Arabela, una joven tranquila, vive su adolescencia como una etapa de experiencias intensas e indescifrables.
NovelToon tiene autorización de Vero Vero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAP 13. ALUCINACIÓN
¿Por qué jugaba así conmigo? Creí que comenzaba a haber algo de verdad. Ese beso en nuestro escondite parecía sincero, sin ataduras o forzamiento. Si yo lo sentía así, ¿ella también lo haría? En mi estómago un vacío no me dejaba concentrar, me exigía que lo llenara, pero no podía porque lo único que podía llenarlo era saber algo de ella. Papá no me había contado nada acerca de la mamá de Rebeca, por lo regular se la encontraba seguido en el mercado. Sin noticias, sin información, estaba andando sobre un lienzo en blanco, parecía ser toda una fantasía, Quizá Rebeca es un invento, yo la inventé, todo mundo actúa como si no pasara nada sin su presencia, ni siquiera Edgar parece alarmado por su ausencia. Siendo un jueves cualquiera Claudia y yo compartimos asiento en una de las jardineras.
—¿Sabes algo de Rebeca? —pregunté sosteniéndome de la orilla del concreto.
—Nada —negó con la cabeza y columpio sus pies—, pero te tengo algo. Es sobre la chica de la papelería.
Claudia se portaba indiferente, antes era su amiga, ¿ya no le importaba más? ¿le acabo de preguntar por ella? o ¿no lo hice? Quizá no, quizá y en verdad nunca estuvo, ¿por qué nada se siente real? ¿Esto está pasando?
—¡Arabela! —escuché el grito de Claudia antes de fundirme en la plena oscuridad. Parpadeé algunas veces y encontré a papá frente a mí poniendo una taza en mi mesita de cuarto, espera, ¿mi cuarto? puedo ver el techo, tengo el edredón sobre mí.
Una pesades se apoderó de mis párpados, no supe cuánto tiempo pasó.
—Hola —Vi a Claudia sentada al lado de mi cama sosteniendo mi mano —¿cómo te sientes?
Seguí parpadeando hasta verla con claridad?
—¿Tú me trajiste?
Se rió un poco.
—No, en cuanto te desvaneciste, avisé a una de las profesoras y te llevamos a la enfermería. Tu papá te trajo en un taxi.
—¿Él me cargó?
—Sí, ¿no te acuerdas? parecía que estabas despierta, parpadeabas igual que ahorita.
Lo bueno que estás mejor, me asusté mucho cuando te vi perder el conocimiento. La enfermera dijo que se te bajaron las defensas. ¿No has comido bien? ¿Por qué no me dijiste? te alimentaré lo necesario para que no vuelva a pasar —me regañaba indignada.
—Lo lamento —guardé silencio.
—¿Por qué te disculpas?
—Por asustarte, no tenía idea si comía bien o no.
Y era así, los últimos días dejé de poner atención en lo que hacía, mis pensamientos me consumieron por completo, era la incertidumbre y yo en el un ring. Nadie te avisa que cuando la preocupación te consume tu cuerpo se bloquea y no hay apetito, ni ganas, ni energía, solo existes, actuando como si no importara, mientras las historias inventadas te carcomen por dentro.
—Bueno, no es necesario, además tú eres la enferma, yo debería disculparme por no darme cuenta de lo que te pasaba.
—No eres mi papá para tratar de cuidarme todo el tiempo.
—No lo soy, pero me importas mucho —aclaró apretando mi mano—. Me tengo que ir. Te veo el lunes en la escuela, si te sientes bien para entonces —se levantó.
—Mañana.
—No, aún te ves pálida. Además le dieron la indicación a tu papá de que estuvieras en reposo.
—Gracias.
—¿Qué?
—Por cuidarme tanto.
Claudia volvió a tomar mi mano.
—Arabela siempre serás alguien especial para mí.
Una contracción incómoda apareció en mi estómago.
—Te refieres a ...—quería que ella terminara mi oración.
—Me refiero a que eres mi amiga, ya te lo he dicho.
Sonreí exhausta, me abrazó y se marchó. La escuché despedirse de papá, un momento después él entró.
—¿Ella es?
Negué.
—No me molestaría, parece una niña amable.
—Papá, es mi amiga.
—Bueno, una muy buena amiga. Me acompañó a casa para ver que llegaras bien.
Las acciones de Claudia me tenían muy sorprendida. Daba todo por mí y yo me negaba a aceptarlo por esperar respuesta de un fantasma.
—No te molestaré con eso, prefiero que descanses y te recuperes. Ten toma un poco de té —me extendió la misma taza humeante que antes había dejado en mi mesita—. Hoy no pienses en nada, relájate y duerme un poco.
Que me relajara, ¿dónde estaba el botón para indicarle eso a mi mente? por suerte mi cansancio era tanto que no tarde en quedarme dormida.
El viernes me quedé en cama. Tenía un poco más de energía, escuché música con mis auriculares y me puse a hojear una revista, los platillos de la batería inundaban mis oídos en cada vuelta de página. Papá había ido a atender el local de fruta lo que significaba: yo contra mi cabeza y si no podía controlar mis pensamientos referentes a una chica desaparecida me volvería loca, ¿más loca?
De por sí creer en una posible relación con ella, más que una locura, era una utopía. Estaba enferma por llenarme la cabeza de preguntas y respuestas, todas relacionadas con la chava que me besó en semana inglesa. Estaba enferma y ella no lo sabía, no le interesaba y seguro estaba haciendo su vida como si yo no existiera, ¡alto Arabela! Ella acaba de perder a alguien cercano. No solo a alguien, su hermanito. Estás siendo egoísta, tanto como para solo pensar en tus deseos, si ella no aparece es porque tendrá algo importante que resolver. Al menos eso es lo que intentaba hacerme creer, que no era una persona más en su vida, tan insignificante que no pudiera hablar conmigo sin que alguien más nos viera, que no pueda estar con ella enfrente de las demás personas, que no pueda besarme sin considerarlo un misero juego.