¿Cruzarías esa línea para que en esta vida lo que tú quieres se cumpla?
Lucía es hija de una cocinera que trabaja para los Salvatore, Dylan el único hijo de esta familia que se enamora desde que era un niño de Lucia.
Obligado a casarse con Estela para que Lucia pueda vivir tranquila.
Un sacrificio valdrá la pena para que la verdad salga a relucir.
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Capítulo 3: Todo cambió
LUCIA SMITH
Mi madre empezó a trabajar en la mansión de los Salvatore cuando yo tenía unos tres años de edad. Fue una gentileza del señor Salvatore aceptar a mi madre con un hijo. Siempre fui una niña calmada, pero muy amiguera, por mi edad no sabía que era bueno o malo, rico o pobre, yo solo quería hacer amigos. Así que, cuando ví a Dylan lo primero que hice fue correr hacia él para hablar. Al inicio no había problema, causaba un poco de gracia, Pero cuando íbamos creciendo, a la edad de diez años, todo cambió. La madre de Dylan, la señora América Salvatore me llamó al despacho que había en su casa, y me preguntó si me gustaba Dylan. En mi inocencia, respondí que sí. Era cierto que me gustaba, me gustaba hablar con él, dibujar y jugar a la pelota.
Ese día la señora América cambió totalmente conmigo. Me dijo que no quería verme platicar con Dylan, o si no iban a despedir a mi mamá y que ella iba hacer todo lo posible para que nadie la contratara, también decía que los seres humanos estábamos clasificados en clases. Yo era de la clase pobre o baja, y ellos de la clase alta y éramos como el agua y el aceite, no debíamos mezclarnos.
Fueron muchas las veces que la señora América me regañaba dejándome bien claro cuál era mi lugar.
Solo era una niña que tuvo que ver la realidad de la vida. Así que de la nada deje de hablar con Dylan. Él era un niño tímido y yo era una niña muy extrovertida, éramos dos polos opuestos.
Muchas veces quise llorar, pero no quería que mi madre se preocupara, tampoco que su esfuerzo por mantener su trabajo se viniera abajo por mi culpa.
Los niños también nos enamoramos, siempre hay un primer amor, un amor inocente, un amor sin malicia, un amor tierno. Sentía que Dylan era mi amigo y ese amor de niño.
Con la adolescencia me volví más distante y más reservada. Mis pechos empezaron a crecer, mis caderas se ensancharon y empezaron aquellos días donde menstruaba. Ayudaba a mi madre en la cocina, para aligerar su carga. Mi vida ya no era igual, ya no era aquella niña.
La señora América me observaba todo el tiempo y ese amor que sentía por Dylan a la edad de quince años la enterré. No sentía nada, le servía como el joven de la casa, me acostumbré a decirle "joven Dylan". De un momento a otro éramos como dos desconocidos.
Estaba en el cine con Manuel, un chico de mi clase que me había invitado a salir, era algo así como mi primera cita. Manuel es agradable y creo que me atrae. Coqueteaba un poco con él cuando llegó Dylan y me jaló hacia su auto. Me dio un beso de la nada.
Toda esta maldita escena pasa por mi cabeza una y otra vez. ¿Le gusto? ¿Está enamorado? Es una ridiculez. Él está comprometido.
Por la noche llamé a Manuel. Pero las llamadas iban directo a buzón.
— Sucede algo hija. Has mirado tu celular varias veces.
— No pasa nada.
— ¿Cómo te fue en tu cita?
— Pues no sé si llamarle cita. Manuel es mi mejor amigo supongo. Todo estuvo normal— no quise contarle nada para no preocuparla.
— Entonces descansa.
— Mañana tengo exposición, voy a estudiar un poco. Voy a salir al jardín para no molestar. Ya sabes que estudio hablando.
— Yo sé. Yo si me voy a dormir, estoy agotada. ¿Cuándo es tu pre-matrícula de la universidad?
— Aún no me decido. No sé qué quiero estudiar. No te trasnoche por mi.
— Está bien. Ya tendrás el tiempo de decidir.
Salí a caminar por el jardín. Eran las 11 de la noche. Iba y venía repitiendo de los cruces mendelianos, un tema de biología. Me senté un ratito en una banqueta que esta en el jardín. Dirigí mi vista al cuarto de Dylan, su luz está encendida y podía ver una silueta tras la cortina de su ventana.
