La nobleza de Susan Fontaine era demasiado, tanto que por las relaciones familiares y el bienestar de su padre, ella le propuso casarse a Arturo Lacronte, el Presidente de la Multinacional más importante de la Región y prometido de su hermana, la dulce niña por cariño a su padre le propuso estar casados durante un año y es que una de las razones es que Arturo Lacronte según su madre no puede enojarse con la familia Fontaine de lo contrario sus empresas desaparecerán. El padre de Susan estaba muy enfermo, un infarto lo había dejado en cama, todo por descubrir a su hija mayor envuelta con su amigo que bien podría ser su padre, incluso Gabriela Fontaine se había escapado con su amante tres días antes de su matrimonio con Arturo Lacronte, pero Susan no podía permitir que su padre sufra más, por ende ella llegó a un acuerdo con Arturo Lacronte, por supuesto la familia había ocultado del poderoso hombre la verdadera razón por la cual se convertirá en la noble esposa del Presidente.
NovelToon tiene autorización de Charles Herebia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO 23
Arturo en compañía de su hermano se habían quedado en silencio - Negociemos, ¿qué quieres?. - Arturo estaba muy tranquilo, mientras los demás estábamos temblando.
— ¿Estarías dispuesto a perder toda tu fortuna? - El hombre realizó un movimiento brusco apretando aún más el arma en Susan - Responde, o mejor aún elige entre tu hermana y tu esposa.
— Eso es injusto, llévense a la esposa y dejen a mi hija - Andrea se había hecho sentir.
— Basta - la voz de Arturo resonó con fuerza, mientras que escuchaba el llanto de su hermana aquello le dolía, mientras que al observar a Susan ella ni siquiera estaba asustada, a veces la niña era demaciado fuerte, pero también muy buena.
— Elige Arturo Lacronte, tu fortuna a cambio de una de ellas - Antes de que el hombre dijera algo más, Susan lo mordió con fuerza, claro que aquello no sería suficiente, pero antes de que el hombre vuelva a reaccionar una patada en sus testículos fue suficiente para que pierda el equilibrio, aquello también bastó para que Daniela se precipite y fuera en busca de Yolanda, mientras que Arturo ya había llegado junto a Susan, y Armando fue tras Daniela, por atrás el hombre que tenía Yolanda fue noqueado por dos de los guardaespaldas de Arturo.
Arturo le quitó el arma a quien hasta hace 5 minutos era su cuñado, hizo un gesto con la mirada y 3 hombres más entraron, Susan ya estaba refugiada en los brazos de Arturo.
— Llévenselo que enfrente a la justicia, pero antes de eso hagan que le rompan la mano - Yolanda estaba muy asustada, mientras buscaba más Consuelo en los brazos de Armando y con Daniela dándole pequeños golpecitos en la espalda.
Claramente, la cercanía de sus dos hijos con las amigas, no estaba buen visto por Andrea, pero el susto de perder a su hija la había dejado en shock.
—¿Tía estás bien? - En eso Andrea observó a Gabriela le dedicó una complicada mirada, pero asintió con la cabeza, después de eso se acercó a su hija.
— ¿Estás bien? - Arturo acuno el rostro de Susan en sus manos.
— Vaya, tú no vas a necesitar de nadie para que te defienda— Daniela ya había venido junto a Susan - La diferencia entre Arturo y yo, es que yo no pienso perder toda mi fortuna por ti.
— Puedes cerrar la boca - Arturo la amenazó con la mirada.
— Estos sinvergüenzas - la voz de la abuela hizo que Arturo y Susan se acerquen a ella.
— Abuela siéntate - Arturo se preocupa mucho por ella.
— Mi idea era terminar muerta de cansancio por los buenos bailes que deberíamos de haber dado al cuerpo, y no por ver a mis nietas siendo apuntadas con el arma y en la iglesia, ya nadie respeta.
— Ya ha pasado— Arturo le indicó a su madre con la mirada de que debe de despedir a los invitados, mientras que los familiares del novio se alejaron, se disculparon y abandonaron el lugar.
