Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Una melodía del pasado
Es viernes por la noche, y después de una semana intensa de clases, estoy más que listo para desconectarme un poco. Como lo acordamos, voy a la discoteca donde Fer y Cristian trabajan. No suelo frecuentar estos lugares con mucha regularidad, pero después de la semana que he tenido, me vendrá bien una distracción. Además, necesito despejar mi mente de los pensamientos que me han estado atormentando desde mi última conversación con Valeria. Llego un poco tarde, como les dije a los chicos, y la música ya está retumbando por todo el lugar. El DJ está en plena acción, y la pista de baile está llena. La discoteca está decorada con luces de neón y pantallas que proyectan imágenes psicodélicas, creando una atmósfera vibrante que casi me hace olvidar mis preocupaciones. Busco a Fer y Cristian, que probablemente estén en la zona VIP, disfrutando de las ventajas de ser socios del lugar. Mientras me abro camino entre la multitud, reconozco a varios compañeros de clase, todos en modo fiesta, disfrutando del fin de semana. Finalmente, los encuentro en una esquina, riendo y charlando animadamente.
—¡Alejandro! —grita Cristian por encima de la música cuando me ve acercarme—. ¡Pensé que te habías echado para atrás!
—¿Perderme esto? Ni pensarlo —respondo, esforzándome por hacerme oír mientras choco los puños con él y con Fer.
Fer me ofrece una bebida, y la acepto con una sonrisa. —Bueno, ya estás aquí, así que a disfrutar. ¿Qué tal la semana?
—Intensa, como siempre —respondo antes de tomar un sorbo—. Las clases están cada vez más exigentes, pero ya sabes cómo es esto. No queda otra que seguir adelante.
Cristian asiente. —Sí, especialmente con Anatomía. La docente Ortega está implacable con la cantidad de información que espera que aprendamos.
—Totalmente —respondo—. Pero bueno, por eso estamos aquí, ¿no? Para relajarnos un poco.
Pasamos la siguiente hora charlando y disfrutando de la música. Aunque trato de sumergirme en la atmósfera festiva, mi mente sigue volviendo a Valeria. Desde nuestra última conversación en la cafetería, no hemos hablado mucho, y aunque estoy tratando de no sobrepensar las cosas, no puedo evitar preocuparme por cómo avanzar en esta situación. En algún momento, Cristian se levanta y se despide momentáneamente para encontrarse con su novia, la dueña del local de Booba Tea. La observo mientras se une a él, una chica con una energía contagiosa y una sonrisa que ilumina la habitación. Me pregunto si Cristian alguna vez enfrenta estos dilemas que me atormentan con Valeria. Él parece tan seguro de sí mismo, como si siempre supiera lo que quiere y cómo conseguirlo.
—¿Todo bien, Alejandro? —pregunta Fer, sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo estaba pensando en algunas cosas —respondo, tratando de sonar despreocupado—. Nada importante.
Fer me estudia por un momento antes de asentir. —Bueno, cuando quieras hablar, sabes que estoy aquí.
Aprecio su oferta, pero ahora mismo no estoy seguro de qué decir. ¿Cómo explicas a alguien lo complicado que es tratar de reconectar con alguien que una vez significó todo para ti, pero que ahora parece tan distante? En lugar de profundizar en eso, decido cambiar de tema.
—¿Cómo van las cosas en la discoteca? —pregunto, señalando el lugar con un gesto amplio.
—Mejor que nunca —responde Fer con una sonrisa—. Cristian y yo hemos estado trabajando duro para mantenerla en la cima, y parece que está dando frutos. Además, con la ayuda de su novia y su tienda de Booba Tea, hemos estado atrayendo a un público diferente.
—Me alegra escuchar eso. Ambos se lo merecen.
La conversación fluye con facilidad a partir de ahí, pero cuando la noche avanza y la música baja un poco el ritmo, decido que es hora de tomar un respiro. Salgo al balcón de la discoteca, donde el ruido es más soportable, y el aire fresco de la noche me ayuda a despejar la cabeza. Me apoyo en la barandilla y miro las luces de la ciudad. Todo se ve tan vivo desde aquí arriba, como si el mundo estuviera lleno de posibilidades. Pero a pesar de la belleza del paisaje, no puedo evitar sentirme un poco perdido. Mi teléfono vibra en el bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Es un mensaje de Valeria. Siento un nudo en el estómago mientras lo abro.
Valeria: Hola, Alejandro. Espero que estés bien. Solo quería agradecerte por la charla de hoy en la cafetería. Me hizo sentir mejor. Tal vez podamos repetirlo pronto. Cuídate.
Mi corazón se acelera mientras leo sus palabras. Aunque el mensaje es breve, su tono es cálido, y eso es más de lo que esperaba. Le respondo con una sonrisa.
Alejandro: Gracias a ti, Valeria. Me alegra saber que te sientes mejor. Claro, podemos repetirlo cuando quieras. Que tengas una buena noche.
Cierro el teléfono y respiro hondo, dejando que la calma se asiente en mi interior. Las cosas con Valeria no son fáciles, pero este pequeño intercambio me da esperanza. Tal vez, después de todo, estamos avanzando, aunque sea a pequeños pasos.
Vuelvo adentro, donde Fer y Cristian están riendo de algo que parece ser un chiste interno. Me uno a ellos, sintiéndome un poco más liviano, un poco más optimista sobre lo que viene.
La noche sigue, y aunque sé que aún tengo mucho por resolver con Valeria, me permito disfrutar del momento. A veces, las respuestas no llegan de inmediato, y eso está bien. Por ahora, estoy dispuesto a seguir adelante, un paso a la vez, hasta donde sea que este camino nos lleve.
