Clandestino

Capítulo 19

Remigio había contactado a Gerardo, antes de entregarlo a los Santoscoy tenía que hablar con él. Ni si quiera él sabía dónde se escondía, pero ahora iba directo al lugar donde se encontraba su hermano. Se escondía en medio de la selva en Chiapas, cerca de la frontera que alguna vez había sido de Ángel Cuevas.

—Hermano bienvenido, sé que estás demasiado lejos de nuestro hogar.—saludaba Gerardo con los brazos abiertos.

—Tenía que hablar contigo, como fregados se te ocurrió intentar asesinar a Leonela.—Gerardo lo observaba incrédulo.

—Casi lo logro, algo que tú no has podido hacer. Ramón asesino a nuestro hermano como un perro, y me reclamas lo de Leonela.—

—Si, lo sé. Así como tú lograste hacer que Angel asesinara a nuestro tío y abusará de Leonela, si ella se enterara de que fuiste tú quien ocasionó todo lo que sucedió hace años, estuviera aquí por tu cabeza.—

—No debemos ocultar lo que hacemos en contra de nuestros enemigos, siempre te dije que no deberíamos actuar como unos cobardes. Eso es lo que siempre te ha representado, como es posible que hayan asesinado a nuestro hermano y tú estés aquí para apoyar a los Santoscoy, te recuerdo que yo y ellos no compartimos la misma sangre.—

—Si, pero ellos no lo saben, además Leonela me acaba de dar la mitad del territorio de la frontera sur, necesito de su poder y su confianza para lograr nuestro objetivo. Además Crispín se lo buscó, se lo advertí muchas veces. No podemos llegar y tratar de apoderarnos de sus territorios. Leonela es una mujer, algún día va a dejar esta forma de vida, para eso ya me habré ganado su confianza. Entregará todo, es ahí cuando podremos acabar con ella.—

—Nunca te va a entregar nada, además el ataque de Leonela no era para ella, como podría asesinar a mi mujer.—decía Gerardo

—¿De que estás hablando?—preguntó Remigio incrédulo.

—Angel no abusó de Leonela, fui yo. Nunca pudo ver mi rostro, pero el hermano de tu mamá sí lo sabía, fui yo quien acabé con nuestro querido tío, no sabes que mujer sobre todo su aroma, ella siempre ha sido y será únicamente mía. Angel pagó por mis dos crímenes, no fue Román el que salvó a mi Leonela, fui yo quien la sacó de ahí y se la entregué a él para que recibiera ayuda. Sus cicatrices son las marcas de mi obsesión por ella. Quería asesinar a su acompañante, Kerim Retana. Además Crispín era solo un estorbo, un revoltoso así que no fue por él, el atentado es por ese infeliz. Por si no estabas enterado, Kerim se atrevió a meterse con lo que es mío.—

—Leonela tiene un romance con Kerim Retana. Te desconozco, Crispín era nuestro hermano.—

—Mi medio hermano, insisto era un estorbo. Debo notificarte que la nueva líder de Reynosa será Julieta, a quien tanto haz menospreciado. Yo estaré al lado de Leonela, protegiéndola de todos como siempre. Todos los hombres con los que se ha involucrado, están muertos. Por eso jamás los ha vuelto a ver, este español no será la excepción.—así que sin advertirle Gerardo sacó su arma para agarrar a tiros a su hermano, Remigio no lo podía creer.—Lo siento hermano, pero llegó la hora de ejecutar nuestro plan. Julieta tiene más carácter y determinación, necesito quedarme a su lado, tener más poder para estar cerca de mi amada Leonela, no te preocupes Julieta cuidara bien de nuestro territorio. Algún día todo será mío, incluida Leonela.—Gerardo le dio el tiro de gracia.

Su siguiente paso sería entregarle a Leonela, a los que intentaron asesinarla y culpar a Remigio, claro que su hermana Julieta le ayudaría. Estaban juntos en todo lo que había ocurrido, ahora estaría más cerca de Leonela, incluso David su hermano también era su cómplice. Los tres se habían puesto de acuerdo para quitar del camino a Remigio y Crispín, pero Kerim corría un enorme peligro.

Leonela ya se encontraba mejor de su herida, se estaba vistiendo de acuerdo a la ocasión. Después de tantos días volvería a ver a Kerim, ella quería que el tiempo se congelara para estar cerca de él. Aunque sabía perfectamente que en cualquier momento sería inevitable su separación. Leonela maquillaba algunas de sus cicatrices, sobre todo la de la clavícula. Era imposible verlas y no recordar aquel terrible día, aunque la mayoría de ese mal momento estaba bloqueado de su mente. Más tarde Leonela llegaba a la oficina de Kerim, en la capital. Caminaba feliz por el pasillo para encontrarse con él, cuando se topó a Oscar.

—¿A donde vas?—pregunto Oscar

—Como se atreve a impedirle el paso.—intervenía Sapo

—Estoy hablando con la jefa, no con su matón.—respondió Oscar.

—Vengo a ver a Kerim.—respondió Leonela

—No se va a poder, el señor Retana está en este momento con su esposa, la señora Ninfa. Si usted tiene un poco de dignidad no va a volver a poner un pie en esta oficina, espero le quede claro que las amantes como usted, jamás se convierten en la esposa de un hombre como Kerim Retana. Menos siendo una delincuente, así que hágalo por él, si es que realmente le importa.—

—Te romperé la cara infeliz, como te atreves a hablarle de esa manera, te vas a morir.—Sapo lo sujetaba del saco para amenazarlo con su pistola.

—Basta Sapo, vámonos nos podemos meter en problemas. Él tiene razón, no insistiré. Vamos sapo suéltalo, lamento lo ocurrido.—intercedía Leonela.

Leonela se dio la media vuelta y salió del edificio, durante el camino Sapo la veía por el retrovisor mientras viajaban devuelta al aeropuerto para regresar a casa.

—Debe ser una mentira.—decía Sapo

—No sapo, tiene varios días sin buscarme. Es un hombre casado, su esposa está aquí, es mejor así. Sabía que este día tarde o temprano llegaría.—

Leonela sentía un gran hueco en su estómago, también como su corazón latía lentamente. Y sin poderlo evitar derramó una lágrima, era una lágrima de dolor y nostalgia por el amor que sentía por Kerim, sabía que no volverían a verse, además le daba la razón a Oscar, las amantes rara vez se convierten en las esposas. Además de que ella no podía formar una familia con nadie.