Thailor Brown es un joven omega que trabaja en la empresa del prestigioso CEO, Dimitrei Uvarov. Él es un alfa imponente que llevó a la cima a su empresa desde muy joven, pero su padre, al estar enfermo, exige que este contraiga matrimonio pronto.
Al conocer a Thailor, Dimitrei decide usarlo a él para que finja ser su pareja y si el joven no acepta amenaza con arruinar su carrera dentro de la empresa, así que Thailor no tiene más opción que aceptar el trato.
¿Podrá esta relación ir más allá de un contrato?
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4
En la sala de reuniones, la atmósfera era densa, cargada de expectativas y tensiones apenas disimuladas. Los ejecutivos senior ya estaban sentados, sus rostros mostrando concentración mientras esperaban la señal de su líder. En la cabecera de la mesa, Dimitrei Uvarov ocupaba su lugar, su presencia dominando el espacio.
Thailor, quien también formaba parte de la reunión, había elegido un asiento discreto en una esquina. Su preferencia por la discreción era evidente; aunque su papel en el equipo financiero era crucial, prefería mantenerse alejado del foco, siempre cuidadoso de no sobresalir más de lo necesario. El intercambio con Dimitrei en el vestíbulo aún lo inquietaba.
Dimitrei comenzó la reunión con su característica precisión, lanzando una conversación directa y llena de detalles sobre la situación de la empresa. Su voz resonaba firme y clara, delineando los puntos críticos con una frialdad que solo un líder de su calibre podía manejar. Cada palabra que salía de su boca era absorbida con atención por todos los presentes; no había espacio para errores o distracciones.
Aunque Thailor no era el centro de la reunión, escuchaba atentamente, tomando mentalmente nota de cada aspecto de la estrategia empresarial que Dimitrei detallaba. A pesar de su posición como un omega discreto, soñaba con liderar con esa misma confianza y firmeza algún día. Sabía que, aunque había tenido contratiempos en su pasado, aspiraba a más.
A medida que la reunión avanzaba, la intensidad de la conversación subió. Dimitrei tomaba decisiones cruciales sin pestañear, mientras los ejecutivos asentían en completo acuerdo. Nadie se atrevía a cuestionarlo. Su reputación como un líder indomable, que había salvado y expandido la empresa en incontables ocasiones, era un hecho indiscutible en esa sala.
De repente, John, el jefe de división, giró la cabeza hacia Thailor y le indicó que su momento había llegado.
—Thailor, es tu turno, —susurró con una ligera sonrisa.
Thailor sintió cómo su corazón dio un brinco, pero asintió rápidamente.
—Estoy listo —respondió con voz contenida, mientras se levantaba. Al hacerlo, los ojos de Dimitrei se clavaron en él, observándolo desde su posición privilegiada en la mesa. Dimitrei se había relajado en su silla, pero su atención no estaba en los gráficos ni en los documentos, sino en el propio Thailor.
Thailor respiró profundamente, sacudiéndose el nerviosismo. Cuando se trataba de su trabajo, su carácter cambiaba por completo. Pasaba de ser un omega reservado a un profesional competente y preciso, dominando su presentación con seguridad. Con su puntero láser, empezó a mostrar gráficos complejos y tablas llenas de detalles, explicando cuidadosamente los números que respaldaban la situación financiera de la empresa.
Mientras los demás en la sala seguían el contenido de los gráficos, Dimitrei no parecía tan interesado en los datos como en el comportamiento de Thailor. Aunque el informe financiero era un tema delicado, la confianza que Dimitrei tenía en Thailor se notaba en su mirada calmada. No había necesidad de corregir o cuestionar lo que el omega estaba presentando.
Al terminar su presentación, Thailor sintió cómo el peso de la mirada de Dimitrei seguía sobre él. Con una mezcla de respeto y cautela, se inclinó ligeramente.
—¿Está satisfecho con mi informe, señor? —preguntó Thailor, su voz firme, aunque su interior estaba lleno de dudas—. ¿Cree que hay algo que deba corregir?
Dimitrei no respondió inmediatamente. Hubo un breve silencio en la sala antes de que él inclinara ligeramente la cabeza y hablara.
—Después de esto, ven a mi oficina —dijo Dimitrei, su tono grave y autoritario. La simple instrucción hizo que el corazón de Thailor se encogiera un poco, preguntándose si había hecho algo mal.
—Sí, señor —respondió Thailor, tratando de controlar el nerviosismo que lo invadía.
La reunión concluyó poco después, y mientras los ejecutivos se levantaban para salir, el asistente de Dimitrei se acercó a Thailor, indicándole que debía acudir a la oficina del CEO una vez terminara de ordenar sus documentos.
Cuando Dimitrei salió de la sala, Thailor lanzó una mirada rápida a John, buscando alguna señal de apoyo, algo que lo calmara en ese momento.
John, notando su incomodidad, sonrió y levantó el puño en señal de ánimo.
—¡Ánimo, Thailor! —dijo con entusiasmo—. Seguro que todo saldrá bien.
Otros empleados también se unieron, dándole pequeños empujones verbales.
—¡Tú puedes, Thailor! —dijo uno de los ejecutivos cercanos, con una sonrisa tranquilizadora—. No te pongas nervioso.
Thailor asintió, intentando calmarse, aunque la ansiedad seguía presente. La caminata hasta la oficina de Dimitrei se le antojaba cada vez más larga.
—¿En serio? —murmuró para sí mismo, mirando al grupo—. ¿Solo me animan pero nadie me ayuda?
Con ese pensamiento en mente, se dirigió hacia la oficina del CEO, preparándose mentalmente para lo que estaba por venir.
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