Phoebe es obligada por su padre a casarse con un frío y anciano hombre por dinero.
En tanto que el terminó comprando una esposa, y aunque esta le reclamara que fue obligada, el alega que nunca le puso un arma encima para aceptar.
Siendo ese el caso, donde su relación con una enorme diferencia de poder y edad prevalece por lo alto, donde deberá acostumbrarse a su nueva vida, ¿Podrá ella encontrar la felicidad?
¿Podrá su corazón al final sentir amor?
O la vida, caprichosa por naturaleza, al igual que el destino, ¿Le deparará algo más que moverá su mundo de pies a cabeza?
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El Heredero
Benicio conducía alejándose a toda velocidad de Phoebe, ¿ porque demonios había ido a verla?, en cuanto ella llamo al guardia el desapareció, por el momento era preferible que ella no supiera quién era él en realidad.
Después de su padre, Phoebe era la persona que más odiaba.
Mientras tanto Phoebe la agresividad con la que Leo la había tratado la había dejado en shock.
Aun recordaba la primera vez que lo había visto, ella había escapado de su casa dirigiéndose a Miami.
Benicio ingresó en la habitación de hotel donde se hospedaba, se sirvió un vaso de Whisky esperando que el ardor de la bebida aplacara su estado de ánimo.
Pensar en ella desataba una reacción en cadena que lo sorprendió por su intensidad. Incluso después de tantos años de ausencia. Que fuese una persona tan normal era algo que le había parecido encantador. No era pretenciosa, un atributo raro en el mundo falso en el que vivía. La mujer que se había puesto a gritar y luego a llorar como si fuera una niña se entregaba libremente sus emociones.
Recordando lo «libremente» que lo hacía, Benicio tuvo que apretar los labios. Sería bueno, saltarse algunos recuerdos, por primera vez se había rendido al romance
¿Había sido él romántico alguna vez? Si ser romántico consistía en tener un impulsivo y vertiginoso romance con alguien, entonces sí lo era. Una vez. O tal vez «cegado por el deseo» sería
una mejor manera de describirlo.
Afortunadamente, ella había revelado su verdadero ser. Y desde entonces había tratado las relaciones sentimentales como si fueran acuerdos comerciales… como su relación con Marianna. Era mucho más sensato. No sentía el menor deseo de entenderla y Marianna no había mostrado la menor intención de entenderlo a él.
Eso era mucho mejor que una chica que se te metía en la piel y te volvía loco.
No olvidaría jamás esa primera vez que la vio con su bikini turquesa, sin darse cuenta Phoebe había entrado en una playa privada, él se encontraba dando instrucciones a los empleados cuando la vio, en realidad se había acercado a ella para correrla del lugar, pero cayó rendido ante su inocencia, aunque ahora sabiendo todo lo que sabía tenía sus dudas...
— Buenas tardes, este es un lugar privado le dijo el.
Phoebe estaba avergonzada de que el estuviera mirándola.
— Lo siento, no lo sabía me iré dijo ella que intentaba ponerse su vestido con manos temblorosas.
— Tranquila el dueño es un ogro, pero no va a llamar a la policía dijo él mientras juntaba todo lo que se le había caído de su morral.
— No soy de acá y no vi ningún cartel dijo ella con voz temblorosa.
— ¿ Estás sola?, ¿ viniste de vacaciones?, pregunto él sorprendido de su propio interés.
— Sí y no. Vine sola pero mi idea es quedarme a vivir acá. Estoy buscando trabajo dijo ella.¿ Tú trabajas aquí?, pregunto ella sorprendida de lo guapo que era.
— Sí trabajo para el señor Fiorelli, me llamo Leo dijo él ...
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Los días pasaron y ella no volvió a ver a Leo, finalmente llegó el día en que regresaría a Italia.
Aurelio Benini había conseguido tener a Phoebe apartada en Francia.
— No entiendo por qué preferiste que estuviera lejos hasta hoy dijo Phoebe mirando subía al auto en compañía de Aurelio.
— Porque son las órdenes de Ángelo, a caso no te dijo él que tenías que hacer lo que yo pidiera. Eso era lo que él quería dijo Aurelio. En dos horas se leerá el testamento y podrás hacer lo que tú quieras. — Phoebe antes que vayamos a tu casa quiero que sepas que tus padres, bueno en realidad tu familia están ahí esperándote.
— Mi familia está ahí, dijo ella sorprendida.
— Sí, vinieron a verte.
Phoebe se quedó en silencio mientras reflexionaba sobre las posibilidades.
— ¿Porque no me lo dijiste antes?, pregunto ella.
— Porque Ángelo, supuso que esto pasaría y a él le preocupaba tu bienestar dijo Aurelio.
Phoebe ingresó a la sala, enseguida fue recibida por los gritos de su pequeña hermana Livy.
Luego apareció su madre a recibirla.
— Mamá ¿ cómo estás?, dijo ella.
— Muy bien, preocupada por ti no te ves bien dijo Martha.
— Estoy algo cansada, debo cambiarme tengo que salir.
— Phoebe iremos contigo a la lectura de testamento, Peter está preocupado por tu futuro.
— Por mí está bien dijo ella, no quería discutir con su madre, su primer encuentrono podía terminar en un pleito.
Phoebe subió a su habitación estaba por entrar cuando se llevó el primer disgusto de la jornada.
— Hola Phoebe, te ves bien para ser una viuda dijo Braian.
— ¿ Qué haces tú aquí?, pregunto ella.
— Phoebe, que linda estas grito Zoe, esposa de Braian e hija de Peter.
— Zoe que bueno que estés aquí, dijo ella abrazándola.
— Mira él es nuestro hijo, Zack.
— Es hermoso, mira los cachetes que tiene.
— Las dejaré solas, dijo Braian muy serio.
— Ven vamos a mi habitación tengo que cambiarme dijo Phoebe.
— Todos están muy preocupados por ti, sobre todo por lo que publica en la prensa.
— ¿Qué publican?, pregunto ella sorprendida que no sabía nada.
— Parece que hay una campaña de desprestigio en contra tuyo, las empresas están soportando, pero temen un colapso, hablan de ti como si fueras una mujer fría que solo quiere comprar zapatos y pescar otro marido rico dijo Zoe.
—¿Por eso vinieron?, pregunto ella.
— Nosotros llegamos hace cinco días, nuestros padres vinieron para acompañarte durante tu duelo, fue una sorpresa que estuvieras de viaje. El abogado los convenció de que era lo mejor y créeme lo era la prensa no ha parado de molestar en la puerta.
Phoebe sonrió era un pequeño tan hermoso con su pelito oscuro.
Luego de cambiarse Phoebe se dirigió junto a sus padres y Braian a la lectura del testamento.
El encuentro con Peter había sido tenso.
Mientras tanto en la oficina de Aurelio Benini, Benicio esperaba su llegada.
— Buenas tardes señor Della Giovanna dijo Aurelio.
— Ese no es mi apellido y tu ya lo sabes perfectamente dijo Benicio. Así que ahórrate toda esta payasada y dime por qué estoy aquí.
—Siéntate Benicio, estás aquí porque en minutos se leerá el testamento de tu padre.
— Yo no tengo padre, murió cuando era un niño dijo él de forma tajante y sin la más mínima expresión de dolor.
— No estamos acá para hacer una terapia, independientemente de tus sentimientos Ángelo Della Giovanna era tu padre y te ha heredado todos sus bienes...