Julen está haciendo una pasantía en una empresa de renombre. ¡La oportunidad de sus sueños! Pero las cosas se complican cuando descubre que su jefe, Christian, se ha enamorado de un secretario dulce. ¿Quien es ese secretario? Ficción romántica B
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CUANDO PIENSO EN TI
Su mano seguía entrelazada a mí, pero yo no entendía nada. ¿Cómo se sentiría él? ¿Le dolía aún? ¿Por qué reaccionó así al ver a su ex? Me detuve en seco.
—¿Todo bien? —Quise saber.
—Sí. Todo bien. ¡Vamos! Te llevaré a mi casa.
—No puedo ir.
—¿Por qué no?
—Te dije que ya tenía planes.
De pronto, parecía que él estaba tratando de descifrar mis palabras.
—No…
Solté su mano, esto no podía estar pasando. ¡No de esta forma! Sonreí tenuemente.
—¿Y si mejor vamos a otro lado? —Le propuse.
—¿Ir a otro lugar?
Asentí.
Esta vez, Christian conducía y yo iba sentado como su copiloto. Sonaba una canción en volumen bajo.
—Pensé que jamás volvería a verla —dijo después de mucho tiempo.
—¿Y te duele?
—¿A que te refieres?
—¿Qué sentiste cuando la viste?
Sus manos estaban aferradas al volante, su vista estaba enfocada en el camino.
—Ella me hizo daño. Me dio mucho coraje verla.
¿Qué hizo ella para poder lastimarlo tanto?
—Supongo que…
—Recién se casó. Me invitó a su boda. ¡Que cínica!
¿Aún sentía amor por ella?
—¿Cuánto tiempo estuvieron casados?
—Cinco años. Pero se sintió como toda una vida.
—Supongo que sí. Papá siempre decía que el matrimonio era una etapa donde la vida se vuelve eterna.
Desvío ligeramente la vista a mirarme.
—¿Te piensas casar?
—Justo a mi edad, el matrimonio no es algo que me inquiete.
Asintió.
—Marisa me engaño con el rival de mi compañía. Ella se fue con ese hombre y su decisión me hizo sentir que falle como hombre.
Medite en sus palabras, quise ser sutil para sacar a relucir el verdadero dolor de su sentimiento.
—¿Por qué sientes que fallaste?
—Porque no pude lograr que ella me amara como lo prometimos cuando nos casamos. Poco a poco, nos distanciamos, estábamos tan inmersos en nuestro trabajo y ella comenzó a pedirme cosas que no podía darle. Finalmente, se fue con él.
—¿Te llegaste a sentir estancado?
—Sí, pero creo que estaba acostumbrado a que la gente nos viera como matrimonio de apariencia y ambos nos olvidamos de cuidar nuestro amor.
¡Que cursi sonaba! Pero además de ser cursi, creo que eso era real. ¡Por eso muchos divorcios!
—Bueno. Si te sirve de algo, lo dire.
—¿Qué dirás?
—El amor también es saber soltar cuando no crecemos donde estamos.
—¿Saber soltar?
—Dices que ambos se estancaron en una relación sin amor. Ahora que tu vida y la de ella tienen rumbos diferentes, aprovecha la oportunidad de estar libre para buscar algo que te permita sentir amor.
—¿Qué clase de consejo es ese?
—Es un consejo realista. La próxima vez que veas a tu ex, solo, se amable. El pasado ya no se puede cambiar. ¡El futuro sí!
Nos tomo quince minutos llegar al dichoso lugar al que quería llevar a Christian. Mi jefe se veía bastante atractivo con su traje negro y yo, a su lado, con un estilo más casual.
—¿Una banderilla? ¿Estamos aquí para comer una banderilla? —Él me miraba con un poco de curiosidad.
—Sí. Se me ocurrió que sería una buena idea para sacarte de tu rutina.
—¿Mi rutina?
Sonreí.
—Dudo que alguna vez fueses capaz de venir aquí por tu propia cuenta.
