De Sirvienta A Reina

El corazón de la reina

En el reino de Eldoria, donde las leyendas cobran vida y los destinos se entrelazan con los hilos del amor y la traición, llegó Sunna Hawthorne, una joven de belleza exótica y corazón puro. Con su dulzura innata, se ganó el afecto de todos sus compañeros, incluida Eyra Rosenberg, doncella personal de la reina Sibylla.

Un día, mientras realizaba sus labores, Sunna tropezó con el príncipe heredero de Eldoria, Alexander Eldorian. Como en toda historia romántica, él quedó encantado a primera vista. Su belleza exótica la hacía sumamente atractiva a los ojos de los hombres. Con el tiempo, Sunna y Alexander comenzaron a coincidir en más ocasiones hasta volverse amigos. Gracias a esa amistad, Sunna ascendió rápidamente: de una simple sirvienta pasó a ser la doncella personal de la reina, arrebatándole así el puesto a Eyra.

En su nuevo rol, Sunna acompañaba a la reina en eventos de la alta sociedad. Durante uno de esos encuentros, conoció a Oliver Greenwood, heredero del marquesado Greenwood. Sunna, con su dulzura y encanto, captó la atención del joven marqués. Él ignoró las órdenes de su padre y comenzó a cortejarla. Pronto, ambos desarrollaron una relación cercana. Disfrutaban de salir juntos a los festivales de los pueblos, donde Sunna le mostraba la belleza que existía en los lugares humildes. Oliver, por su parte, la llevaba a los mejores restaurantes y dulcerías, mostrándole lo más refinado de la alta sociedad. Incluso había ocasiones en que el príncipe Alexander se unía a ellos, convirtiéndolo en un trío que acaparaba la atención de todos.

No pasó mucho tiempo antes de que los rumores de un triángulo amoroso entre Sunna, el príncipe Alexander y Oliver Greenwood se extendieran como fuego salvaje por toda la capital y el reino. La noticia llegó a los oídos de Rosalind Rosenthal, prometida de Alexander, quien se enteró en medio de una fiesta de té, quedando humillada ante la alta sociedad. Como en toda novela, las prometidas ilusas y enamoradas terminaban por convertirse en las villanas, mientras los hombres simplemente se dejaban llevar por su deseo y las chicas con aires de grandeza disfrutaban de su posición.

Consumida por los celos, Rosalind intentó desacreditar a Sunna ante la sociedad cada vez que visitaba el palacio. En una fiesta organizada por la duquesa Fairwind con motivo del cumpleaños de su esposo, intentó culpar a Sunna del robo de unas joyas. Pero su plan se desmoronó cuando el duque Fairwind reveló sus maquinaciones, dejando su reputación manchada ante todos.

Cuando Alexander se enteró de lo sucedido, confrontó a Rosalind y la amenazó con romper el compromiso. La historia alcanzó su clímax cuando Rosalind, desesperada, intentó envenenar a Sunna durante una gran celebración en el palacio, con motivo del decimoctavo cumpleaños del segundo príncipe. Pero el destino le jugó en contra: fue ella quien terminó bebiendo el veneno. Con su muerte, Sunna quedó libre de la amenaza y victoriosa ante la sociedad.

No obstante, las cosas no fueron tan fáciles para el cuarteto de enamorados, pues en la misma fiesta hizo su aparición el villano de la historia: Frey Alderidge, príncipe heredero del imperio de Alderidge. Durante su estadía en el palacio, desarrolló una obsesión por Sunna.

Frey intentó secuestrarla, desencadenando una guerra entre ambos reinos. Sin embargo, Sunna fue rescatada por los tres protagonistas y demostró su valía al idear el plan que permitió a Eldoria ganar la guerra. Cuando regresó a la capital, fue nombrada heroína y el rey, agradecido, le otorgó un título nobiliario junto con tierras propias.

Al final, los tres protagonistas le confesaron su amor, pero Sunna eligió al príncipe heredero, convirtiéndose en su prometida.

El día de la boda llegó. El reino entero celebraba el futuro enlace de su salvadora con el príncipe heredero. Pero antes de que pudiera llegar al templo, Sunna fue secuestrada por bandidos. Pasó tres días bajo tortura y estuvo al borde de ser ultrajada, hasta que el duque Fairwind logró rescatarla.

La historia culminó con el juicio de los bandidos. Durante el proceso, confesaron que la reina Sibylla había sido quien les pagó por raptar a Sunna. La monarca nunca aceptó que una exsirvienta tuviera dominado a su hijo con el amor y menos aún que ella fuera quien ocuparía su trono en el futuro.

Así, se reveló que la verdadera villana de la historia había sido la reina Sibylla. Fue ella quien instigó a Rosalind a acusar a Sunna del robo de las joyas e intentar envenenarla. También alimentó la enfermiza obsesión de Frey Alderidge para que la secuestrara.

Con la reina condenada a muerte por sus crímenes, el camino quedó libre para que los protagonistas tuvieran su final feliz.

Eyra terminó de recordar los sucesos de la novela y frunció el ceño, molesta. Como siempre, los protagonistas obtenían todo sin importar cuántos daños colaterales dejaban a su paso.

Rosalind, la supuesta villana, solo trataba de proteger su reputación de dos malditos infieles. Manipulada por la reina y cegada por los celos, terminó cayendo en su propia ruina. Otro daño colateral fue la verdadera dueña de aquel cuerpo. Según la historia, en unos años Eyra entraría al palacio como sirvienta y luego sería ascendida a doncella personal de la reina. Pero lo que nadie sabía era lo que realmente sucedió con ella cuando Sunna apareció.

