Siempre nos hemos preguntado qué sucede después de la muerte. No sé qué le ocurre a los demás, pero para mí fue una oportunidad única: regresar y hacer justicia. Mi muerte no fue un accidente; alguien acabó con mi vida, y ahora he vuelto para descubrir la verdad detrás de ese secreto. He regresado para reclamar lo que es mío y para enfrentar a aquellos que me hicieron daño.
¿Lograré cumplir con mi misión? Acompáñame en esta emocionante historia y descubramos juntos lo que el más allá tiene reservado
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Capitulo XIII Sueños o recuerdos
El auto negro se detuvo al lado de Elena dándole un buen susto. La ventanilla de la parte de atrás se abrió y una voz fría se escuchó desde dentro del auto. “Súbete”. Elena reconoció la fría voz de su jefe y sin pensarlo dos veces subió al auto.
“¿Qué piensas que estás haciendo?, es muy peligroso para una mujer andar solas por las calles”. Diego manifestó su desaprobación mientras encendía un cigarro.
Elena empezó a toser por el humo del cigarrillo, sin embargo, respondió firmemente. “Perdí mi medio de transporte y ni modo que me quedara a dormir en la parada”.
“Existen taxis y de esos si hay bastante en la ciudad, solo tendría que pedir uno por teléfono”. Diego insistió en dar soluciones.
“Es mi primer día de trabajo, así que por obvias razones aún no cobro mi primer sueldo para poder pagar un taxi”. La voz de Elena sonaba ligeramente irritada, se podía notar que estaba perdiendo la paciencia ante el interrogatorio.
“Dile la dirección a mi chófer, para que te lleve a tu destino”. Diego no dijo nada más, saco su teléfono y empezó a enviar mensajes como loco.
Elena le dijo con amabilidad al chófer a donde se dirigía y este asintió con la cabeza y empezó a conducir, media hora después habían llegado al destino de Elena.
Diego al sentir que el auto se detenía, echo un vistazo al lugar. Era un barrio promedio, algo peligroso y demasiado lejos para llegar a pie. Elena abrió la puerta del auto y se bajó del mismo dando las gracias a los dos hombres y despidiéndose de ellos.
Como era costumbre Diego no le respondió y el chófer le dedico una sonrisa. Sin prestarle atención a su bipolar jefe, Elena entro al edificio, y subió hasta su apartamento.
Ines estaba en la sala esperando preocupada por su amiga, apenas sintió que la puerta se abría, se levantó del sillón y corrió a abrazarla.
“Me tenías preocupada, ¿estás bien?, ¿no te paso nada?”. Preguntaba Inés revisando a Elena y asegurándose que no tuviera ni un solo golpe.
“Tranquila, estoy bien. Te dije que no me esperaras, que iba a llegar tarde”. Elena sonaba cansada y su ardiente piel se veía marchita.
“¿Al menos comiste algo en todo el día?”. Inés conocía a Elena y para ahorrar algo de dinero ella prefería no comer.
“Si, en la cafetería de la empresa comí algo, aunque si tengo mucha hambre”. Respondió Elena tocando su estómago.
“Ok, ve a bañarte mientras caliento la comida. Tienes mucho que contarme”. Inés se escuchaba ansiosa por saber que había pasado Elena durante todo el día y que clase de empresa era esa que la había contratado de buenas a primeras.
Mientras tanto, Elena se encontraba en el baño bajo la regadera. Estaba inquieta, cuando cerraba sus ojos, solo podía ver el rostro de su jefe. Ese hombre la hacía sentir algo diferente, era una sensación de tranquilidad, como si lo conociera de toda la vida. Su corazón latía más rápido de lo normal, en ella se encendía algo que no sabía cómo explicar, estaba confundida ante sus sentimientos. Salió del baño y se unió a Inés quien ya la estaba esperando.
“Perdón por la demora, pero me hacía falta esa ducha”. Elena estaba cansada y se le reflejaba en su voz.
“Siéntate y come algo y mientras me cuentas qué pasó hoy”.
Ambas jóvenes empezaron a hablar de sus días. Elena le contó lo de la empresa en la que empezó a trabajar, lo extraño que fue todo. “Me dieron hasta un uniforme con el cual debo presentarme mañana”. Omitió la parte en la que perdió el transporte y en la que su jefe la trajo a la casa, conociendo a Inés seguramente no la dejaba salir a trabajar al día siguiente.
“¿Cómo se llama la empresa en la que trabajas?”. Pregunto, Inés interesada.
“Empresas Miranda. Inés realmente estoy cansada, mañana seguimos hablando”. Elena no siguió con la conversación.
Elena se fue a dormir, el cansancio la venció rápidamente. Mientras dormía empezó a soñar con su antigua vida. En esas imágenes que llegaban como destellos pudo escuchar la voz de un hombre. “Te amo y siempre te amaré”.
“Ya quiero estar casada contigo y pasar toda nuestras vidas juntos”. Elena sonrió tiernamente al sentirse entre los brazos del dueño de esa voz.
Quiso mirar al chico que le estaba hablando y cuando levantó la mirada escucho un sonido que provenía de un lugar fuera de la habitación. Lo que llamó su atención haciéndola salir de aquel recuerdo.
Despertó por el sonido de la alarma de su teléfono que le estaba avisando que era hora de levantarse. El deber la llamaba, pero no podía quitarse esa sensación de vacío, era como si algo le faltará. Sin pensar más en el asunto se levantó y alistó con el nuevo uniforme de la empresa. Una camisa blanca manga larga, falda de corte clásico color azul marino por encima de las rodillas, blazer del mismo color de la falda, zapatos de tacón alto que ayudaba a estilizar sus largas piernas. Recogió su cabello en una cola alta, peinando su flequillo al frente. Utilizo un maquillaje natural resaltando el color de sus ojos. Cuando sintió que estaba lista salió de su habitación encontrándose con Inés en la cocina preparando el desayuno.
“¡Wow!, te ves increíble. No cabe dudas que es una empresa muy prestigiosa”. Inés mostró su admiración con una amplia sonrisa.
“Gracias. Eso creo”. Elena no sabía si agradecerle o lanzarle un zapato porque sintió que antes no se veía bien.
“Ok, come algo antes de irte. No quiero que pases el día entero sin nada en el estómago. Mientras me voy a alistar pues tengo una entrevista de trabajo el día de hoy”. Inés fue a su habitación y dejó a Elena sola en la cocina. Con mucho esfuerzo Elena lleno su estómago y es que el peso de sus dos vidas ya estaban pasando factura. Ansiaba recordar cual era el motivo por el cual le permitieron regresar a este mundo. Con ese pensamiento salió del apartamento despidiéndose de Inés a través de la puerta de su habitación.