sin darse cuenta, Renata muere en un evento de moda en Paris. al despertarse, se da cuenta que ahora está en el cuerpo de una extra patética que se deja pisotear por la villana. pero no, está vez, Renata protegerá al protagonista de la Miranda, la villana.
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capitulo 23: Extrañeza.
El duque Alaryc y el emperador Dorian siguieron hablando sobre este asunto que se volvió tan crítico como urgente desde que el duque entendió las palabras de su majestad. El efecto del té comenzó a despojar a Alaryc de su frenética necesidad de proteger a su esposa. Una sensación extraña se apoderó de él, un vacío que se profundizaba por momentos. Se sentía afligido y pálido, como si una sombra se hubiera extendido dentro de su pecho.
— ¿Es verdad lo que dices? ¿Acaso he vivido con una mujer que me ha engañando como un estúpido? Además... Dices que ella tiene una magia con las flores. ¿No?
— Ella tiene un don, duque. Dones que van más allá de lo que puedes imaginar, y que la conectan con las plantas y las flores. Usa su magia para crear tónicos, para manipular o para lo que necesite.
Alaryc sintió un escalofrío recorrer su espalda. No quería pensar en las implicaciones de lo que Dorian estaba diciéndole. Sin embargo, la verdad empezaba a filtrarse en su mente, remplazando la imagen que tenía de su esposa.
— por eso... Por eso me enamoré de ella en poco tiempo... No sabía que me pasaba, pero se sentía tan bien que me dejé llevar... Y ahora... Me siento como un estúpido
Dorian lo observó con comprensión, y, a pesar de su propia naturaleza imperiosa, su voz sono cómo un consuelo.
— no fue su culpa. Miranda uso todo lo que tenía para poderlo manipular y casarse con ella. Con eso, tendría una protección de un imperio igual de poderoso que el mío. Todo lo que le he contado es verdad. Yo solo deseo la seguridad de mi nación y Miranda es una criminal que se escapó. Ya le dije mis razones, duque.
Era como si Alaryc estuviera viendo a Miranda a través de un cristal empañado y, poco a poco, el cristal se estuviera limpiando, revelando una realidad que no quería enfrentar. En aquel momento, el sentimiento de necesidad de protegerla se convertía en un extraño desapego. Luego, su visión se volvió borrosa y sus manos comenzaron a temblar.
— ¿Qué es lo que tenía ese té?
— es su salvación. Le ayudará a ver con claridad, a comprender quién es realmente su esposa y qué papel juega en su vida. Lo llevaré a mi posada. Ahí descansará hasta que se recupere. Confíe en mí. Le prometo que no le haré daño.
Alaryc se afincó del emperador y ambos se marcharon caminando a paso lentos. Una vez en la posada, Alaryc siguió a Dorian hasta una habitación. La decoración era sencilla pero acogedora, con el aroma a flores frescas que casi lo tranquilizaba. Se dejó caer en la cama, sintiéndose más débil de lo habitual, con la mente nublada y el corazón agobiado por la incertidumbre de lo que vendría.
Mientras su cuerpo se relajaba hasta quedar dormido, la puerta se abrió y Diana entró con curiosidad. Se quitaba lentamente el delantal.
— el efecto del antídoto se nota, ¿Verdad, Dorian? Pronto, la magia de Miranda se desvanecerá.
— así es. Él... No mencionó mucho, pero su rostro ya no era el de un hombre preocupado por su esposa.
— ¿Le dijiste todo?
— absolutamente. Era necesario que supiera con quién se casó. Cuando se despierte, ruego a que no haya ningún rastro de magia en su ser.
________________ un par de horas después
La noche había caído sobre la posada. Las sombras danzaban en las paredes, y el aire se sentía fresco y ligero. Alaryc se despertó lentamente, sintiéndose algo pesado, como si una niebla densa lo hubiera envuelto durante horas. A su lado, Diana lo recibía con una sonrisa amable.
— buenas noches, duque Alaryc. Aquí tiene un poco de agua. Es importante que se hidrate.
Alaryc aceptó el vaso, sintiendo la frescura del líquido en su boca, lo cual aliviaba una sensación de resequedad que había estado allí desde que había tomado el té. Mientras bebía, sus pensamientos comenzaron a aclararse.
