La Gordita Será Mi Reina

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La noche había caído con una calma inquietante.

El palacio dormía, o al menos fingía hacerlo.

Desde los ventanales del ala este, Kira observaba cómo el carro que transportaba a los niños desaparecía lentamente entre la neblina.

A su lado, Adrick sostenía un reloj de bolsillo, con la precisión de un general antes de la guerra.

¿Está segura de esto madre? le preguntó con voz grave.

Kira no apartó la mirada del horizonte.

Ella no podrá resistirse hijo. Bárbara siempre ataca cuando cree que tiene el control.

Isayel sonrió apenas. Ella no podia dormir de solo pensar en separarse de sus mellizos, le dolía el pecho

Melody: Como toda serpiente. Ataca sin darte tiempo de reaccionar.

A unos kilómetros del palacio, el carro avanzaba por la carretera, escoltado por un auto negro. Que aparentemente llevaba solo a un hombre.

Desde las sombras, una bengala verde iluminó el camino mostrando unos troncos que atravesaban la carretera obstaculizando el pasó, el chófer se bajo, apoyado por el segundo hombre y ese fue su primer error.

Los dos hombres apenas tuvieron tiempo de reaccionar cuando un grupo de varios encapuchados salió desde el bosque que rodeaba la carretera que llevaba hacia el monasterio.

¡Ahora! se escuchó de repente una voz femenina.

Bárbara apareció vestida de negro, con el rostro cubierto por un velo.

Apuntando a los dos hombres y abriendo la puerta del auto.

Pero.... al hacerlo, su sonrisa se borró.

Dentro del primer carro no había niños… solo dos muñecos envueltos en mantas reales y un espejo antiguo que tenía un grabado con el sello del Lobo negro.

Bárbara retrocedió algo confusa.

¿Qué… qué significa esto?

Una voz resonó entre los árboles

Eso es el reflejo de tu destino.

El Lobo Negro emergió de las sombras, con su abrigo largo ondeando en el viento, y su habitual máscara para no ser reconocido, seguido por soldados de élite listos para el ataque.

Bárbara se giró, pero de un tercer auto, que llegaba se bajo Melody, impecable incluso en medio del caos.

Buenas noches, querida le dijo con una sonrisa gélida. Llegas tarde a tu propia ruina.

Bárbara apretó los puños.

* ¿Crees que puedes destruirme tan fácil? ¡Si no regreso hoy mismo tu querido esposo se muere!

Melody dio un paso hacia adelante, sus ojos brillando con una calma aterradora.

¡Sabes tan bien como yo que mi esposo es tu boleto de salida!, pero te propongo un trato te entregaré a tu hijo a cambio de mi esposo.

Del bosque surgió Demetrio con un niño de casi cuatro años en los brazos y en la mano izquierda, unos papeles lanzándolos a los pies de Bárbara.

Estos son documentos falsos, cuentas secretas, sobornos. Todo lo que necesitamos para terminar de hundirte.

Adonáis levantó la mano, y sus hombres apuntaron a los encapuchados.

Bárbara miró alrededor, desesperada, buscando una salida que no existía.

¡No! No puede ser…

Sí puede ser respondió Kira, que en ese momento llegaba con Arthur, Lupita y Damian, con voz baja, pero cortante. Porque mientras tú jugabas a fingir ser reina, yo movía tus piezas.

Yuveska se acercó a ella, su sombra cubriendo el suelo.

El problema de las serpientes mujer, es que nunca ven venir al cazador.

Bárbara lanzó un grito y trató de correr, pero una red metálica cayó desde los árboles, atrapándola.

Alekséi se acercó despacio, con una serenidad casi inhumana.

Lo advertí que nadie toca a mi familia. Y ahora pagarás el precio. Pero antes nos dirás dónde tienes a Demian o te juro que te daré de comer a mi manada.

Bárbara asustada tirada en el suelo, temblando no de frío, pero si de miedo les dijo: ¡está bien les diré, pero no me hagan daño! Mirando al niño que tenía Demetrio en sus brazos.

Ya sabía dónde estaba su hijo y ese seria su próximo objetivo.

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Al amanecer, el carro con los niños, Isayel y Adrick, llegaba al monasterio.

Los niños dormían tranquilos, ajenos al caos que había quedado atrás.

