Arabela es una adolescente que la mayor parte del tiempo se la pasa perdida en sus pensamientos, tratando de entender el interés que despertó en una de sus compañeras de salón, cuando antes de jugar botella ambas eran invisibles en la vida de la otra.
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CAP 13. COMO UN SUEÑO
—Espera —Rebeca se mostró desconcertada—. No tan rápido, no creas que soy tan fácil como todos esos chavos con los que te has acostado.
—¿Es una indirecta? —alzó una ceja.
La molestia se presentó en mis facciones.
—Está bien —intentó tranquilizarme. —Arabela —sostuvo mi mejilla—, en medio de esta penumbra en la que estamos sumergidas, ¿quieres ser mi novia?
Me deslicé entre las sábanas buscando su boca, de nuevo la respiración descontrolada, de nuevo las palpitaciones en mi pecho, nuestros cuerpos se hablaban y cuando menos me di cuenta mi torso estaba sobre ella. Nuestras bocas seguían siendo una. En ese instante descubrí la debilidad que Rebeca tenía por mi espalda, rozaba sus dedos Justo a la orilla de la pretina de mi pantalón no lo bajaba, pero sus yemas se escondían debajo de la tela, erizando mis bellos al mínimo roce.
—Bésame el cuello como tú lo harías —pidió y descendí dejando huella de mis labios a lo largo de su piel. Delicioso, provocador, adictivo, escuchar su respiración a límite siendo yo la causante.
Acaricié su torso por debajo de la camiseta, los espasmos la hicieron exhalar. Por fin su clavícula sería mía, recorrí su forma empapandola de besos. Mi mano ascendiendo por su torso despertaba cada poro, los tensaba como espinas listas para la adrenalina.
—Amor —detuvo mi mano.
—¿Qué? —una ola súbita recorrió mi pecho.
—No, quiero decir "no".
—Ah —Me quedé sin habla. Las palabras no tenían ningún parecido, pero lo dejé pasar.
—Nunca he estado con una mujer —Rebeca tomó mi mano en su puño asustada.
—Yo tampoco —respondí.
—¿Está bien si solo nos abrazamos?
Asentí alzando la comisura de mis labios.
Le di espacio para que se acostara en mi brazo, ella rodeó con el suyo mi espalda. Cerré un momento los ojos y cuando los abrí, Rebeca me observaba con la quijada elevada.
—¿Te encuentras bien? —pregunté preocupada. Ella asintió alzando aún más su cara para alcanzar mis labios, mis párpados descendieron por la complacencia.
—¿No que solo querías que nos abrazáramos?
—Sí, pero también quiero tus labios, nunca me voy a cansar de besarlos.
Los besos siguieron lentos, delicados, resbaladizos hasta no haber más movimiento y la piel entrelazada se quedara así por toda la noche.
Al menos mantuve esa sensación hasta justo antes de despertar y ver que ya había amanecido. A mi lado un vacío doloroso me acompañaba. ¿Todo fue un sueño? No podía ser, besé a Rebeca, lo sé, la besé porque ambas lo deseábamos. Toqué mis labios, los lamí saboreando la escasez de la esencia de fresa. Arrojé la cobija a un lado y corrí a la puerta de mi cuarto.
—Buenos días, hija —escuché decir a mamá cuando salí al pasillo—. Rebeca se fue muy temprano —apenas dijo y me volví a encerrar.
No fue un sueño ella estuvo aquí. Festejé saltando con los brazos arriba, giré mi cabeza en uno de esos ademanes de festejo y mi atención fue robada por una hoja tirada en el suelo. Me acerqué a levantarla.
Qué lindo pasar la noche contigo, chica inteligente.
Tuve que ir a casa por los libros que nos tocan hoy. Iré a la escuela lo más pronto posible. Te veo allá.🖤✨
Por favor, no tardes, quiero seguir disfrutando de los besos de MI NOVIA 🖤🖤🖤
Sonreí, porque era lo único que me salía, sonreí hasta hacer doler mis cachetes. Me alisté lo más rápido que pude, salí de nuevo al pasillo con la mochila en la espalda lista para irme.
—Invité a desayunar a Rebeca, pero dijo que tenía prisa, ¿tú no vas a desayunar?
—No, me voy, porque se me hace tarde —apresuré el paso.
—Apenas son las 6:00, la escuela no está tan lejos —alcancé a escuchar a mamá decir antes de cerrar la puerta de casa. Nada podía impedir que corriera hacia ella, hacia mi novia.