La historia sigue a Patrick, un aventurero serio y amable que trabaja para la iglesia en un mundo de fantasía medieval. Patrick recibe la misión de recolectar poderosos artefactos mágicos, incluyendo la espada Dama, que puede invocar a una entidad llamada Dama Blanca. Durante su viaje, Patrick rescata a Samantha, una chica mitad demonio con un carácter fuerte pero frágil, que es perseguida por la iglesia debido a su linaje. Juntos, enfrentan peligros y desafíos mientras Samantha comienza a enamorarse de Patrick, y él descubre secretos oscuros sobre los artefactos y las verdaderas intenciones de la iglesia. La historia se desarrolla en un vasto mundo lleno de reinos, criaturas míticas, y seres divinos, donde la discriminación entre razas y la lucha por el poder son constantes.
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Capitulo 13: El Poder de Mala
**Capítulo 13: El Poder de Mala**
El ambiente se llenó de tensión. Patrick y Samantha, ambos en guardia, no apartaban la vista de la niña, Mala, que los observaba con indiferencia. Pero en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. Mala alzó su mano, y el cielo oscuro iluminado por la lluvia interminable destelló un segundo. Lanzas de luz de color rosa comenzaron a materializarse, flotando como si aguardaran su señal.
Sin previo aviso, Mala lanzó las lanzas. Patrick reaccionó al instante, desenfundando su espada, Dama, y bloqueando los proyectiles. Cada lanza impactaba contra la hoja con una fuerza brutal, haciendo que Patrick sintiera la vibración recorrer su cuerpo. Las chispas volaban cada vez que la luz rosada chocaba contra el acero.
Samantha, sintiendo cómo su sangre demoníaca hervía, dejó que su instinto tomara el control. Sus manos y su daga se rodearon de una energía oscuro rojiza. Con agilidad, esquivó las lanzas y se abalanzó hacia Mala, buscando golpear con su daga.
Pero Mala apenas parecía preocupada. Con un leve gesto, creó una barrera invisible que detuvo los ataques de Samantha sin esfuerzo.
—Rápida... pero no lo suficiente —dijo Mala con voz fría.
La batalla se intensificó. Patrick bloqueaba las incesantes lanzas, mientras Samantha intentaba encontrar una abertura en las defensas de Mala. Sin embargo, por más que lo intentaban, Mala no mostraba señales de agotamiento. Era como si solo estuviera jugando con ellos.
—Es demasiado fuerte... —susurró Samantha, jadeando.
Un estallido de energía rosada lanzó a Patrick y a Samantha hacia atrás. Cayendo al suelo, Patrick intentó ponerse de pie, pero su cuerpo estaba agotado.
Mala flotó hacia ellos, descendiendo suavemente al suelo, sin mostrar ninguna señal de fatiga. Su rostro seguía impasible, pero ahora había un destello de interés en sus ojos.
—Solo estaba probando su fuerza —dijo mientras hacía desaparecer las lanzas de luz con un movimiento casual de la mano.
Patrick y Samantha intentaron recuperarse, pero el dolor era intenso. Mala caminó entre los escombros de la estatua caída, acariciando las rocas con sus dedos.
—¿Por qué? —preguntó Patrick, respirando con dificultad—. ¿Por qué maldijiste esta aldea?
Mala sonrió por primera vez, una sonrisa amarga y oscura.
—No lo hice por capricho. Esta aldea profanó algo sagrado. —Se detuvo junto a los restos de la estatua destruida—. Esa estatua era del dios de la magia, un ser al que esta gente adoraba durante generaciones. Pero cuando la estatua cayó, dejaron de rendirle culto. Olvidaron lo que él había hecho por ellos.
Patrick la observaba, intentando procesar sus palabras.
—El dios de la magia me envió aquí para castigarlos —continuó Mala—. Me ordenó que les mostrara lo que sucede cuando traicionan a aquellos que los protegen. Esta maldición es su castigo por haber derribado la estatua y abandonar su fe.
Samantha y Patrick intercambiaron una mirada. La situación era más complicada de lo que habían imaginado.
—Así que... todo esto —murmuró Patrick—. La lluvia interminable, los monstruos... es todo un castigo de ese dios.
—Exactamente —confirmó Mala—. No me gusta lo que hago, pero es mi deber cumplir con sus órdenes. Ustedes no pueden detenerlo, pero si quieren intentarlo, adelante. Solo les advierto que no será fácil.