En otra vida no habrá clase social entre nosotros, y podré amarte libremente. En otra vida tu y yo nos casamos y seremos felices.
Que este sentimiento no salga. Está enterrado, bien enterrado.
Respiré fuerte y me fui a descansar.
No pude pegar el ojo en toda la noche. El beso iba y venía, mi corazón se aceleraba y mis lágrimas salían. Era como un tipo de guerra entre el corazón y mi mente.
Sonó la alarma a las 4:00 am. Me levanté y me fui al baño. Sentía mis ojos como si tuvieran arena. Me puse el uniforme y le ayudé a mi mamá a preparar el desayuno.
— No pudiste dormir. Se nota en tus ojos.
— Son los nervios de la exposición.
— Mmm... Puedes contar conmigo para cualquier cosa que te aflija.
— No te preocupes mamá. No es nada, solo es nervio por la exposición. Además, me preocupa que no sé que estudiar. Debería de buscar un trabajo para que tú descanses.
— Lucía, no me digas eso. Yo quiero que seas una profesional y no importa el esfuerzo que haga, quiero que tú seas alguien distinta a mí, que tengas las oportunidades que yo no tuve. Valora mi esfuerzo por favor.
— Está bien mamá. Perdón por lo que dije. Solo que quiero ayudarte.
— Ya lo haces.
La señora América llega a la cocina, bien elegante como es de costumbre.
— Elba, llévale el desayuno a Dylan, se siente indispuesto para ir al colegio. Llama al doctor para que venga a verlo.
— Está bien señora América. Su desayuno está listo. Voy a servirlo.
— No hay necesidad, mi esposo y yo vamos de salida. Solo encárgate de mi hijo— Salió tan flamante de la cocina.
— Hija prepárale algo al joven, voy a llamar al doctor.
— Mamá se me hace tarde— lo único que quería era evitar a Dylan.
— Ayúdame por favor— mi mamá cogió el teléfono.
— Está bien mamá.
Puse el desayuno en la bandeja y me dirigí al cuarto de Dylan. Me detuve frente a la puerta. Recordé el beso. Mi estómago se agitó.
Golpeé la puerta.
— Voy a entrar joven— no me salía la voz.
Dylan estaba de pie tras la puerta.
— Buenos días, joven. Aquí está su desayuno— lo puse en la mesita.
— Lucía— Dylan cerró la puerta del cuarto.
— ¿Qué hace? Mi mamá puede venir.
— Huyamos.
— No joven. No quiero.
Dylan tomó mis manos y las acarició.
— Solo te lo voy a pedir una vez más, Huyamos. Yo estoy enamorado de ti. No quiero a Estela, tú sabes bien que ella es una novia impuesta.
¿Huir? ¿Qué pasará con mi madre? ¿Qué pasará cuando nos encuentren? Mi madre no tendrá mas trabajo, porque estoy segura de que la influencia de la señora América Salvatore hará lo posible para que mi madre asuma las consecuencias.
Mi corazón y la razón se ponían de acuerdo.
— Joven Dylan quiero que usted entienda que nosotros no podemos ni hoy ni en el futuro tener algo romántico. Somos como el agua y el aceite— recordé aquellas palabras de la señora América— no debemos mezclarnos. Yo no siento lo mismo que usted siente. Pido disculpas si hice algo que lo confundió. Así que por favor, no hagas más esto.
— Está bien— Dylan soltó mis manos — Bueno, puedes retirarte — él sonrió aún con sus ojos llenos de lágrimas.
Parecía que yo era la mala. Así me sentí hace años atrás, cuando la señora América me hizo entrar en razón. Yo no tengo la culpa, tú no tienes la culpa. En un futuro esto solo será un mal recuerdo.
Salí del cuarto de Dylan. Tenía un dolor agudo en la boca del estómago y un nudo en la garganta.
felicidades 👏🏾 👍 autora 💕 👏🏾 😊.
No me gusto q el papá muriera tan pronto .
Será q los papás de ella no quieran a la bebe .
Y Lucía esta embarazada 🤰 bebé 👼 👣 🚼 a bordo jaaaaaaaaaaaaaa.
Lo de la mamá si sería un accidente.