Novela en emisión! No está terminada... No se impacienten.
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Cap 10
Cap 10
Ya fue, ahí te voy san pedro… se quedó ahí esperando a que lo quite y cuando me fije en su boca y sus ojos de manera repetida hizo lo que quiso y simplemente lo deje.
Su nariz recorrió mi cuello y sentí cada músculo de su cuerpo sobre el mío cuando se frotó contra mí. Esa cosa grande y monstruosa presionaba esa partecita delicada que activaba cada terminación nerviosa de mi cuerpo, y de repente sentí que lloraba.
Después de todo, sí creo que lloraba, porque comencé a notar la humedad en mis bragas cuando besó mi cuello y bajó al escote de mi camisa, dejando un camino húmedo de besos. Inmóvil, estupefacta y tensa, reaccioné, pero seguía sin moverme.
—Ahora lo pensarás dos veces antes de venir a provocarme, bebé —gruñó en mi oído mientras se apartaba ligeramente—. ¿Para qué querías mi perfume?
Salí como pude de debajo de él y caí de culo al piso. Satisfecho con mi reacción, sonrió y se acomodó el bulto en el pantalón.
—¿Qué pasó? ¿Se te acabó la valentía? ¿Te quedaste muda?
En un rápido movimiento y sin utilizar fuerza, me levantó del suelo.
—¿Me... me lo... regalas? —Tragué con fuerza para dejar de tartamudear y, con toda la voluntad que pude reunir, me enderecé—. Prometo comprarte uno igual mañana.
— ¿Y para qué lo quieres? ¿Pretendes tapar el perfume de la habitación de mi hermano con el mío?
Asentí nuevamente. El maldito supo para qué lo quería desde el momento en que le pedí su perfume.
—Me halagas, bebé. Puedes llevártelo, tengo otro igual.
Jamás en la vida me había sentido tan intimidada y tan caliente como esa noche. Todavía sentía el calor de sus labios en mi cuello y su fricción en mis partes íntimas.
Eso fue todo. Salí de su cuarto y me encerré en el mío. Rompí el frasco en el piso para que hiciera su trabajo y me fui a la ducha. Necesitaba limpiarme y bajar la temperatura de mi pobre cuerpecito que quería más de lo que no debía querer.
No supe con seguridad de en que momento pasamos de tener una charla en la playa a terminar con las hormonas alborotadas después de salir huyendo como rata de su habitación. Pero, lo que si tenía claro era que me gustaba y que la atracción era innegable. Yo también le gustaba a él, la erección instantánea lo había demostrado y al salir de la ducha me mire al espejo y vi mi reflejo. Tenía las mejillas rojas, mis ojos tenían ese brillo de calentura. Mi rostro me delataba y haber pasado frio debajo del chorro de agua fría no había ayudado en nada.
No te cojas a Jasper. —Me había dicho frente al espejo.
Me peine frustrada y sin cuidado, porque el cepillo se llenó de hebras negras al desenredar los nudos.
No había acondicionador ni desenredante en el baño. Salí minutos después y camine hacia la cama donde estaba mi maleta, pero como soy idiota pise un trozo de vidrio y me corte el pie.
¡La puta madre! – Grité al ver el pedazo de vidrio incrustado en mi pie.
Me insulte a mí misma y busque con que carajos parar el sangrado, por suerte no era un corte grande, pero si era profundo y sabía que sería una molestia bastante incomoda por unos cuantos días.
Jasper golpeo mi puerta, estaba envuelta en una toalla y sin ropa interior. Claro que no se fijaría en eso cuando viera la sangre en el piso — Pensé. — Siguió insistiendo y el vidrio del frasco de perfume seguía ahí a la espera de ser removido con cuidado
—Pasa. — También se había duchado y tenía el cabello húmedo y suelto.
Sacudió la cabeza cuando sus ojos fueron desde el perfume quebrado en el piso a mi pie ensangrentado.
—Bueno, al menos lograste que el perfume de mi hermanito desapareciera por completo. — dijo con sarcasmo. — Déjame ver, tienes un trozo de vidrio enterrado en el pie.
Quise llorar, porque detestaba lastimarme, odiaba tener marcas en mi piel y de repente me sentí absurdamente sensible. Mis ojos se llenaron de lágrimas y él se sentó junto a mí esperando a que lo deje tomar mi pie para quitar el vidrio.
—No estoy para bromas, Jasper. No tengo con que curarme la herida.
Lo único que había en la maleta eran toallas sanitarias, que por supuesto no me servían de nada. Se fue y volvió un momento después con una cajita.
—Cassie, que estés haciendo pucheros y que tus ojos quieran soltar lágrimas, están causando efectos contrarios a los que debería sentir. Eres linda hasta cuando sufres. — soltó un largo suspiro. — Recién llegas y ya te lastimaste. Sera una difícil convivencia ¿Sabes?
Baje la mirada a mi pie y con cuidado de no mancharlo lo deje en una posición en la que la sangre que emanaba de mi piel cayera al piso.
—Ponte guantes. — Dije, y eso hizo lo hizo mirarme. — Es antihigiénico.
—A ti te lo haría hasta con el periodo, no me importa tu sangre. — Que asco, no creí que fuera de esos. Al ver mi reacción se rio en mi cara. — Es broma.
Comenzó a limpiar y no se en que momento había sacado el trozo de vidrio.
—¿Cuándo lo quitaste?
—Cuando te pusiste nerviosa, justo cuando dije que te fallaría con tu periodo. Te enfocaste en otra cosa y dejaste de ponerle atención a tu pie. — Soltó otras de sus risitas sugerentes.
—Gracias… Por distraerme.
No dijo nada, solo se dedicó a limpiar la superficie y la desinfecto.
—No es profunda, el vidrio parecía grande pero solo la parte que quedo afuera, solo sentirás molestia al caminar, pero dudo que duela mucho. — Se puso de pie y se dirigió a la puerta. — Ya llego la pizza, con extra queso como querías.
Solté el suspiro más largo de mi vida… Jasper fue y será mi deseo culposo.
No te folles a Jasper. Me repetía una y otra vez. No caigas, no caigas, no caigas