Isayel, aún temblando, miró a su esposo.

¿Era necesario tanto riesgo?

Adrick le besó la frente.

A veces, mi reina, para proteger la paz hay que entrar en la oscuridad.

Desde lo alto de la colina, Kira observaba el amanecer junto a Arthur.

Otro enemigo menos.

Él asintió.

Por ahora.

Kira: Por ahora…, con una media sonrisa. Pero mientras yo respire, ninguno de ellos volverá a amenazar lo que amamos.

Melody no había perdido el tiempo y se dirigió hasta donde estaba su esposo

cariño le dijo con lágrimas contenidas, ¡te ves terrible!

Demian: ¡sabía que vendrías mi diosa!.

* Sin dudarlo besó a su hombre con el amor, que solo él despertaba en ella

"Se imaginan esos besos que da uno enamorado, él con varios días sin bañarse, ni cepillarse los dientes 🤭"

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Unos días después

El sol se filtraba entre las cortinas de encaje, bañando la habitación con un resplandor dorado.

Isayel despertó lentamente, sintiendo el peso suave del brazo de Adrick sobre su cintura.

Durante unos segundos permaneció inmóvil, solo escuchando el ritmo pausado de su respiración, el sonido que desde niña había imaginado escuchar cada mañana.

* Buenos días, mi reina murmuró él, sin abrir los ojos.

Buenos días, mi rey, riendo bajito. ¿Desde cuándo te gusta madrugar?

* Desde que tengo motivos para hacerlo, besándo su hombro desnudo por la acalorada y apasionada noche que habían tenido.

Ella giró para mirarlo, y por un instante, el mundo se detuvo: no había corona, ni reinos, ni traiciones… solo ellos dos, los niños que un día prometieron amarse sin importar el tiempo ni las cicatrices.

En el jardín del palacio, las flores recién abiertas llenaban el aire de perfume.

Los mellizos jugaban sobre una manta, vigilados de cerca por sus niñeras, mientras Kira e Isayel compartían té bajo una pérgola cubierta de rosas.

Ya todos habían vuelto a su rutina.

Kira: Mira esos ojos. Son idénticos a los de Adrick.

Isayel sonrió.

Adrick que llegó en ese instante y la sonrisa… la heredaron de mi bella esposa.

Arthur se les unió poco después,

¿Puedo robarme un rato de paz antes de que el mundo vuelva a girar?preguntó divertido.

Siéntate querido respondió Kira. Por fin podemos respirar.

Arthur miró a los niños y luego al horizonte.

Nunca pensé que un día podría ver a mi hijo así… completo.

Kira le tomó la mano.

Porque el amor verdadero siempre vuelve, aunque el destino intente romperlo.

Ya hemos aprendido esa lección muchas veces.

Más tarde, Adrick e Isayel paseaban descalzos por el lago detrás del palacio.

El agua era fría, pero la tarde era tibia y tranquila.

¿Recuerdas cuando me dijiste con rabia que te casarías con un príncipe gordito si yo no me decidía?, bromeó él.

Isayel rió, salpicándolo de agua.

¡Y mira que estuve a punto! contestó entre risas. Pero el destino tenía otros planes.

Adriack la miró serio, se acercó y la abrazó por la espalda.

Ni me lo recuerdes. Además el destino no nos separó… solo nos dio más razones para elegirnos de nuevo.

Ella apoyó la cabeza en su pecho.

¿Sabes?. A veces miro a los mellizos y no puedo creer que sean nuestros.

Son la prueba de que los milagros existen dijo él con ternura. Y de que incluso los príncipes pueden tener segundas oportunidades.

Esa noche, el palacio dormía.

Kira observaba desde su balcón, el viento moviendo sus cabellos.

Arthur se encontraba a su lado, silencioso, como siempre.

Todo está tranquilo.

Demasiado tranquilo, aunque sonrió al verlo sonreír también.

Y mientras la luna bañaba al reino, en las habitaciones reales, Adrick e Isayel dormían abrazados, rodeados por la paz que tanto habían buscado.

La batalla había terminado.

Por ahora.

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👋 Hola mis querid@s lector@s 👋 🤗

Buenos días, que este sea un día lleno de muchas bendiciones para tod@s ustedes y sus familias 👪 🙏 🙌