La Protegida Del Alfa

**Capítulo 8: La Ira Desatada**

La luna llena brillaba intensamente sobre la represa, iluminando el campo de batalla donde Valeria, Jonathan y Alex se mantenían firmes, sintiendo aún la adrenalina de la confrontación. Sin embargo, a medida que la calma comenzaba a asentarse, la ira y la frustración comenzaron a burbujear dentro de Valeria. Había estado conteniendo una mezcla de emociones desde que había descubierto su conexión con Alex, y la reciente pelea con Mateus había sido la gota que colmó el vaso.

“¿Por qué tienen que ser así?” exclamó Valeria, su voz llena de frustración. “¿Por qué no pueden simplemente aceptarnos? ¡Siempre tienen que venir a desafiarnos y a burlarse de nosotros!”

“Valeria, respira”, dijo Jonathan, intentando calmarla. “Sabemos que esto es difícil, pero debemos mantener la cabeza fría. La ira no nos llevará a ningún lado”.

“¡No puedo! ¡No puedo quedarme aquí de brazos cruzados mientras nos tratan como si fuéramos menos!” La tensión se acumulaba en su interior, y Valeria sintió que su control se deslizaba entre sus dedos. No era solo la ira por la batalla; era la impotencia de ser vista como inferior, de no ser tomada en serio.

“Valeria, escúchame”, dijo Alex, acercándose a ella con preocupación. “Entiendo cómo te sientes. Pero si te dejas llevar por la ira, podrías perder el control. No quiero que te lastimen”.

Pero esas palabras solo parecieron encender más su rabia. “¡No quiero que me protejan! ¡Quiero ser fuerte! ¡Quiero demostrarles que no somos inferiores!” Valeria sintió cómo una ola de energía comenzaba a recorrer su cuerpo, una energía que no podía ignorar. “No puedo seguir así”.

Sin previo aviso, su cuerpo comenzó a transformarse. La energía que había estado contenida estalló en un torrente de luz y poder. Su forma humana se desvaneció mientras un lobo majestuoso tomaba su lugar. Su pelaje, de un plateado brillante, resplandecía bajo la luz de la luna, y sus ojos se tornaron de un gris profundo, reflejando la tormenta que había en su interior.

“¡Valeria!” gritó Jonathan, pero su voz se desvaneció en el aullido que brotó de su garganta. La transformación era completa, y Valeria se sintió liberada y poderosa, como si finalmente hubiera encontrado su verdadero yo.

“¡Eso es! ¡Deja que la ira fluya a través de ti!” exclamó Alex, viendo cómo la furia de Valeria se convertía en fuerza. “Pero recuerda, aún estamos juntos en esto”.

Valeria, ahora en su forma de lobo, sintió un poder sin igual surgiendo de su interior. “¡Voy a mostrarles quiénes somos realmente!” aulló, su voz resonando en la noche. Con un impulso repentino, se lanzó hacia el bosque, dejando a Jonathan y Alex atrás.

“¡Valeria, espera!” gritó Jonathan, pero ella estaba decidida. La rabia la guiaba, y no podía detenerse. Sabía que debía enfrentarse a Mateus y a los demás, no solo para demostrar su fuerza, sino para demostrar que no era alguien a quien se pudiera menospreciar.

Mientras corría por el bosque, sus sentidos se agudizaron. El aroma de la tierra húmeda y los árboles la rodeaban, y cada sonido se amplificaba en su mente. Podía oír el crujido de las ramas bajo las patas de otros lobos, y su corazón latía con fuerza, alimentado por la adrenalina de la cacería.

“Valeria, no te vayas sola”, murmuró Jonathan, transformándose en lobo también. “¡Vamos, Alex! ¡Debemos alcanzarla!”

“¡Espera!” gritó Alex. “No podemos dejar que actúe sin pensar. Si se enfrenta a Mateus, podría meterse en problemas. ¡Sigámosla!”

Los tres lobos se lanzaron al bosque, siguiendo el rastro de Valeria. Pero mientras corrían, Valeria se adentraba más y más en el territorio de Searon, sintiendo cómo la ira la impulsaba. Su mente estaba llena de pensamientos de venganza y justicia.

Al llegar a un claro, Valeria se detuvo, su cuerpo temblando de energía. “¡Mateus! ¡Muéstrame tu cara!” aulló, su voz resonando en el aire. “¡No eres mejor que nosotros! ¡No puedes seguir desafiándonos!”

Mateus apareció del otro lado del claro, acompañado por algunos de sus seguidores de la manada de Searon. “Mira, todos han venido a jugar”, dijo, su tono burlón. “¿Qué tienes que decir ahora, pequeña loba?”

“Te enfrentaré, Mateus. No permitiré que sigas insultándonos ni a mí ni a mi manada”, respondió Valeria, sintiendo cómo la fuerza de su transformación le daba confianza.

