitud no es exactamente una bienvenida, Alteza. Y, para ser honesta, no es algo que considere tan importante."

Sus palabras fueron un cuchillo perfectamente afilado. Lo despreciaba no con rabia, sino con indiferencia. Lo estaba juzgando por sus acciones, o por la falta de ellas, y lo encontraba wanting.

Antes de que él pudiera articular una respuesta, ella ya se estaba alejando. "Buenas noches, Príncipe."

Alexander se quedó solo en el pasillo, la frustración y algo parecido a la vergüenza quemándole el rostro. Su intento de acercamiento había sido un desastre total.

Pero Irina, una vez dentro de su habitación, no pensó más en él. Se apoyó contra la puerta cerrada, su mente ya estaba en otra cosa, en un presentimiento mucho más peligroso.

«Mañana. La excursión a las masmorras de práctica.» Respiró hondo, recordando los fragmentos de la trama original. «Ahí es donde, en el libro, la Irina de antes, celosa, 'accidentalmente' lanza un hechizo que hiere a Liz, haciendo que Alexander la deteste aún más.»

No podía permitir que eso sucediera. No esta vez. No cuando una acusación así, respaldada por la "heroína" y el "príncipe", podría destruir toda la reputación que con tanto esfuerzo había construido.

Cerró los ojos, visualizando el escenario. No se trataba solo de no atacar. Se trataba de anticiparse. De tener testigos... tal vez darle la vuelta a la situación.

Una sonrisa fría, muy diferente a las cálidas que repartía durante el día, se dibujó en su rostro. Si alguien quería tenderle una trampa, iban a descubrir que habían subestimado a la bruja.

"Está bien", susurró para sí misma en la oscuridad. "Si quieren jugar sucio, jugaré sucio. Pero yo hago las reglas."

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Nita S.R
Ya quiero leer la nueva temporada.
está historia me hizo recordar los procesos que muchos pasamos 😭😭
Monica Defalco
excelente!!!!!
Maria Phia
Me encantó! Ahora espero ansiosa la segunda temporada!! 💪
Alejandra Gonzalez
me gusto mucho, espero que luego salga la segunda temporada, felicitaciones al autor, mucho éxito en todo
Tania Sierra Galindo
Necesito esa temporada
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