Eyra fue la amante del príncipe Alexander durante dos años. Gracias a sus ingeniosas ideas, él fortaleció su posición como heredero al trono. Pero entonces apareció Sunna. No solo se hizo amiga de Eyra y le quitó su puesto, sino que la redujo nuevamente a una simple sirvienta. Unos meses después, fue expulsada del palacio bajo la acusación de robo.

Pero la realidad era distinta.

Alexander se estaba deshaciendo de ella porque sabía demasiado. Una noche, sin proponérselo, Eyra los vio a él y a Sunna teniendo relaciones en el laberinto de los jardines del palacio. En ese momento lo comprendió: ella solo había sido un entretenimiento temporal, un juguete desechable cuando apareció algo mejor.

—La verdadera Eyra murió por culpa de ustedes —susurró, anotando los eventos que recordaba en su cuaderno—. Pero tranquilos… yo me encargaré de vengarla. Al final, esta ahora es mi vida.

Se dirigió al tocador, guardó el cuaderno en una de las gavetas y observó su reflejo en el espejo. Su mirada se endureció y una sonrisa ladina apareció en su rostro.

—Me encanta ser el karma de los demás.

Sin más, salió de su habitación rumbo a sus clases de defensa personal con el maestro que había contratado la madame. Las doncellas de la gran mansión la observaban con recelo mientras pasaba por los pasillos, tarareando una melodía macabra. En sus ojos brillaba la sed de sangre.

**Cuatro años después**

Una joven de cabellos naranja fuego respiraba agitada tras el duro entrenamiento del día. Apuntó su espada contra el cuello de su maestra y sonrió de lado.

—Jaque mate, Sir Helena —apartó la espada y le ofreció la mano para ayudarla a ponerse de pie.

—Cada día me sorprendes más, Eyra —respondió la mujer, limpiando el sudor de su frente—. Me alegra decirte que ya no tengo nada más que enseñarte. Estás lista para ir a la academia.

Tras esas palabras, la mujer se retiró hacia los vestidores. Eyra caminó hasta una de las bancas de entrenamiento y sonrió al ver a Miranda observándola, como todos los días.

En esos cuatro años, Eyra se había preparado en todos los aspectos posibles. Se convirtió en una prodigio de la medicina herbal y una experta en el combate. Pero, sobre todo, había forjado una vida en aquel mundo. Las chicas de la mansión de la madame se convirtieron en sus hermanas; la aconsejaban, la guiaban y le enseñaron el dominio de las artes.

—La madame te espera en su oficina —anunció Miranda, poniéndose de pie y caminando hacia la mansión—. No tardes o te contaré otra historia de sus polvos de medianoche.

Eyra sonrió de lado y negó con la cabeza. Miranda se había vuelto una figura importante en su vida. La quería como a una madre, alguien que la cuidó y le brindó el cariño que tanto necesitaba.

Se dirigió a la oficina de la madame. Frente a ella estaban aquellas enormes puertas, igual que la primera vez. Solo que ahora, no entraría arrastrada, sin saber dónde estaba ni qué sucedía. Saludó a los guardias y cruzó la entrada.

La madame se encontraba junto a la ventana, fumando con expresión tranquila. Eyra sonrió y negó con la cabeza.

—Si los años no te matan, lo hará eso, vieja —bromeó mientras se sentaba en uno de los sofás—. Y si mueres, ya no podrás disfrutar de tus polvos de medianoche.

—Siempre tan insolente, mocosa —respondió la madame con una sonrisa de lado, soltando el humo lentamente—. Y ya sabes que eso no me matará… a menos que la medicina que me das sea solo un veneno.

Terminó de fumar y se sentó en su escritorio, tomando una carpeta y revisando su contenido. Eyra no pudo evitar recordar aquel primer encuentro. La única diferencia era que ahora, aquella mujer ya no le parecía fría ni carente de alma. La veía como alguien fuerte, alguien que había superado mucho. Aunque no lo admitiera, en el fondo, la había llegado a considerar una abuela.

—Bueno, eso es todo —anunció, poniéndose de pie y entregándole un sobre—. Mañana por la mañana partirás de la mansión.

Eyra tomó el sobre y sonrió.

—No me extrañes demasiado, ¿sí? Sabías que este día llegaría.

—Lo sé —respondió la anciana. Sin previo aviso, sorprendió a Eyra con un cálido abrazo—. Eres fuerte, mocosa, y sé que estarás bien —se separó y le dedicó una sonrisa maliciosa—. Ve y dale su merecido a esas malditas monjas.

—Eso no lo dudes, Thyra.

Con esas palabras, Eyra salió de la oficina rumbo a su habitación. Un baño caliente la esperaba. Se sumergió en la tina y dejó que el agua relajara su cuerpo por completo. Cerró los ojos y, con una sonrisa maliciosa, susurró para sí misma:

—La venganza ha comenzado.

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Bien como había prometido he vuelto a subir la novela, la corregí y arregle algunas cosas que no me gustaban y estaban de más.

Como siempre espero su apoyo para esta novela, dejen sus me gustas, por favor hagan sus comentarios, adoro leerlos. Y voten por esta novela, pues pretendo inscribirlo en el concurso de escritura creativa en la segunda temporada y me vendría bien su apoyo.

Y como dije en mi otra novela Soy la Emperatriz Villana estaré actualizando muy seguido para compensarles el tiempo que estuve desaparecida. Además, que estos maratones también los hago debido a que el día 29 se cumplió 2 años de haber publicado mi primera novela. Así que por favor espero su apoyo con esta obra y con las otras 2 que tengo. Una está completa y se llama Cambiando el Final y la otra aún está en transmisión, pero bastante avanzada que ya la había nombrado.

Como dijo nuestra bella protagonista la venganza ha comenzado y con eso el maratón que les prometí en el grupo.

Besos para todas/os 😘

Y que tengan un bello fin de semana 😊 💕