Entre La Razón Y La Piel

~Liam

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Gracias a su ineptitud, mi proceso de registro se aplazó otros cuatro días más. No era como si eso pusiera en riesgo mi participación en el seminario, por si es lo que buscabas, Allison. Pero sí me dejaba como un completo irresponsable frente a los docentes que lo organizaban, y eso era peor.

¿Qué hubiera pasado si mi memoria perfecta no hubiera recordado qué era exactamente lo que debía contener ese folder en ese preciso momento? Habría quedado como patético entregando las fichas incompletas sin darme cuenta, y retrasando todo aún más. No podía creer lo descuidada y poco profesional que estaba siendo, y lo peor del tema es que demostraba una total indiferencia que me frustraba bastante cuando tomaba ese comportamiento.

Con el pasar de los días, cambié de ensayar la introducción, a la primera parte del cuerpo de mi ensayo con Baudelaire. Y naturalmente, Allison también estaba ahí. Debo decir que yo estaba trabajando arduamente para que todo quedara impecable, pero mis pensamientos no dejaban de girar en torno a ese incidente. Planeaba callarme las cosas a la doctora y dejar que el proceso avanzara por si solo, pero me dejaba la incertidumbre de que se enterara por otros medios y perdiera la confianza que había depositado en mí.

Además, Allison llevaba rato lanzándome miradas burlonas cada vez que me equivocaba con algún punto, tenía la esperanza de que si confesaba esto en voz alta, por lo menos, se remordería en la culpa y la vergüenza por haber extraviado los archivos restantes. Así que tomé la decisión. Estaba hablando cuando me interrumpí a mí mismo, tomando aire, y con eso, provoqué que la maestra me observaba sin comprender por qué me detenía.

—Hay algo que quería discutir con usted.

Dije apenado, ¿y por qué yo era el apenado? Si había sido irrespondabilidad de otra.

—Claro, Liam. Dime.

Sentí el peso de su mirada, respiré hondo, tratando de controlar la irritación que provenía de las ojeadas que Allison me estaba dedicando detrás de su escudo de monitor. ¿Me parecía o se había puesto en alerta por si la acusaba?

De todas formas, me pareció muy infantil echarle la carga a otro en este tipo de situación, y seguramente a la doctora también, ya no estábamos en secundaria, no iba a ponerme en ese plan considerando que mi sensatez me precedía, por lo que omití ese pequeño detalle.

—Lo que pasa es que debido a un pequeño error administrativo —ajá, “administrativo”—, me faltan algunos archivos que necesito para completar el registro. —Baudelaire me miraba con atención—. Y me temo que eso ha causado cierta demora en el proceso para mi registro en la conferencia.

Sí, no merecía la pena arrastrarla. Aunque debería, ganas no me faltaban y el regaño que llegó después de eso, me hizo reconsiderarlo. A pesar de que evité mencionarla específicamente, seguía sintiendo el disgusto hacia ella invadiéndome.

Pude notar cómo la doctora tenía una ligera expresión de enojo y continué dándole explicaciones antes de que empeorara la percepción que tenía de mí, de nuevo, dejando de lado el nombre de Allison. Luego tendría que agradecerme por ello, yo estaba cargando con una Baudelaire molesta por algo que ella misma había causado. Me sentí fastidiado por no haber sido del todo honesto.

Alguien abrió la puerta, presenciando el panorama e inmediatamente se retiró luego de ver la escena en donde me estaban regañando como si fuera la escuela. Eso me enojó bastante, más le valía a Allison que no se corriera ningún otro rumor por esto. Mi molestia aumentó cuando vi en su dirección, claramente se estaba aguantando la risa.

Sentí un golpe directo en el orgullo, pero simplemente mantuve el silencio hasta que terminaron las reprimendas. Hablaba rápido, como si tuviese mucha energía retenida y necesitaba soltarla de inmediato, pasando de un pensamiento a otro casi sin usar pausas para respirar, yo asentía y solo decía “entiendo” o “por supuesto” cuando creía que era apropiado. No me quedaba de otra. Baudelaire se marchó después de concluir en que no esperaba que este tipo de situaciones se repitiera, y mucho menos de mi parte.

Cerró la puerta tras de sí, y me quedé a solas con Allison.

—Supongo que has disfrutado de lo que acabas de presenciar, ¿no?

Hablé de manera calmada, pero con resentimiento en mi tono. La condenada se liberó de su risa.

—Desde luego.

Crucé los brazos, cómo podía encontrar divertido el verme avergonzado por un descuido suyo.

