Arie ha estado enamorada de Andy desde el día en que lo conoció. Pero él nunca lo ha sabido. Para Andy, ella es su mejor amiga, su confidente, la persona en la que más confía. Y aunque su relación es demasiado cercana, demasiado íntima, Andy sigue amando a Evelin, la madre de su hija.
A pesar de que Evelin tiene otra pareja, sigue teniendo un poder sobre él que Arie no puede romper. Mientras tanto, Arie se ve atrapada en un amor que la consume, en la dulzura de Andy que solo la hiere más, y en el cariño de Charlotte, la pequeña niña que siente como suya, aunque nunca lo será.
Ser parte de la vida de Andy la hace feliz, pero también la destruye un poco más cada día. ¿Hasta cuándo podrá soportarlo? ¿Podrá seguir amando en silencio sin que su corazón termine roto en pedazos?
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capitulo 13
Narra Arie.
El restaurante estaba en su punto máximo de actividad cuando llegué. Como siempre, el aroma a especias y comida recién hecha impregnaba el aire, y el sonido de los meseros atendiendo las mesas le daba ese ambiente cálido y bullicioso.
Apenas me puse el delantal, Tamara me hizo una seña con la cabeza para que me acercara.
—El empresario ya está aquí —susurró—. Tenemos que entretenerlo un rato hasta que llegue Andy.
Asentí, respirando hondo.
El hombre, de unos cincuenta años, tenía una apariencia robusta y una expresión amable. Nos habló sobre la calidad de sus productos orgánicos, su método de cultivo y cómo podían beneficiar al restaurante. Yo escuchaba atentamente, tomando notas mentales, mientras Tamara hacía preguntas con su natural desenvoltura.
Pero, en cuanto tuvimos un momento a solas, su atención se desvió completamente del negocio.
—A ver, dime la verdad —susurró con una sonrisa maliciosa—. ¿Andy y tú son novios oficiales?
Rodé los ojos, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.
—Tamara…
—¡Vamos! No puedes negar que desde ayer hay algo diferente entre ustedes. Se nota a kilómetros y ya escuchaste lo que me dijo eso me lo dejo mas que claro.
— No lo se Tamara siento que estoy soñando—confesé con la emocion en mi palabras.
— Espero que Andy y tu finalmente sean felices.
No sabía qué decir. Desde que Andy había confesado sus sentimientos, yo no había dejado de sentirme nerviosa. Era como si el mundo se hubiera dado vuelta y ahora él estuviera en todas partes, con sus gestos cariñosos, su manera descarada de llamarme "mi amor" sin ningún pudor… y mi corazón reaccionando como un tonto cada vez.
Pero antes de que pudiera responderle a Tamara, una voz desagradablemente familiar se metió en la conversación.
—¿Qué tenemos aquí?
Mi cuerpo se tensó automáticamente. Evelin se detuvo justo a nuestro lado, con los brazos cruzados y una sonrisa cargada de veneno.
—¿De qué hablaban? —preguntó con falsa inocencia, pero sus ojos se clavaron directamente en mí.
Tamara suspiró con fastidio, pero yo no pude evitar ponerme nerviosa.
—De nada importante —respondí, tratando de desviar la atención.
Evelin soltó una risa sarcástica y dio un paso más cerca, analizándome con descaro de pies a cabeza.
—Mírate —dijo, con burla evidente—. Y luego mírame a mí.
Abrí los ojos, sin entender a dónde quería llegar.
—Andy y yo tenemos historia —continuó con una sonrisa triunfal—. Un pasado, una hija… algo real. Lo que sea que estés imaginando con él, bórralo de tu mente. Andy podrá jugar y distraerse con otras mujeres, pero al final siempre vuelve a mí.
Sus palabras fueron como un balde de agua fría.
Me sentí pequeña, insegura, tonta.
—Así que, por tu propio bien, no te hagas ilusiones —agregó, con una falsa dulzura que solo la hacía más cruel—. No estás a su altura.
Tragué saliva con dificultad, sintiendo cómo mi garganta se cerraba.
No tenía palabras.
No podía responderle.
Evelin se giró con un aire de superioridad y siguió su camino como si nada, dejándome clavada en el suelo con una sensación amarga en el pecho.
Tamara chasqueó la lengua con fastidio.
—¿De verdad la vas a dejar salirse con la suya? —preguntó, mirándome con indignación.
Pero yo no podía responder.
Porque, aunque intentara ignorarlo… una parte de mí temía que Evelin tuviera razón.
Me quedé ahí, sintiendo aún el peso de las palabras de Evelin como un ancla en el pecho. Mi mente estaba nublada, llena de inseguridad y dudas.
Entonces, Andy llegó.
Con su sonrisa radiante y esa energía suya que llenaba todo el lugar, como si nada pudiera derribarlo.
Tamara, que aún tenía una expresión de disgusto por lo ocurrido, le hizo un gesto con la cabeza señalando al empresario. Andy le lanzó una rápida mirada al hombre, pero en cuanto posó sus ojos en mí, su expresión cambió por completo.
Frunció el ceño.
—¿Qué tienes, mi amor? ¿Te pasa algo?
No supe qué decir.
Él no esperó respuesta. Se acercó y me atrajo suavemente hacia él, rodeándome con sus brazos.
El calor de su cuerpo, su aroma, la forma en la que me sostuvo… todo me envolvió como un refugio seguro.
Antes de que pudiera reaccionar, sentí sus labios sobre los míos en un beso corto, suave y lleno de ternura.
—Ve a la cocina —susurró, con esa voz que siempre lograba calmarme—. Termino de hablar con el señor y estoy contigo.
Me quedé en shock mientras lo veía alejarse con la misma confianza de siempre.
Tamara no tardó ni dos segundos en darme un codazo en el brazo, sacándome de mi trance.
—¿Ves? —dijo, con una sonrisa de satisfacción—. Ese hombre muere por ti. No le hagas caso a esa arpía.
Parpadeé varias veces, tratando de asimilar todo.
¿Andy de verdad me veía así? ¿Tan importante para él?
Porque lo que acababa de hacer… no era algo que se hiciera con cualquiera.