sin darse cuenta, Renata muere en un evento de moda en Paris. al despertarse, se da cuenta que ahora está en el cuerpo de una extra patética que se deja pisotear por la villana. pero no, está vez, Renata protegerá al protagonista de la Miranda, la villana.
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capitulo 20: Dudas.
La luz de la luna se filtraba a través de las grandes ventanas del salón. El ambiente, cargado de solemnidad, era interrumpido solo por el suave crujido del suelo de mármol bajo los pasos de Edward, cuya expresión se tornaba cada vez más grave a medida que se acercaba a su hermano, el emperador, al lado de una hermosa doncella siendo ella Diana.
— Edward, gracias por venir tan pronto. Sé que la carta te dejaría sorpresa.
— No podía quedarme en el ducado sin saber qué sucedía.
Dorian dio un paso al frente, la ansiedad reflejada en sus ojos.
— seré directo. Voy a necesitar que te quedes aquí, en el trono. La situación es... más complicada de lo que creí.
Edward frunció el ceño, cruzando los brazos. La idea de sentarse en un trono nunca había sido de su agrado.
— ¿Por cuánto tiempo? Sabes que no me siento cómodo en esa posición. De hecho, lo dejé claro cuando aún padre vivía.
Dorian se pasó la mano por el cabello, su mente girando como un torbellino.
— Hasta que regrese con ella. Hay una mujer... es peligrosa, y no puedo dejar el imperio desprotegido mientras trato de resolver esto. Necesito que mantengas el control hasta entonces.
Edward miró a su hermano, buscando la verdad en sus palabras. El peso del imperio no era nada fácil para él.
— ¿Por qué no mejor mandas a alguien más? Si es una criminal da una orden para arrestarla.
— ya te lo dije. No es fácil, además, no puedo dejar que Diana vaya sola. Yo... Te lo explicaré una vez que vuelva. Además, No habrá un problema si el duque actúa con la prudencia que le ha caracterizado. Confío en ti, hermano.
Edward bajó la mirada, sintiéndose atrapado entre este nuevo deber y responsabilidad.
— Está bien. Me quedaré aquí. Pero no me pidas que asuma más de lo que puedo manejar.
— Gracias, Edward. Te prometo que todo esto valdrá la pena. No te molestaría si no fuese grave la situación.
— ¿Tan grave es?
— si esa mujer consigue lo que quiere, puede costar el destino de Heine, una nueva guerra. Confío en tí.
Edward asintió lentamente, sintiendo el peso del trono presionando su pecho. La decisión había sido tomada y, aunque su corazón no estaba en ello, sabía que no podía fallarle a su hermano.
— Bien, entonces. Haremos que esto funcione.
Una promesa que llevaría a uno de los hermanos lejos y dejaría al otro como guardián de un imperio en tiempos inciertos.
_________________ al día siguiente. Imperio Elysium, capital de Elinor.
Un aire de melancolía envuelve el lujoso salón del ducado principal del imperio donde los altos ventanales dejan entrar un sol tenue que baña el lugar en tonos dorados. Las paredes, decoradas con los retratos de esta familia, parecen murmurar secretos de tiempos pasados y ahora, uno recién es colgado a la pared. Miranda, con su cabello ondeando suavemente, observa desde un rincón, contemplando la figura del Duque Alaryc, su esposo, parado detrás de los trabajadores que colgaba el retracto de él y Miranda en su día de bodas.
Su aspecto es cautivador; su largo cabello blanco como la nieve se mezcla con los rayos de luz; sus ojos verdes, profundos y llenos de ternura, llevan una chispa de inocencia que contrasta con su porte fuerte y noble.
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El Duque se gira, dirigiendo una mirada llena de devoción hacia Miranda, quien, aunque hermosa, siente una sombra alrededor de su corazón. El hechizo que lo ata a ella es su mayor carga, una brujería que lo hace amarla de manera apasionada.
— Miranda, ¿Te gusta?
— es maravilloso...
— jamás imaginé esta vida con una mujer tan hermosa.
— Al, me hace apenar.— ríe ella.
— cuando me dijiste que escapaste de unos bandidos con tu madre tenía que protegerte a pesar de no conocerte. Ya el resto es historia que conocemos y que me hace feliz de recordar.
La mirada de Miranda, apenas un destello de alegría, se empaña con la carga de la verdad que oculta.
— Sí, mi querido Alaryc. No sabes cuánto te agradezco por tu ayuda.
El Duque la toma de la mano, un gesto tierno que normalmente llenaría su corazón de felicidad,
— vámonos... Iremos a pasear un poco a la capital.
Miranda asiente, su corazón lucha contra el sentido del deber que la lleva a mantener el hechizo. Se siente atrapada en un amor que ha manipulado, aunque nunca quiso que fuera así.
“ hace un mes que escape de Heine. Me encontré al duque el bosque y con la excusa de los bandidos, él me dejó estar bajo su amparo. Para volver a tener la vida que siempre quise no me quedó de otra que atraparlo con un poco de tónico de rosas que me quedaba. Funcionó y él se enamoró de mi que aceptó casarse... Pero ahora, siento un poco de cariño con mi víctima... Y no debería, aún así, Alaryc es demasiado cariñoso que me resulta difícil."
Alaryc se detiene al notar algo, sus ojos verdes enfocados en ella, como si intentara ver más allá de la superficie, como si supiera que hay más en su historia de lo que ella permite que se vea.
— ¿Por qué veo esa tristeza, Miranda? Soy feliz contigo, y eso debería ser suficiente.
— no es nada, lo prometo. Soy más que dichosa de ser tu esposa.— ella lo besa y siguen si camino.
Miranda, atrapada entre el amor que por él siente y la angustia de su propia hechizo, se da cuenta de que el verdadero desafío no es sólo enfrentar la magia que la une a Alaric. No obstante, trata de repetirse lo mismo.
“ solo debo usarlo... No debo enamorarme de él. Poder y estatus es lo que debo conseguir..."
Pensó Miranda, con cierta obligación de repetir en su mente.
Ella le va a ir bien siendo que manipuló al Duque desde el principio?, y si el ya tenía una mujer que ama? o una prometida y con ella se querían, no está bien que quieran que Miranda sea feliz a costa de un hechizo que uso para Hipnotizar a la víctima.
Si quieren que Miranda se redima es hacer las cosas bien, pagar por las cosas que hizo