Siempre nos hablan del tiempo como algo lineal, primero el pasado, luego el presente y por último el futuro y también nos hablan de que el único tiempo real es el presente, porque el pasado ya pasó y el futuro no está hasta que llega, pero ¿Qué tal si no fuera así? ¿Qué pensarías si te digo que el tiempo, paradójicamente, es y no es línea a la vez? ¿Y que vivimos varios momentos al mismo tiempo y esto no se limita para nada al presente?
Te invito a descubrir poco a poco la complejidad de esta historia y a sumergirte en un océano de emoción a medida que leas su trama.
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Capítulo XIII, Andrew
Nuestro equipo de basquetbol había quedado en el bloque D cuando se realizó el sorteo para distribuir los equipos que representaban a los diferentes liceos y actualmente sólo quedaban tres partidos en nuestro bloque, si ganábamos contra los Tigres plateados, representantes del liceo U.E.P Portadora de Luz, sólo nos faltaría ganar un partido para quedar en primer lugar del bloque y avanzar a los octavos de final del torneo. El partido que vendría después de eso en nuestro bloque sería para decidir el tercero y cuarto lugar.
Los Jaguares Blancos estaban en el bloque C, lo que significaba que, si ambos seguíamos ganando, nuestro equipo se enfrentaría a ellos en la semifinal. Pero no importa a cuál equipo enfrentáramos, a estas alturas ningún equipo sería un rival fácil, ninguno sería un enemigo pequeño.
Estábamos entrenando, el entrenador nos había dividido en dos equipos, en uno había tres titulares y dos suplentes y en el otros dos titulares y tres suplentes. Yo estaba en el equipo con los tres titulares y lo vergonzoso es que estábamos perdiendo catorce a diez y estaba por terminar el primer tiempo.
—¡Vamos equipo! —grité mientras driblaba más rápidamente y superaba la doble marcación que me estaban haciendo los suplentes Marcos y Alberto. Inmediatamente después hice un pase a Armando y este le hizo un pase William, que realizó un tiro de tres puntos, se sintió la absoluta tensión hasta que resultó ser una canasta liquida y entonces sonó el silbato del entrenador, anunciando el fin del primer tiempo.
Durante el segundo tiempo nos esforzamos mucho por dar vuelta al marcador, sin embargo, no sólo no pudimos darle vuelta, sino que al final perdimos dieciséis a trece. En ningún momento del partido de practica tuve alguna premonición y ciertamente el otro equipo estaba mejor coordinado, aunque la mayor parte del segundo tiempo los obligamos a concentrarse en la defensa.
—¡Los perdedores deben dar cien vueltas trotando alrededor de la cancha! —gritó el entrenador.
Hice las cien vueltas sin que me pesara el hecho de hacerlas, pero en cambio sintiendo decepción por haber perdido el partido.
Al concluir el entrenamiento fuimos a ducharnos y cambiarnos, todavía teníamos por delante el día de clases.
Hasta ahora sabía que en el primer trimestre escolar había aprobado las primeras ocho materias, las que restaban por saber eran matemática, física, química y biología, ese día me enteré que esas también las había aprobado, aunque en el caso de biología fue con la nota mínima aprobatoria.
En lugar de ir directamente a casa, me fui a un parque de la nueva zona donde vivo, en el cual hay una cancha de basquetbol. La cancha estaba sola. Llevaba mi balón personal y me puse a practicar doscientos tiros de cien puntos, planteándome la meta de encestar al menos ciento ochenta. Logré encestar los doscientos.
«La práctica hace al maestro, aunque hay que reconocer que así es mucho más fácil, no hay nadie intentando bloquearme.»
Llegué a mi casa media hora después y apenas entré, de pronto todo se tornó oscuro. Cuando me di cuenta estaba otra vez en la sala del trono.
—Su majestad —dije instintivamente mientras me daba cuenta que estaba en el suelo y de que sólo estaba psíquicamente en ese lugar y que mi cuerpo probablemente se encontraba desmayado o quizás dormido, afortunadamente había entrado a tiempo a la casa.
—Ahora, pequeño vasallo, tu primera misión es darme un informe detallado acerca de todo lo relevante que sabes sobre como es el mundo en el tiempo del que vienes y cómo es el reino en el que vives. —ordenó el rey.
—Sí, su alteza.
A partir de ese momento supe que esta situación se dirigía a un punto realmente muy malo y que no había forma de retornar.