Miro a todos lados. Las lámparas de la plaza estaban encendidas y había gente por todos lados.
—Nunca había venido aquí.
Sonreí.
—¡Lo sabía!
Fue nuestro turno de ordenar. Pedí dos conos de papas fritas con una momia en cada uno. Dos vasos de agua también.
—Serían doscientos ochenta —dijo la cajera.
Le pague.
—Ahorita te devuelvo el dinero, yo…
—Déjame invitarte. Esto está a mi alcance —le dije.
Mientras preparaban nuestra orden, ambos veíamos las papas fritas caer dentro del cono.
—¿Te gusta venir aquí a menudo?
Sonreí.
—A veces. Mis papas y yo veníamos en fin de semana. Siempre comprábamos una momia antes de volver a casa.
—¿Por qué se llama momia?
—Porque es una banderilla envuelta en tocino.
Nos entregaron nuestra orden. ¡Súper! Christian se veía bastante bien, todo trajeado sosteniendo una botana popular.
—Me quede pensando en lo que dijiste hace rato.
—¿Así?
—Sí. ¿El amor también es saber soltar? —Su voz pronunciando aquella pregunta me hizo darle mi atención.
Puse un poco de mayonesa y chipotle sobre mis papas.
—El amor también es eso.
—¿Alguna vez has tenido una relación?
—No.
—¿Y como sabes que el amor también es eso?
Sonreí.
—Porque sí. ¿Olvidaste que me gusta ver dramas?
—Lo olvide.
Asentí. Nos fuimos a sentar cerca de una jardinera. El sabor de la banderilla era muy sabroso. La salsa picante, la mayonesa y el queso fundido, era increíble.
—Sabes, fui a la reunión con el señor Gomez.
—¡Que bueno!
—Me propuso casarme son su hija.
—¿De verdad?
—Sí. Ella se llama Helen.
Metí unas papas a mi boca y mastique.
—¿Quieres que compre flores para ella?
Acercó la banderilla a su boca y mordió. Sus labios se movían al ritmo en que masticaba. Saboreo. Trago.
—No.
—¿No?
Sonrió.
—He estado teniendo citas desde hace un mes. Mi intención es poder encontrar a alguien con esencia propia.
—¿Esencia propia?
—Sí. Muchas de esas mujeres con las que he salido son mujeres que esconden su verdadero yo con tal de impresionarme.
—No pensé que eso fuera posible.
Asintió.
—En parte, Marisa y yo terminamos divorciados porque los dos escondimos nuestros verdaderos sentimientos con tal de complacer a nuestros padres.
—¿Fue un matrimonio arreglado?
—En parte sí. Y también fue porque nosotros así lo quisimos. Pero no importa. Como dijiste hace rato, eso ya es pasado.
Bebí un poco de agua.
—Sí.
—Dejare de tener citas concretadas por algún interés económico.
—Eso está bien.
Mordí mi banderilla. Saboree.
—¿Recuerdas a Juls?
Al instante, recordé el ramo de flores que me regaló la semana pasada.
—Sí.
—¿Puedo llamarte así? Me gusta como suena.
—¿Juls?
—Aja.
—Pero, soy un chico.
Sonrió ligeramente.
—Lo sé. Supongo que por eso me siento diferente cuando estoy contigo.
—¿Qué estás tratando de decir?
—¡Que me gusta estar contigo!
Trague de golpe, me impresionó mucho escucharlo decir eso.
—¿Tú…?
—Tú me tienes impresionado y por eso, admito que te prefiero como cita.
Me sentí nervioso de repente.
—¿Estas hablando enserio?
—Sí. ¿Por qué bromearía?
—Bueno, es que…
—Lo que me dijiste hace rato, me hizo pensar que aunque el amor también es soltar cuando no crecemos, creo que el amor también es saber agarrar cuando nos sentimos completos. ¿No te parece?
—¿Estas diciendo que quieres agarrarme y no soltarme?
Su sonrisa me hizo sentir curiosidad.
—Ya lo averiguarás.