Se supone que enamorarse te lleva a las nubes, pero Ariel no tiene experiencia en ese tema. ¿Qué debes hacer cuando tienes pretendientes que quieren conquistar tu corazón? ¿Cómo debes reaccionar cuando uno de ellos te rompe el corazón? Ariel tendrá que explorar su corazón romántico para poder tener su primer romance de verdad y así lograr ser feliz de verdad.
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QUE SEA SINCERO
—¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa! Cuando te vi no creí que de verdad fueras tú —dice él.
—Lo mismo puedo decirte, no puedo creer que estés aquí —soy sincero con él.
Sus ojos están mirándome con atención, su presencia no me molesta, pero tampoco es que me sienta muy feliz de verlo.
—Yo vine de vacaciones, estoy con unos amigos.
—¡Qué padre! —Soy un poco cortante—. Pues fue bueno verte, tengo que irme, iremos a buscar la cena.
—Si quieres yo puedo recomendarles un restaurante que está muy bueno —Héctor parece hablarme como si nada.
—No te preocupes, tenemos antojo de pizza —dice Hium.
—¿Y ustedes son...?
—Somos amigos —le hago saber.
Recordé las palabras que su abuela me dijo, que Héctor a veces se comporta de forma inmadura. ¿Será consciente de que no me ha hablado como lo había prometido hacer? ¿Se acordará de todas las cosas cursis que me dijo algún día? ¿Seguirá pensando que es mi ángel de la guarda?
¡Qué bobo soy!
—Muy bien, yo, los dejaré ir. Te mandaré mensaje —dice sin pena.
Y eso me da coraje.
—No digas cosas que no vas a cumplir, eres un pedazo de bobo —le digo sin pena.
Mis palabras lo dejan sorprendido.
—Ariel, yo...
—¡Cuídate mucho, Héctor! —Le digo.
Agarro de la muñeca a Hium y continuamos nuestro camino. ¡Me siento del coño!
...🩵🩵🩵...
—¿Cómo te sientes? —Hium quiere saber.
Estamos esperando a que nos traigan nuestra orden de pizza.
—¡La neta no me siento chido!
—¿Por el tipo de hace un rato?
—Sí, por él.
—¿Era tu pretendiente?
—Era —me quedo callado por unos segundos—. ¿Alguna vez te hicieron una promesa romántica y nunca la cumplieron?
En silencio me observa y es como si él intentara meditar en su respuesta.
—Sí. No me cumplieron.
—Bueno, Héctor era la primera persona en mi vida que se atrevió a hacerme una promesa romántica. ¡No cumplió! Quizá eso es lo que me duele. El hecho de que aparenta que nada paso entre nosotros.
—¿Y qué paso entre ustedes?
Me rio como bobo.
—No vale la pena que te diga, igual y es algo muy bobo. Pero como era mi primera vez romántica, quizá por eso no logro superarlo.
—Yo no creo eso, si no logras superarlo, no es algo bobo. Es importante porque tambaleo tu corazón.
Sus palabras me sorprendieron.
—La neta, si sacudió mi corazón.
—Yo...
—Aquí están —dice mi hermana—. Julia y yo los hemos estado buscando por toda la plaza.
Ambas cargan bolsas de compras.
—Nos hubieras marcado, ¿que no tienes celular? —Le pregunto a ella.
—Qué inteligente eres. ¡Lo bueno es que ya estamos aquí! ¿Pidieron pizza?
...🩵🩵🩵...
A través de la ventana puedo ver la luna. ¡Y qué bella! Qué padre la vida cuando estás lejos de casa, pero puedes seguir mirando la misma luna. Me siento en calma, tengo mucha tranquilidad en este momento y aún me sorprende que esté lejos de casa.
Mi celular vibra por una notificación, es un mensaje.
**Héctor: **¡Buenas noches, Ariel! Lamento haber sido inoportuno hace un rato. ¿Qué planes tienes para mañana? Si no tienes nada programado, me gustaría que pudiéramos salir a dar la vuelta. ¿Qué te parece?
Su mensaje me hizo sentir extraño. ¿Me estaba invitando a salir nuevamente? ¿Qué pretendía realmente este hombre? ¿Hablaríamos sobre lo que sucedió entre nosotros?
No quise responder su mensaje. No quise aparentar inocencia romántica ante él.
...🩵🩵🩵...
—¿Una isla?
—Sí. Son como diez, quince minutos en ferry —dice mi hermana.
—¡Qué padre! Iré a una isla —estoy algo emocionado.
—Sí. Ya estamos llegando.
Estacionó el vehículo y bajamos. Hium venía con nosotros. Julia y su novio también.
Caminamos hasta la taquilla y mi hermana se encarga de pagar los boletos. Nos formamos, nos conceden el paso y abordamos el ferry.
El mar está brillando en azul turquesa intenso y el calor de la playa es rico en este momento. ¡Increíble! La brisa del mar, el viento golpeando tu cara y las tortugas nadando en el agua. ¡Es una experiencia increíble! Me siento muy feliz y agradecido con la vida por permitirme estar aquí, en compañía de mi hermana.
—¿Qué te parece? —Hium está sentado a mi lado.
—¡Está muy bonito! Qué padre que viven cerca de aquí.
Asiente. Suena una canción por el altavoz del ferry. Me gusta el tono, uso el identificador y descubro que la melodía es Rush de Lunar Isles.
—Isla Mujeres está precioso. ¡Te va a encantar! —Me dice Hium.
Sonrío.
Al bajar del ferry, tomamos un taxi y nos lleva a playa Mía. Son las tres de la tarde, el agua está tranquila y hay gente disfrutando de la playa. Todos corren sin miedo al agua y las risas son lo mejor del momento.
¡Pero algo me frena de entrar! Mis pies tocan la orilla húmeda de la arena. Las olas ligeras me mojan la piel y de pie, mirando todo esto, me siento tan feliz y nostálgico de repente.
—Bien. ¿Qué estás esperando? Es momento de que te metas al agua —dice mi hermana.
Porque evidentemente, el traje de baño lo traíamos puesto ya y yo tenía muchos sentimientos encontrados. ¿De verdad estoy aquí? ¿En una isla? ¿Lejos de casa? ¿En el mar? ¡Esto era real! ¡Era hermoso! ¡Estar aquí!
Comienzo a correr para adentrarme en la alberca natural de la playa y mis piernas se hunden en el agua. ¡No puedo evitar sonreír! Mis amigos están adentrándose más en el agua. Nos detenemos al llegar a donde están estacionados los veleros y yates.
—¿Qué te parece todo esto? —Me pregunta Hium.
—¡Está increíble! No puedo creer que estoy aquí.
Sonríe.
—¡Disfrútalo! Estás aquí.
Comenzamos a jugar con las olas. Llega el punto donde no toco el suelo marino y solo dependo de mis habilidades de natación. ¡Padrísimo! ¡Me tambaleo de acá para allá! Puedo flotar de a muertito y el sonido del agua me relaja. ¡Bendito momento! Es hermoso, como si el tiempo no pasara y pudiera durar una eternidad. ¡Me encanta!
Siento sus brazos, tocarme la espalda, sus manos me aprietan a su cuerpo y cuando quiero alzar la cara, sus ojos me miran con demasiada cercanía. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Esto también estaba sucediendo o mi cerebro me estaba jugando chueco con alucinaciones?
—¡Hola! —Su voz confirma la realidad.
—¿Estás aquí? —Pregunto con un poco de incredulidad.
—Sí. Estoy aquí, contigo —Héctor me estaba cargando adentro del agua.