El poderoso sultán Selin, conocido por su destreza en el campo de batalla y su irresistible encanto con las mujeres, ha vivido rodeado de lujo y tentaciones. Pero cuando su hermana, Derya, emperatriz de Escocia, lo convoca a su reino, su vida da un giro inesperado. Allí, Selin se reencuentra con su sobrina Safiye, una joven inocente e inexperta en los asuntos del corazón, quien le pide consejo sobre un pretendiente.
Lo que comienza como una inocente solicitud de ayuda, pronto se convierte en una peligrosa atracción. Mientras Selin lucha por contener sus propios deseos, Safiye se siente cada vez más intrigada por su tío, ignorando las emociones que está despertando en él. A medida que los dos se ven envueltos en un juego de miradas y silencios, el sultán descubrirá que las tentaciones más difíciles de resistir no siempre vienen de fuera, sino del propio corazón.
¿Podrá Selin proteger a Safiye de sus propios sentimientos?
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Antes de...
Siempre pensé que mi vida estaba destinada a seguir un camino claro y trazado, uno que no dejaba mucho espacio para los caprichos del corazón. En nuestro mundo, los lazos de sangre y apellido son lo que importa. Y como miembro de una familia poderosa, el amor romántico no es más que un lujo innecesario, algo que se sacrifica por el bien mayor. Eso fue lo que me enseñaron. Y yo siempre traté de vivir bajo esas reglas, de ser práctica, fría si era necesario.
Pero el amor no escucha a la razón, no sigue ninguna norma preestablecida. Lo supe desde el primer momento en que mis ojos se posaron en Selin. Lo se, un amor peligroso, un amor que me puede incluso destruir, pero estoy dispuesta a sacrificarme por el.
Era mi tío. O al menos, eso es lo que creía, lo que todos creían. El hermano de Derya, yo sabia que no era así, escuche a mi madre hablar con mi padre sobre esto, en realidad tío selin no era su hermano, al menos no de sangre. Aunque ese vínculo emocional era suficiente para dictar que mis sentimientos por él eran inapropiados. Sin embargo, no importaba cuántas veces me dijera que lo que sentía estaba mal, no podía evitarlo. Cada vez que lo veía, cuando me ayudaba o cuando me escribía, no podía evitar desear que su afecto fuera más que el de un simple familiar.
Al principio, intenté suprimirlo. Después de todo, ¿quién en su sano juicio se enamora de su propio tío? Pero el tiempo pasaba y mis sentimientos no se desvanecían; por el contrario, crecían más fuertes, más insistentes. Me convencí de que no estaba haciendo nada malo, que el mundo al que pertenecíamos no siempre obedecía las mismas reglas morales que el resto de la gente. No era raro que las familias de nuestra clase se casaran entre ellas para preservar sus apellidos, sus fortunas. Lo que yo sentía era normal, o al menos eso me repetía cada vez que la culpa asomaba en mi cabeza.
Con el tiempo, ya no me importaba. Sólo quería estar cerca de él. Y cuando comprendí que él jamás me miraría de la manera en que yo lo deseaba, fue cuando surgió la idea. Si no podía enamorarlo de la manera tradicional, tal vez podría hacerlo de una forma diferente: pidiéndole ayuda para conquistar a otro hombre.
Sí, la idea sonaba absurda, incluso peligrosa, pero en mi cabeza tenía sentido. Si le pedía ayuda para enamorar a alguien más, tal vez... solo tal vez, él se daría cuenta de lo que realmente sentía por mí. Al ayudarme, vería lo que estaba justo frente a sus ojos, lo que estaba perdiendo.
Decidí compartir mi plan con Rous. Ella siempre había sido mi amiga más cercana, la única que conocía algunos de mis sentimientos. Si bien no le había confesado lo que realmente sentía por Selin, intuía que Rous sospechaba. Así que, esa tarde, la cité en los jardines, buscando su consejo y, de alguna manera, su aprobación, no la necesitaba pero quería un apoyo emocional si algo salia mal, soy fuerte, manipuladora y controladora, pero no quiere decir que no tenga sentimientos.
—No me mires así —dijo Rous en cuanto me vio llegar—. Esa expresión en tu rostro solo significa problemas.
No pude evitar una sonrisa nerviosa. Rous siempre sabía cuándo tramaba algo.
—Necesito tu consejo, Rous —dije, sin preámbulos.
—¿Mi consejo? —respondió, arqueando una ceja con curiosidad—. Bien, dime. ¿Qué te tiene tan inquieta?
—Es sobre Selin —respondí, sin darle más vueltas.
De inmediato, vi cómo su expresión cambiaba. Sabía que estaba acostumbrada a oírme mencionar su nombre, pero esta vez algo en mi tono debió alertarla.
—Oh no, no otra vez con Selin —suspiró, llevándose una mano a la frente—. Safiye, ¿cuánto tiempo más vas a seguir con esto?
—Lo sé, lo sé —contesté rápidamente, antes de que pudiera seguir sermoneándome—, pero no puedo evitar lo que siento, Rous.
—Lo sé —repitió ella con un tono más suave—, pero eso no significa que debas actuar con locura.
—No voy a hacer nada loco. Solo... solo quiero su ayuda.
Rous me miró con suspicacia.
—¿Qué clase de ayuda?
Y entonces le conté mi plan. Cómo pretendía pedirle a Selin que me ayudara a conquistar a "otro hombre", un hombre que en realidad no existía. Rous escuchó atentamente, sin interrumpir, pero su expresión se fue tornando más seria conforme hablaba.
Cuando terminé, soltó un largo suspiro y se inclinó hacia mí.
—Safiye, amiga mía, eso es una locura.
—¿Por qué? —protesté de inmediato, sintiendo que mis nervios comenzaban a desmoronarse—. Es una forma de que pase más tiempo conmigo, de que vea que soy algo más que su sobrina.
—Pero es que tú eres su sobrina, o al menos él lo cree —respondió Rous con franqueza—. Por mucho que quieras que él te vea de otra manera, no puedes cambiar ese hecho. Además, ¿y si te toma en serio y realmente intenta ayudarte a conquistar a otro hombre?
Me quedé callada. Sabía que existía esa posibilidad, pero no había querido pensar en ella hasta ahora.
—Si pasa eso, me encargaré de que no funcione. Pero al menos, estaré más cerca de él —insistí.
Rous se cruzó de brazos y me miró con una mezcla de lástima y frustración.
—Safiye, sé que lo amas, pero también sé que esto podría lastimarte más de lo que crees. Si él no te ve de esa forma... ¿qué harás? No puedes seguir persiguiendo una fantasía.
—No es una fantasía —respondí con terquedad, aunque mis palabras no sonaban tan convincentes como esperaba—. Si no lo intento, nunca lo sabré. Y no puedo seguir así, Rous. No puedo seguir fingiendo que no me importa.
Rous suspiró una vez más y se acercó a mí, colocándome una mano en el hombro.
—Si realmente necesitas hacerlo, hazlo. Pero prométeme que si las cosas no salen como esperas, serás fuerte y no te hundirás en esto.
Asentí, aunque en el fondo no estaba segura de poder cumplir esa promesa. Si Selin realmente no me correspondía, no sabía si podría soportarlo. Aunque debía poner en practica lo que mi madre me enseño, no debo permitir que mis sentimientos y emociones controlen mi mente, y siempre haga lo correcto, sin importar sobre quien se trate.