— Eres la misma mujer que me atendió en el café, ¿verdad? ¿Por qué actuaste así?
— Sí, así es. Mi intención al servirte el té era ayudarte. La magia de Miranda había atrapado tu mente y espíritu, y necesitaba que pudieras ver con claridad. A veces, nuestras percepciones son manipuladas por alguien que son muy malvados. Miranda no es la excepción.
Las palabras de Diana resonaron en la mente de Alaryc mientras se sentaba en la cama, sintiendo cómo la confusión de la tarde anterior comenzaba a desvanecerse, como el humo de un fuego que muere. Recordaba su conversación con el emperador Dorian y cómo cada palabra se encajaba en un rompecabezas que, por mucho tiempo, había estado incompleto.
— Entonces, ¿todo lo que creía saber sobre Miranda era una ilusión? El amor, la devoción… todo lo que yo sentía parecía tan real.
— ¿Y ahora?
— nada... Solo siento un extraño vacío.
Diana lo observó con compasión, comprendiéndolo a la perfección. El duque sintió cómo un sentimiento de extrañeza comenzaba a reemplazar la calidez que alguna vez había asociado con su esposa.
— Lo que experimentas es una mezcla de lo que fue y lo que ya no puede ser. Es normal sentir incertidumbre.
Alaryc cerró los ojos un momento, recordando con escalofríos los momentos felices con Miranda; risas compartidas, caricias tiernas, promesas al viento. Ahora, esos recuerdos se tornaban extraños, como si pertenecieran a otra vida.
— ese no era yo. B-bueno... Sí, pero... Ahora que la veo en mis recuerdos, no siento nada por ella...
En ese instante, Dorian entró en la habitación, su figura imponente y digna llenando la entrada. Con un leve movimiento, se acercó al duque, observando su estado recién despertado.
— ¿Cómo te sientes, duque? He oído que el antídoto está comenzando a hacer efecto.
— supongo que eso era el té. Mejor, su majestad. La niebla que me oprimía ha comenzado a despejarse. Sin embargo, al pensar en Miranda, todo lo que siento es una extrañeza.
Dorian asintió, una expresión de empatía cruzando su rostro. Sabía que la transición de la confusión al entendimiento era siempre un camino largo y doloroso.
— es un proceso, duque. Lo importante ahora es que comiences a reconstruir tu visión del mundo y, posiblemente, tu vida sin el velo de la manipulación de Miranda.
Alaryc miró a Dorian, sintiendo una mezcla de gratitud y vulnerabilidad. Agradecía la ayuda inesperada del emperador, aunque la carga de haber visto a su esposa de esta manera lo dejó sintiéndose expuesto y frágil.
— agradezco su apoyo, majestad. No sé qué futuro me espera, tampoco creo que si será posible reconciliar lo que siento por Miranda, pero… tengo que encontrar respuestas. ¿Puedo quedarme un rato más?... Necesito ordenar un poco más mi mente. Viví con alguien por más de un mes y ahora que no estoy bajo su manipulación, la veo como un ser desconocido.
Ambos aceptaron. Sabían que si el duque recuperaba su mente, habría mucha confusión ante la vida en la que llevaba. Luego de un tiempo no más de 40 minutos, Alaryc tomó la decisión de enfrentar a Miranda.
— yo... Estuve casado con alguien que apenas conocí, y que por su magia caí en un embrujo de amor. Ahora que he despertado de ese trance, deseo romper con esto. Me engañó y con el fin de tener un estatus, lo comprendí. Y tiene sentido. Yo jamás le importe y solo fui un títere para ella luego de su huida. Esta historia, la que me dijo, majestad, la creo por completo. Ese antídoto me abrió los ojos, de lo contrario, si yo amara realmente a Miranda, no hubiera funcionado esto...
Tomando su abrigo. Alaryc le agradece de corazón por romper este embrujo. Le promete tener comunicación sobre los asuntos pendientes.
— si ella es una criminal de su imperio, se la devolveré tan pronto sea posible. Me encargaré de que no escape y de enfrentarme a ella.