Tras morir de una manera cruel y también injusta, Dayana de una manera misteriosa ha regresado en el tiempo.
En su regreso, ella planea no volver a ser una tonta que se dejó engañar de sus enemigos.
Ella en esta segunda vida será realmente una villana, y no tendrá piedad de quienes la dañaron.
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Divorcio conseguido
Ya solo, la emperatriz fue directo al grano.
—Quiero el divorcio, ya no tolero más este matrimonio, llevo años tratando de evadir el problema llamado Marta, pero ya no puedo, tu concubina se ha metido hasta en mi palacio, y te recuerdo, que yo soy la emperatriz de este imperio, no una mujer cualquiera— expresa ella y el emperador quien lleva por nombre Marcus, se enoja.
—Siempre le has tenido envidia a Marta, ¿cuándo vas a cambiar?—pregunta Marcus y Dalia se ríe.
—¿Qué puedo envidiarle yo a una plebeya sin apellido como esa? Soy más hermosa que ella, y también mi familia es la más importante de este imperio. No veo por qué debo de tenerle envidia, no seas ridículo — expresa Dalia molesta y el emperador se levanta de su asiento también molesto.
—Dalia, no te creas la gran cosa, yo amo a Marta, y eso es lo que te duele— dice el hombre enojado y Dalia se vuelve a reír, como si hubiera escuchado un gran chiste.
—No, tú no te creas la gran cosa. Con mi posición económica, y la influencia de mi familia, puedo obtener el marido que yo quiera, y en este imperio, estoy segura de que existen mejores hombres que tú. Tú solo eres un hombre infiel y ciego que se deja engatusar por una mujer fácil como esa— dice Dalia y el hombre le mira mal.
En esos momentos, la magia de Marta pierde un poco de efecto, puesto que, el emperador a quien ama en realidad es a Dalia.
—No te daré el divorcio— dice el hombre negado, pues si la emperatriz lo deja, perderá el apoyo de su familia, y también la perderá ella.
—Marcus, será mejor que me dé ese bendito divorcio y me evite quemar este palacio contigo y esa plebeya dentro, en una semana quiero los benditos papeles firmados, con lo que me corresponde por ser tu esposa, también quiero que nombres a mi hija la heredera de este imperio, o si no atente a las consecuencias — dice aquella mujer furiosa.
Marcus sintió un escalofrío por todo su cuerpo, pues nunca había visto a Dalia tan enojada.
Algo dentro de él se siente inquieto.
No entiende el porqué Dalia quiere el divorcio así de repente.
Iba a mediar en la situación, pero Marta, quien había escuchado la conversación igual que su hija, entró al lugar. Pues es claro que está perdiendo terreno en el emperador, y eso no es bueno.
—Marcus, dale el divorcio a la emperatriz. Merecemos ser felices con nuestra hija, yo estoy preparada para asumir el puesto de emperatriz. No te preocupes, puedo también ser una buena madre para la princesa, ella puede quedarse con nosotros— dice la mujer mientras toca las manos de Marcus. Ella ya estaba usando su magia de manipulación con solo tocarlo.
El hombre en esos momentos cambió de actitud, aquella magia le hace obedecer todo cuánto Marta quiere.
—Bien, tendrás el divorcio en una semana, pero mi hija se queda en el palacio— dice el hombre y Dalia sin despedirse, sale de ahí con el corazón en la boca. Ella siente que ha ganado una pequeña batalla.
Al estar fuera de la puerta, dejó escapar un suspiro de alivió.
Luego de calmarse, se va a su palacio, y allí le cuenta las nuevas a su hija, quien tenía mala cara mientras la mujer hablaba.
—Ya verás que me vengaré de esa plebeya y de su hija. Madre, no tiene por qué preocuparte, todo estará bien, ya no soy la tonta Dayana, esa tonta ya murió— expresa ella con cara indiferente.
Su madre siente mucha pena por ella, de cómo esos infelices le robaron la infancia a su hija.
—Hija, vámonos juntas a casa de mi familia, allí seremos bienvenidos, no tienes que ponerte en peligro— dice la mujer preocupada.
—Ellos no hicieron nada para ayudarme en mi otra línea de tiempo, ve tú, ponte segura, es grande lo que se viene, este palacio será un campo de batalla en cualquier momento, nadie escapa, y todos mis enemigos sufrirán mi ira— afirma ella y su madre lo entiende, parece que después de su muerte, su hija estuvo sola a su suerte.
—Bien, ya sé a dónde ir, compraré una casa cerca del campo, siempre he amado la naturaleza, me iré al imperio de Catani, siempre he deseado estar allí— dice la emperatriz.
—Solo ve a un lugar seguro, que ninguno de los que viven en este palacio sepan, yo te alcanzo cuando todo acabe, y madre, no te preocupes por mí, estaré bien— dice Dayana y su madre le sonríe.
Ambas lo que quedaba de día, se la pasaron juntas, y al día siguiente, Dayana decide ir haciendo algunos cambios significativos.
Cómo sabe que su cuerpo está fuera de forma, ella antes de que el palacio se ponga en movimiento, se fue al bosque a correr por dos horas.
Cuando el sol salió, ya ella estaba en su habitación cambiada.
Su cuerpo estaba cansado, porque después de todo, ella aún es solo una niña.
Durante los siguientes días, esa fue su rutina, sumando también, levantamiento de peso, y prácticas de magia, porque ella al tener ya los conocimientos de su anterior vida, sabía bien qué hacer.
Cuando se cumplió la semana, ella se sentía con el cuerpo más fortalecido.
Ya los papeles del divorcio de su madre estaban listos, y el emperador, para terminar con el proceso, manda a buscar a madre e hija para hablar sobre el asunto.
Los nobles del consejo no estaban de acuerdo con el divorcio de ambos monarcas, puesto que Dalia no solo era una excelente emperatriz, sino que ella se había ganado el apoyo de todos los nobles de la corte, y la influencia de su familia, era muy importante para el imperio.
Cuando ambas llegaron al salón del trono, estaba el resto de los integrantes de la familia imperial, que son el emperador y el dúo de urracas.
Las dos urracas tenían una sonrisa en los labios, una sonrisa como de burla.
Ignorando su patética sonrisa, Dayana y su madre saludan al emperador y él va directamente al grano.
—Ya los papeles del divorcio están listos, los nobles no estaban de acuerdo con el divorcio, pero eso para mí no tiene relevancia, he decidido tomar a Marta como mi emperatriz, ella está capacitada para el puesto, Dayana seguirá siendo la heredera al trono— dice el hombre con un semblante serio, la urraca menor dejó de sonreír y miraba mal a Dayana.
Con una sonrisa orgullosa, Dalia dice.
—Muy bien, que la nueva emperatriz haga bien su trabajo, ya no tenemos nada que decir— dice Dalia y Marta toma los papeles y se lo acerca a Dalia.
—Emperatriz, espero que no me guarde rencor, después de todo, su majestad me ama mucho y eso no es mi culpa— expresa Marta con malicia.
—No me importa en lo absoluto nada que tenga que ver con una plebeya como tú, y menos que el emperador te ame. A diferencia de ti, yo sin el emperador tengo algo de lo que aferrarme, más sin embargo tú— señala Dalia orgullosa a Marta, mientras se ríe de ella.
Marta entendió lo que ella quería decir, y eso la hizo arder de la ira, y por esa razón le terminó de entregar los papeles.
Aquella mujer, cuando se lo propone suele ser muy dura, tiene una lengua afilada como una daga.
Dayana se ríe por lo dicho por su madre, y eso enojó aún más a Marta, quien se regresó al lado del emperador, con una cara muy enojada.