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Promesas De Hielo Y Fuego

Promesas De Hielo Y Fuego

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado / Amor-odio / Diferencia de edad / Venganza de la protagonista
Popularitas:9.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Valentina Claros

En el frío norte de Suecia, Valentina Volkova, una joven rusa de 16 años con ojos de hielo y cabello dorado, se ve obligada a casarse con su padrastro, Bill Lindström, un hombre sueco de 36 años. Marcados por un pasado lleno de secretos y un presente lleno de tensiones, ambos deberán navegar entre el deber, el resentimiento y una conexión que desafía las normas. En un matrimonio tan improbable como inevitable, ¿podrá el amor surgir de las cenizas de la obligación?

NovelToon tiene autorización de Valentina Claros para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

XI. För evigt på paus (Para siempre en pausa)

El primer día que Valentina pudo sentarse en su cama, sostenida por un montón de almohadas y con las piernas cubiertas por una suave manta hospitalaria, se sentía tan frágil como si un simple suspiro de viento pudiera derribarla. La neumonía había dejado un rastro devastador en su cuerpo, y las infecciones secundarias habían exigido tratamientos tan agresivos que parecía haber perdido parte de sí misma en el proceso.

Bill estaba sentado en la silla junto a su cama, con las manos entrelazadas y los codos apoyados en las rodillas. Durante semanas, había visto a Valentina debatirse entre la vida y la muerte, y aunque ahora respiraba sin la ayuda de las máquinas, su fragilidad era un recordatorio constante de lo cerca que había estado de perderla.

El médico encargado del caso había sido claro: Valentina necesitaba tiempo, no solo para sanar físicamente, sino también para enfrentar las secuelas emocionales y psicológicas que inevitablemente surgirían tras una experiencia tan traumática.

—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Bill con un tono más suave de lo habitual.

Valentina lo miró con desconfianza, aunque no tenía la energía para pelear como antes.

—Cansada.

Era una respuesta simple, pero cargada de un significado profundo. No solo estaba cansada físicamente; su mente y su espíritu también llevaban el peso de semanas de sufrimiento y tensión acumulada.

Bill soltó un suspiro, pasando una mano por su cabello castaño claro. Había tomado una decisión, y aunque sabía que no sería suficiente para reparar todo lo que había sucedido entre ellos, sentía que era lo correcto.

—Valentina… —comenzó, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. He estado pensando mucho en esto. Sobre nosotros, la boda, y todo lo que ha pasado.

Ella lo miró fijamente, sus ojos verdes cargados de una mezcla de incredulidad y cautela.

—No quiero hablar de la boda.

—Lo sé, y no tienes que hacerlo. Solo quiero que sepas que he decidido posponerla indefinidamente.

El silencio que siguió a esas palabras fue pesado, como si el aire en la habitación se hubiera congelado. Valentina parpadeó, confundida, intentando procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que no habrá boda hasta que estés completamente bien —continuó Bill, inclinándose hacia ella para asegurarse de que entendiera—. No solo físicamente, sino también emocional y psicológicamente.

Los médicos habían dejado claro que Valentina necesitaría meses de recuperación. Su neumonía había causado daño pulmonar temporal, lo que significaba que tendría que asistir a sesiones regulares de fisioterapia respiratoria para fortalecer sus pulmones. Además, el uso prolongado de antibióticos había debilitado su sistema inmunológico, por lo que también requeriría suplementos y una dieta estricta para recuperar fuerzas.

Cada día en el hospital seguía una rutina estructurada:

Mañanas: Valentina comenzaba con ejercicios de respiración guiados por un terapeuta. Inspiraba profundamente a través de un dispositivo que medía su capacidad pulmonar y luego exhalaba lentamente. Estos ejercicios, aunque simples, la agotaban rápidamente.

Tardes: Recibía sesiones de fisioterapia para recuperar la movilidad en su cuerpo debilitado. Aunque estaba sentada o recostada la mayor parte del tiempo, los músculos de sus piernas y brazos habían perdido fuerza considerable.

Noches: Se enfocaban en su salud mental. Una psicóloga la visitaba regularmente para ayudarla a procesar el trauma de su enfermedad y su relación conflictiva con Bill.

Una mañana, mientras Valentina intentaba concentrarse en su terapia de respiración, Bill entró en la habitación con una bandeja de comida. Había ordenado que el chef del hospital preparara un menú personalizado para ella, con platos cuidadosamente seleccionados para maximizar su recuperación.

—Pensé que quizás preferirías algo que no supiera a plástico —dijo, dejando la bandeja en la mesa junto a su cama.

Ella apenas lo miró, pero aceptó la comida. Aunque su apetito había mejorado, todavía se sentía débil y poco interesada en comer.

—¿Por qué haces esto? —preguntó de repente, rompiendo el silencio.

Bill se detuvo, sorprendido por la pregunta.

—Porque es mi responsabilidad cuidarte.

—No lo es —replicó Valentina, con una chispa de desafío en su voz—. No eres mi padre, y definitivamente no quiero que seas mi esposo.

Bill apretó los labios, sintiendo la frustración acumulada durante semanas.

—Eso ya lo sé, Valentina. Pero nada de eso cambia el hecho de que estoy aquí, y no voy a irme.

La conversación terminó ahí, pero las palabras de Bill resonaron en la mente de Valentina. Por mucho que lo detestara, no podía negar que había estado a su lado todo este tiempo, aunque la razón detrás de ello seguía siendo un misterio para ella.

A medida que pasaban los días, Valentina comenzó a mostrar signos de mejora. Sus pulmones recuperaban lentamente su fuerza, y aunque todavía tenía que depender de medicamentos, ya podía dar pequeños paseos por los pasillos del hospital con la ayuda de una enfermera.

Sin embargo, emocionalmente, seguía sintiéndose atrapada. Las visitas de Bill eran constantes, pero su presencia solo servía para recordarle todo lo que había perdido desde la desaparición de su madre.

Una semana después, mientras Valentina se preparaba para su primer paseo fuera del hospital, Bill se acercó a ella con un sobre en la mano.

—Esto llegó para ti —dijo, entregándoselo.

Valentina lo abrió con manos temblorosas. Era una carta de su terapeuta, detallando los pasos que tendría que seguir después de salir del hospital: sesiones de terapia semanal, una rutina de ejercicios moderados y, lo más importante, evitar cualquier tipo de estrés emocional.

—¿Vas a seguir todas estas recomendaciones? —preguntó Bill con una ceja levantada.

Ella lo miró con una expresión que mezclaba agotamiento y resignación.

—No tengo otra opción, ¿verdad?

—No —respondió él con firmeza—. Pero eso no significa que tengas que enfrentarlo sola.

Esa noche, mientras Valentina se acomodaba en su cama hospitalaria, pensó en las palabras de Bill. Aunque seguía desconfiando de él, había algo en su actitud que parecía diferente. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que el control que había ejercido sobre su vida estaba disminuyendo, al menos un poco.

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Beatriz Coelho
Lo que no entiendo es cómo le dan tanto poder y le enseñan a manejar negocios si es una niña de 16 años o ya para 17, no estudia no va a la preparatoria???
y de paso es una maquiavélica...no, no, no aburre
Magda borquez
mucho preámbulo. repite mucho. da vueltas en lo mismo...
Magda borquez
una pregunta... Valentina no estudia? sólo tiene 16 años...
Mayelin Almonte
fotos porfavor
うacacia╰︶
Quiero saber más, ¡actualiza pronto! ❤️
Celia Luis Huamani
Emocionada por la continuacion
Max >w<
No puedo esperar a leer el siguiente capítulo! 😃
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