— Susan - la Abuela llamó a Susan, ya los demás se han encargado de que todo quede en orden, al mismo tiempo que Arturo se mantenía en comunicación con alguien a través de la línea telefónica - ¿Arturo te está tratando bien? - Preguntó la anciana.— Porque si tu respuesta es no.
— No te preocupes Arturo y yo estamos bien - a Susan se le cayó el corazón al percatarse de que su hermana había escuchado aquello.
— Eso está muy bien, no olviden que quiero muchos bisnietos, Arturo ordena a alguien que me lleve de esta mierda, ya no soporto estar aquí.
— Armando va a llevarte, que te lleve con la Lora de Daniela - Susan se dio la vuelta para mirar a su amiga que no protestó, claramente su amiga era una coqueta y no se iba a negar a la compañía de un hombre que claramente era apuesto.
Todo pareció volver a la normalidad, el sitio había quedado en completo silencio, Andrea estuvo en todo momento acompañando a su hija, todos los miembros de la familia habían venido a la Villa.
Era media noche Susan no podía conciliar el sueño, entonces mientras recorría había escuchado algunos gemidos, pero era de llanto, la persona que estaba llorando lo estaba haciendo desconsoladamente, Susan reconoció rápidamente que aquel llanto le pertenecía a su hermana, Gabriela tenía la espalda temblando de tanto llanto.
— Duele Amarte Arturo, duele amarte, yo no te abandoné, yo también fui una víctima, los dos nos amamos, pero no quiero lastimar a mi hermana, porque si ella ya te quiere yo daré un paso al costado, es lo correcto, ella es tu esposa, y yo no quiero ser la amante, lo mejor será que yo me vaya - Susan pudo visualizar que Gabriela tenía una fotografía en sus manos, y era la fotografía de Arturo - Estos días que pasamos juntos fueron únicos, sentirme tu mujer, tus besos, pero duele que llega cierta hora y me dejas, tarde o temprano vuelves a ella.
Susan ya no tuvo la valentía de seguir escuchando, y ser testigo del dolor de su hermana, lentamente se apartó, su mirada viajó por los alrededores, Susan había tomado una decisión, unos segundos después abrió la puerta en dónde estaba su hermana, prácticamente todos estaban dormidos.
— Gabriela - la mujer se había puesto de pie inmediatamente secándose las lágrimas.
— Susan, pensé que estarías con Arturo - Gabriela estaba triste, muy triste.
— No tengo por qué estar con él, en todo caso aquel es tu lugar, a su lado, no quiero que por mi culpa llores, yo no tengo en cuenta a Arturo en lo absoluto en el plano sentimental, tú lo amas, yo no, es por eso que voy a huir, te dejaré el camino libre, absolutamente libre, pero no vuelvas a dejar lo que amas por otro, él es tuyo, él no es mío, nunca lo fue.
— No quiero que huyas, yo solamente quiero ser feliz, quiero tener muchos hijos, Arturo tenía le sueño de tener muchos hijos conmigo, yo quiero darle muchos hijos, si yo no sirvo para darles hijos debería de dar un paso al costado, pero si huyendo tú eres la única manera que tengo para que él se sienta un poco menos responsable de ti yo lo aceptó - Gabriela había vuelto a llorar - Yo misma te sacaré de aquí, no mereces estar en una jaula de oro, porque en ese lugar no hay amor, Arturo no te ama, si estás segura nos podemos ir ahora mismo.
Susan quiso despedirse de Daniela, explicarle aquello que estaba pensando hacer, pero desistió rápidamente y aceptó la propuesta de su hermana, si alguien se enteraba no lograría salir de allí, a esa hora amenazaba que una tormenta estaba cerca de llegar, un pequeño bote la sacó de allí, Gabriela se había quedado a observar el bote alejarse con una pequeña sonrisa.
El bote realizó un transbordo con un Yate, mientras más lejos iba, más ligera se sentía, Arturo estaba lejos, y estaba cerca de su hermana, ella iría en busca de su felicidad.
— Nuevamente estás intentado de escapar, de mi, eres muy traviesa - La voz divertida de Arturo la asustó, hasta el punto de dejarla pálida.