chicas no me maten, pero necesito publicarla o se me va a ir la idea
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capítulo 12
Mark, luego de salir de su oficina, se dirigió a la mansión de los Valencia y, tras recoger a Camila, ambos fueron a un restaurante donde no ocultaron su cercanía, mostrándose cariñosos ante los demás comensales.
Desde la barra, Andrei y Nikolai los observaban a lo lejos, hasta que Andrei, al reconocer a la mujer, murmuró:
—Así que aquí se estaba escondiendo.
—Créeme que cuando me enteré, quise avisarte de inmediato, pero no contestabas mis llamadas —respondió Nikolai.
—Eso ya no importa. A mi hermano le encantará saber que encontré a la perra napolitana.
Nikolai sonrió y siguió observando la interacción entre Mark y Camila. Cuando vio que Mark se dirigía al sanitario, dio el último sorbo a su vaso y dijo:
—Ahora vuelvo.
Andrei asintió, observando cómo Nikolai lo seguía con calma.
En el baño, luego de que Mark terminara, se encontró con Nikolai esperándolo en la puerta. Cuando quiso pasar, este le bloqueó el paso y dijo:
—Señor Lauren, es un gusto por fin conocerlo.
Mark lo miró con seriedad.
—¿Y usted es?
—Soy el hombre que vino a acabar con su vida —respondió Nikolai, con una sonrisa creciente y mirada helada—. Me gusta mirar de frente a mis enemigos, y es por eso que estoy aquí. Le sugiero que se prepare, lo que viene no será nada bueno... al menos no para usted.
Mark frunció el ceño.
—¿Está loco? ¿Acaso no sabe quién soy?
—Lo sé perfectamente. Y pronto usted sabrá quién soy yo —respondió Nikolai, acercándose para tomar la solapa del traje de Mark y acomodarle el cuello con gesto burlón—. Nunca debió tocar a mi hermano. Y mucho menos insultar a Vivían.
Los ojos de Mark se oscurecieron. Apartó las manos de Nikolai con brusquedad y espetó:
—¿Quién se cree que es?
—No me pasa nada. Y sobre quién soy… pronto lo sabrá. Disfrute su cena. Tal vez sea una de las últimas.
Nikolai se dio media vuelta, pero Mark lo siguió.
—¿Cree que puede venir a amenazarme y marcharse como si nada?
—Señor Lauren, yo no amenazo. Solo vine a advertirle: a partir de ahora, usted es mi enemigo. Y no se preocupe... pronto lo sabrá con certeza.
Sin más, Nikolai regresó a la barra. Al notar que Camila no estaba ni Andrei tampoco, sonrió con satisfacción.
Minutos antes, tras quedarse sola, Camila fue abordada por Andrei, quien se aproximó a su mesa y, hablando en ruso, le dijo:
—Pero miren nada más lo que vine a encontrar.
Camila palideció. Alzó la mirada con dificultad, mientras él añadía:
—A mi hermano le encantará saber que aún estás viva.
—Andrei...
—Ekaterina, espero que hayas disfrutado tu estadía aquí.
El pánico se apoderó de Camila. Ver a Andrei frente a ella era un golpe que jamás imaginó. Se había esforzado tanto por encajar en ese mundo, que olvidó por completo lo que dejó atrás... y a quiénes.
Miró con temor su rostro y él, con una sonrisa fría, continuó:
—No intentes huir. Ahora que sé dónde estás, no podrás esconderte. Recuerda que yo no soy Mikael. Conmigo, no tendrás dónde ocultarte.
Camila se levantó de golpe y corrió al baño de mujeres. No podía quedarse allí ni un segundo más. Al verla, Andrei se hizo a un lado, y al pasar junto a él, murmuró:
—Te estaré vigilando, Ekaterina.
Después de eso, se dirigió a la salida. Al encontrarse con Nikolai que venía del baño, le hizo una seña. Nikolai solo volteó, vio la mirada de Mark, y sonriendo con burla, se despidió con un leve gesto de cabeza.
Mark lo observó molesto, sin entender bien quién era. Regresó a su mesa y esperó a que Camila volviera. Cuando por fin lo hizo, venía pálida, visiblemente alterada.
—¿Camila, te sientes bien?
—No… la verdad es que no. ¿Me llevas a casa?
Mark asintió. Pagó la cuenta y salieron del lugar. En el auto, ambos guardaron silencio. Camila iba sumida en sus pensamientos, mientras Mark, intrigado por lo ocurrido, no dejaba de pensar en el comentario de aquel hombre sobre Vivían. No sabía qué había sido de ella todos esos años, pero verla rodeada de hombres que se proclamaban sus protectores le irritaba profundamente.
Cuando llegaron a la mansión Valencia, Camila dijo:
—Lo siento. Creo que arruiné nuestra cita, pero no me siento nada bien. Prometo compensarlo.
—No te preocupes. Tengo otros asuntos que atender, pero más tarde te llamo para saber cómo estás.
Camila asintió y, besándole suavemente, agregó:
—Gracias por ser tan considerado.
Mark sonrió. La besó de nuevo y, tras verla entrar, sacó su teléfono.
—¿Tienes lo que te pedí? —preguntó al contestar.
—Sí. Y te sorprenderá saber todo lo que encontré... —respondió Sergio.
—Muy bien. Voy a tu departamento.
Sergio no alcanzó a contestar. Mark ya había colgado y se dirigía hacia allá.
Es el famoso libre albedrío, del que todos ante una disyuntiva echamos manos ✋ y optamos por algo en entredicho 👍🏻🙌
Y tampoco ha habido acción 🤷 de él hacia Camila, para que descubran la joyita que es 🤨😵🤯
Desháganse de él! Nunca la mereció