“¿De verdad crees que puedes hacerme frente? ¡Eres solo una cría!” Mateus se rió, pero había un destello de preocupación en su mirada. “Recuerda tu lugar en la jerarquía”.

“¡No tengo lugar! ¡Haremos nuestra propia jerarquía!” Valeria se lanzó hacia él, pero Mateus fue más rápido, esquivando su ataque con un salto ágil.

“¡No te preocupes, pequeña! Te enseñaré a respetar a los verdaderos alfas”, dijo Mateus, lanzándose hacia ella.

Valeria sintió la furia crecer dentro de ella, y en un giro rápido, contraatacó. Sus garras rasgaron el aire, y aunque Mateus logró evitar el golpe, sintió la fuerza de su ataque. “¡No subestimes mi poder!” aulló.

“¡Es solo el principio!” gritó Jonathan, saltando entre ellos. “¡No te atrevas a tocar a mi hermana!” Se lanzó hacia Mateus, dispuesto a proteger a Valeria a toda costa.

Mientras la pelea se intensificaba, Alex llegó al claro, observando cómo sus amigos luchaban. “¡Valeria, concéntrate! ¡No dejes que la ira nuble tu juicio!” gritó, intentando hacerle ver que debían trabajar juntos.

“¡No puedo, Alex! ¡No puedo simplemente quedarme aquí y dejar que nos pisoteen!” Valeria respondió, sintiendo que la rabia la consumía. Pero a medida que luchaba, comenzó a recordar las palabras de su hermano. La fuerza no solo provenía de la ira, sino también de la unidad y el amor por su manada.

Mateus, viendo que Valeria se estaba distrayendo, aprovechó la oportunidad y se lanzó hacia ella, intentando derribarla. “¡Ahora verás lo que es la verdadera fuerza!” rugió, pero Valeria se agachó justo a tiempo, esquivando su ataque.

“¡No, Valeria!” gritó Jonathan, lanzándose hacia su hermana para ayudarla. “¡Juntos, podemos vencerlo!”

Con esas palabras resonando en su mente, Valeria sintió cómo la ira comenzaba a disiparse, reemplazada por una claridad renovada. “Tienes razón, Jonathan. No estoy sola”, dijo, girándose hacia su hermano y Alex. “¡Vamos a luchar juntos!”

“¡Eso es! ¡Ahora!” aulló Alex, y los tres lobos se lanzaron al ataque, coordinando sus movimientos con precisión. Valeria se sintió más fuerte al tener el apoyo de su manada, y juntos se enfrentaron a Mateus.

La batalla se volvió feroz, pero la unión de Valeria, Jonathan y Alex les otorgó una ventaja. Cada ataque que realizaban estaba respaldado por la confianza y el amor que compartían como familia. Valeria lanzó un salto hacia Mateus, sus garras listas para hacer contacto.

“¡No dejaré que me derrotes, Mateus! ¡Nosotros somos los que mandamos en Seattle!” aulló Valeria, sintiendo cómo su poder crecía con cada palabra.

Mateus, sintiendo la presión de la lucha, comenzó a retroceder. “¡No puede ser! ¡Ustedes no son nada!” gritó, pero su voz estaba llena de incertidumbre.

Con un último esfuerzo, Valeria y Jonathan se lanzaron hacia él, y en un movimiento coordinado, lograron derribarlo al suelo. “¡Esto es por nuestra manada!” gritaron en unísono, asegurándose de que Mateus no pudiera levantarse.

Los seguidores de Mateus comenzaron a retroceder, viendo cómo su líder caía. “¡Retirada! ¡No podemos permitir esto!” gritaron, y rápidamente se dispersaron por el bosque, dejando a la pequeña manada triunfante.

Valeria, aún en su forma de lobo, sintió una oleada de euforia y liberación. “¡Lo logramos! ¡Lo hicimos juntos!” aulló, mirando a Jonathan y Alex, quienes se unieron a su lado.

“Sí, lo hicimos”, dijo Jonathan, su voz llena de orgullo. “Hemos demostrado que somos fuertes, y no dejaremos que nadie nos pisotee”.

Alex se acercó a Valeria, mirándola con admiración. “Eres una verdadera loba, Valeria. Has encontrado tu fuerza, y estoy orgulloso de ti”.

Valeria sintió que su corazón se llenaba de calidez. “No hubiera podido hacerlo sin ustedes”, respondió, sintiendo la conexión entre ellos fortalecerse.

A medida que la luna continuaba brillando sobre ellos, Valeria supo que esta era solo la primera de muchas batallas que tendrían que enfrentar. Pero con su manada a su lado, estaba lista para cualquier desafío que pudiera venir. Habían demostrado que, unidos, eran invencibles. Y en ese momento, Valeria entendió que su viaje apenas comenzaba.