Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
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Capitulo N°13
Leonardo Devereux no estaba acostumbrado a sentirse así. La incertidumbre, la impaciencia, la ansiedad de querer ver a alguien sin una razón justificada. Era ridículo. No entendía cómo una sola persona podía alterar su equilibrio de esa manera. Desde que vio a Evangelina en la casa de su abuela, no había podido sacarla de su cabeza. Y ahora, ella estaba en su empresa, trabajando en el mismo edificio, a solo unos pisos de distancia. Pero eso no significaba que pudiera simplemente bajar y hablarle sin más. No, debía encontrar la manera correcta de acercarse sin parecer sospechoso o peor aún, intimidante.
Pasó la mayor parte de la mañana revisando informes que apenas podía leer con claridad. Sus pensamientos estaban en otro lugar. En ella. En cómo se vería con su uniforme de trabajo, en si estaría sonriendo o frunciendo el ceño mientras se concentraba. En si ya habría hecho amigos entre los becarios, en si alguien la habría notado como él la había notado.
Finalmente, la excusa llegó sola. Una junta con el equipo de investigación. Era perfecto. Si bien su posición como CEO no lo obligaba a asistir a reuniones menores, hacía tiempo que no se involucraba directamente con el departamento. Nadie sospecharía nada si aparecía por allí.
Cuando bajó al piso de investigación, el ambiente era distinto al de los niveles ejecutivos. Aquí, la gente se movía con energía, discutiendo proyectos, compartiendo ideas en los pasillos. Al entrar a la sala de reuniones, su presencia provocó un silencio inmediato. Algunos empleados se enderezaron en sus asientos, otros disimuladamente cerraron sus notas y pantallas.
Y entonces la vio.
Evangelina estaba sentada cerca de la esquina de la mesa, con una libreta abierta y un bolígrafo en la mano. Sus ojos reflejaban sorpresa al verlo, pero no la tensión o el temor que vio en los demás. Ella no parecía impresionada ni nerviosa. Solo curiosa. Eso le hizo sonreír internamente.
—Buenos días —dijo con su característica voz firme. —He decidido asistir a esta reunión para conocer más de cerca los proyectos en los que está trabajando el equipo.
El director del departamento asintió de inmediato y comenzó a exponer los avances. Leonardo apenas prestó atención. Su mirada viajaba de los documentos a Evangelina, observando su expresión mientras tomaba notas y escuchaba con atención. Se notaba que era dedicada, enfocada.
Cuando la reunión terminó, Leonardo se levantó lentamente, sin dejar de observarla. Evangelina también se puso de pie, organizando sus cosas con calma. Parecía ajena al hecho de que él seguía allí.
—Señor Devereux, fue un honor tenerlo aquí —dijo uno de los jefes de proyecto.
—Lo mismo digo —respondí sin apartar la mirada de Evangelina. —Señorita Ríos.
Evangelina levantó la vista sorprendida.
—Sí, señor?
—Me gustaría hablar con usted un momento.
El silencio que siguió a sus palabras fue incómodo. Todos en la sala intercambiaron miradas, tratando de ocultar su sorpresa. Era insólito que el CEO pidiera hablar en privado con una becaria.
Evangelina, por su parte, pareció sopesar la situación antes de asentir.
—Por supuesto.
Leonardo salió de la sala con ella siguiéndolo. Caminó por el pasillo hasta llegar a un balcón que daba vista a la ciudad. El aire fresco le pareció un alivio comparado con el ambiente cargado de la oficina.
—No quiero robarle mucho tiempo —dijo, cruzándose de brazos. —Solo quería felicitarla. Su presentación y participación en la reunión fueron notables.
Evangelina lo miró con atención, como si tratara de descifrar sus intenciones.
—Gracias. Intento hacer mi mejor esfuerzo.
—Eso es evidente.
Un silencio incómodo se instaló entre ellos. Leonardo sintió la urgencia de decir algo más, de prolongar la conversación. Pero su mente, por primera vez en años, parecía no encontrar las palabras adecuadas.
—¿Le gusta trabajar aquí?
Evangelina sonrió ligeramente.
—Apenas es mi segundo día, pero me gusta el ambiente. Y me apasiona lo que hago.
—Eso es lo importante —asintió lentamente.
Ella miró su reloj y dio un paso atrás.
—Bueno, debo volver al trabajo. Gracias por tomarse el tiempo de hablar conmigo, señor Devereux.
Leonardo sintió una punzada de frustración cuando la vio girar para irse. No quería que la conversación terminara tan rápido.
—Señorita Ríos.
Ella se detuvo y lo miró de nuevo.
—No dude en venir a mi oficina si necesita algo.
Evangelina inclinó la cabeza con una expresión de sorpresa antes de sonreír.
—Lo tendré en cuenta.
Leonardo observó cómo se alejaba por el pasillo, sintiendo un extraño vacío al verla partir.
Detrás de una puerta cercana, su secretaria observaba la escena con interés antes de sacar su teléfono y marcar un número.
—Señor, tiene razón. El CEO está pendiente de la becaria. No sé qué está planeando, pero definitivamente no es algo común en él.
Del otro lado de la línea, una voz masculina rió con incredulidad.
—Interesante. Parece que Leonardo finalmente ha encontrado a alguien que llame su atención.
La secretaria colgó y suspiró. Esto iba a dar mucho de qué hablar.