Una novela ligera, con una narrativa fluida para ser comoda para el lector, Esta historia es de ciencias ficción y horror cosmico. Se forja en la vida de un joven que se tendrá que enfrentar a criaturas que sólo existen en viejos libros de demonología, en un mundo de ficción creado por el autor (yo), lleno de misterios y emociones. disfrútalo.
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"Parte 5 Cap.3"
LLANURA.
En medio de la llanura iluminada por la luna y los incendios divinos, Alex contemplaba el campo de batalla con asombro, observando cómo Temerio arrasaba sin piedad. Pero no se dio cuenta de que uno de los demonios de rango A se lanzaba directamente hacia él.
—¡Tch! —exclamó al notarlo tarde, dando un salto acrobático de cinco metros hacia atrás, evitando el ataque por un instante.
Temerio entrecerró los ojos, impresionado.
—Vaya... Es más ágil de lo que pensaba...
Pero antes de que Alex pudiera reponerse, el demonio abrió su grotesca boca y lanzó un chillido ensordecedor, como si un lamento brutal quisiera arrancarle el alma por los oídos. Alex se encorvo de dolor, sus oídos ardiendo como si se rompieran por dentro... hasta que una luz brotó de la frente de Kuro, aún sobre su hombro.
Una barrera luminosa repelió la onda sonora, dejando a Alex libre del dolor.
—¡Tienes que usar tus poderes, Alex! —exclamó Kuro, con voz grave pero urgente—. Así como lo hiciste cuando nos salvaste a Temerio y a mí, horas después de llegar al reino... ¿Lo recuerdas? El demonio de cabeza de toro...
Alex negó con la cabeza, aún jadeando.
—Eso fue... un accidente. Yo... no sé cómo lo hice...
—¡Sí lo sabes! —le rugió Kuro, con determinación—. Recuerda esa sensación. La decisión. ¡La voluntad! Este demonio es más débil que aquel. ¡Solo tienes que intentarlo!
Alex tragó saliva, cerró los ojos y buscó dentro de sí. Como un susurro lejano, aquella sensación regresó. Su pecho ardió y una luz azul brotó desde su interior. Las llamas azules comenzaron a arder a sus pies, ascendiendo por sus piernas hasta las rodillas. Esta vez... más intensas. Más vivas.
Kuro dio un salto alejandose del joven, quedando junto a Temerio en medio de sus ataques contra los demas monstruos.
—No puede ser... —murmuró Temerio desde lejos, mientras observaba junto a Kuro.
—Sí puede —le respondió el gato, sentándose a su lado—. Está dispuesto a intentarlo. Solo tengamos fe.
El demonio, Era una criatura impía, deforme, como surgida de un sueño demente. Su cuerpo era el de un ave infernal, con alas enormes, de brazos terribles, y un plumaje enrojecido por la corrupción. De su rostro colgaba un pico enorme, deformado por hileras de dientes afilados como dagas, dispuestos a desgarrar incluso la carne de lo divino.
Un fuego negro y rojo, imposible, lo envolvía: no ardía, consumía… no iluminaba, devoraba la luz misma. Era como si toda pureza temblara ante su presencia.
Y entonces rió. Una risa burlesca, antigua, burlándose de las llamas azules de Alex como si fueran un juego infantil ante la furia de un abismo eterno.
—¡¿Eso es todo lo que tienes?! ¡¿Con esas llamitas pretendes derrotarme a mí?! Soy Salaman, fiel servidor del primer hijo del señor Lucifer... ¡mi amado señor Mamon!
Alex, con el rostro endurecido, alzó la vista con rabia contenida:
—¡Por culpa de tu amo... mi vida se acabó! ¡Ya no tengo hogar... ni paz! ¡Pero si es necesario cargar con esta misión maldita... entonces que así sea! ¡Te enviaré de regreso al infierno junto a tu asqueroso señor!
El demonio bufó con furia, su voz resonando como un trueno:
—¡¿CÓMO TE ATREVES A INSULTAR A MI SEÑOR?! ¡TE DEVORARÉ, ESCORIA HUMANA! ¡Y LUEGO HARÉ PEDAZOS A ESE MALDITO SACERDOTE!
Sin dudarlo, Alex adoptó una pose de combate. Su pierna derecha se retrasó, sus ojos se llenaron de fuego... y en un destello sagrado, se lanzó hacia adelante. El aire se quebró a su paso, dejando tras de sí una estela de luz y fuego.
—¡RAAAHHH! —rugió, y con una patada imbuida en llamas azules, impactó directamente en el costado de Salaman.
La explosión fue brutal. El cuerpo del demonio fue partido en dos, como si solo fuera una rama seca. Las llamas comenzaron a consumirlo, mientras gritaba:
—¡AAAAAGGGH! ¡¡MAMON!! ¡¡PERDÓNAMEEEE!!
Y con ese último alarido, el cuerpo de Salaman se deshizo en cenizas, arrastrado por los vientos de la llanura y la furia sagrada de un chico de apenas quince años... que acababa de dar el primer paso para convertirse en un verdadero exorcista.
El campo de batalla ardía aún con las brasas del combate. El cuerpo calcinado del demonio Salaman se desvanecía en el suelo, derrotado de un solo golpe por el joven que horas antes no sabía nada de demonios ni de poderes sagrados.
Temerio, aún con el resto de los ultimos monstruos que quedaban en mano, observaba incrédulo la escena. Su mirada estaba fija en Alex, el muchacho de mirada intensa, ahora rodeado por las últimas chispas de fuego sagrado.
Alex, con el pecho agitado, volvió la vista al horizonte. A lo lejos, otro demonio —uno de rango A— observaba la escena con expresión de furia y temor.
Sin perder tiempo, Alex sacó con su mano izquierda la pistola sagrada que colgaba de su cinturón. Se detuvo un segundo, apuntó con precisión quirúrgica, y con seis disparos consecutivos atravesó las cabezas de los enormes monstruos que rodeaban al demonio espectador. Las balas de luz cortaron el viento como rayos bendecidos, impactando sin error a sus objetivos. Uno a uno, los cuerpos de las criaturas cayeron pesadamente al suelo.
El demonio, al ver a sus guardianes caer como muñecos de trapo, lanzó un grito de ira al cielo, desplegó sus dos enormes alas negras y se alejó a toda velocidad, escapando sin siquiera intentar enfrentar al joven.
Continuará...
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