—Sabes que pudiste haber evitado todo esto si hubieras revisado la maldita carpeta. Pero no. Tú nunca te molestas en ver las consecuencias de tus actos.

Me acerqué a ella hasta apoyarme en el escritorio. La observé desde mi altura, deseando que se sintiera minúscula desde su posición.

—Pero las consecuencias no recaen en mí.

Apreté la mandíbula, me hizo creer más en la teoría de que lo había causado a propósito. Y no me sorprendería para nada si fuera así.

—Son tus acciones las que me están jodiendo.

—Ash, ya —dijo con hastío, y siguió viendo la pantalla—. No seas llorón.

Y encima se atrevía a minimizar la situación.

—¿De verdad crees que estoy exagerando? —Sin responder, se puso los auriculares, como sabría que haría—. Me estás causando todo esto porque no pudiste ser tú, ¿verdad?

Desvaneció su expresión divertida a una de fastidio.

—Ya, Liam. Calla, por favor. Tengo trabajo que hacer.

Y ahora me mandaba a callar, impresionante. Mi cuerpo se tensó.

—¿Que me calle? Son importantes tus asuntos pero los míos que se jodan, ¿no?

Se estaba molestando. Claro, ella.

—Bla bla. Son unos cochinos papeles, por dios. Ya déjame trabajar.

—No seas tan arrogante —le di vuelta a su cabina para quedar a su costado, cruzado de brazos—. Podrías al menos disculparte.

Toció los ojos y giró su asiento para mirarme, fingiendo una sonrisa que se fue en los próximos dos segundos.

—Lo siento —dijo, y volvió a oprimir las teclas.

—¿Qué tan difícil es para ti disculparte sinceramente?

Allison miró hacia arriba y, con un movimiento rápido, se puso de pie para enterrar sus uñas en mi brazo y empujarme hacia la puerta, cosa que no me esperaba, y por la sorpresa me dejé llevar.

—¿Entiendes que tengo muchas cosas pendientes? Mi trabajo es muy —recalcó el “muy”— importante. Así que, por favor, voy a pedirte que ya no me molestes más.

Intentó cerrarme la puerta en la cara, pero detuve el golpe con el pie.

—¿Como mínimo podrías intentar tener algo de cuidado la próxima vez, en lugar de reírte de todo? —insistí.

Para qué me molestaba en razonar con alguien así. Tiró mi pie con el suyo.

—Ciao, Liam —y tiró la puerta.

Resoplé, pensando en lo difícil que era hacer que se tomara algo en serio. Nunca se podía discutir con ella como la adulta que se supone que era. Estaba reflexionando y quejándome sobre ello cuando escuché la voz de Camile saludando detrás de mí, alcé la vista, intentando guardar la calma.

—¿Enojado otra vez? —cuestionó, sosteniendo una caja entre sus manos.

—Algo así. Es solo que Allison ha estado realmente molesta hoy.

Creo que a ella le pareció cómica mi situación, porque rió, pero con una suavidad de la que no me nacía enojarme.

—¿Molesta por qué?

—Nada, solo me creó un leve problema al no revisar unos documentos que tenía en su poder. Y para colmo, se rió en mi cara cuando le dije lo frustrado que estaba.

Inclinó la cabeza, como un cachorro que intentaba comprenderte.

—Oh, entiendo.

Bueno, al menos desahogarme con alguien estaba ayudando de algo.

—Es —busqué las palabras con desesperación—, simplemente tan desordenada y poco profesional. Se toma a la ligera las cosas todo el tiempo.

—Y bueno —levantó la caja que se le iba resbalando—. Tampoco le caes muy bien que digamos, pero Ali no es una mala persona.

Me quedé considerando sus palabras por un momento. No podía estar completamente de acuerdo, claro que era mala persona. Una persona buena no desbordaba envidia de esa forma.

—No lo sé —respondí—. Ya me ha provocado bastantes problemas antes.

Me sonrió.

—Cálmate.

—Lo intento —dije—. Pero con ella, a veces es complicado. Me saca de mis casillas, me habla como si fuera un niño pequeño.

—Ay, Liam —sostuvo la sonrisa—. Eres probablemente el más inteligente de toda la universidad, pero parece que solo tú te puedes frustrar tanto por algo como eso.

Sí, ¿verdad? ¿Por qué estaba haciendo corajes por esta?

—Sí, supongo que no debería dejar que me afecte tanto —analicé sus palabras.

Pero esa mujer era jodidamente engreída.