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CONTRATADO PARA DESTRUIRME

CONTRATADO PARA DESTRUIRME

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Maltrato Emocional / Embarazo no planeado / Casarse por embarazo / Casada con el millonario / Divorcio
Popularitas:7.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Gabriela Estévez lo perdió todo a los diecinueve años: el apoyo de su familia, su juventud y hasta su libertad… todo por un matrimonio forzado con Sebastián Valtieri, el heredero de una de las familias más poderosas del país.
Seis años después, ese amor impuesto se convirtió en divorcio, rencor y cicatrices. Hoy, Gabriela ha levantado con sus propias manos AUREA Tech, una empresa que protege a miles de mujeres vulnerables, y jura que nadie volverá a arrebatarle lo que ha construido.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El segundo round

SEBASTIÁN

El pitido del buzón se repitió una y otra vez hasta que Gabriela, con la respiración entrecortada, arrojó el celular sobre la cama.

—¡¿Cómo es que pasa esto, Gabriela?! —troné, señalándola con un dedo tembloroso de rabia—. ¡Se supone que tú la estabas cuidando! ¡Tú eres la que vive con ella!

—¡Yo no soy la única responsable! —replicó, golpeándose el pecho con la mano—. ¡También es tu hija, Sebastián! ¿O pensaste que con traer dinero y mandar mensajes a medias era suficiente?

Sentí el golpe de esas palabras en el estómago, pero no podía bajar la guardia.

—¡Si no estuvieras tan ocupada en tus reuniones de negocios y tus viejos “amigos” que aparecen de la nada, tal vez te habrías dado cuenta de que Valentina estaba mal!

Gabriela parpadeó, dolida, pero no se quedó callada.

—No te atrevas a ponerme la culpa solo a mí. ¡Yo hablé con ella anoche! Se encerró en su habitación y pensé que quería espacio.

La rabia en mi pecho se convirtió en un fuego abrasador. Ambos nos miramos un instante, los dos conscientes de que mientras discutíamos, nuestra hija estaba quién sabe dónde.

Respiré hondo y apreté la mandíbula.

—Ya basta. No vamos a perder tiempo en reproches.

Gabriela me sostuvo la mirada, sus ojos húmedos, pero al final asintió.

—Tienes razón… pero tenemos que encontrarla ya.

Me pasé la mano por el cabello, pensando rápido.

—Lo más probable es que esté con…

Ella me interrumpió.

—Con Axel.

—¿Ese mocoso? —bufé, incrédulo.

—Sebastián, piénsalo. Desde que empezó a salir con él pasa más tiempo a su lado que aquí. —Su voz se quebró apenas—. Y si está enojada conmigo… seguro fue a buscarlo.

Me quedé helado, tragando saliva. No me gustaba la idea, pero tenía sentido.

—Entonces vamos ya —dije, tomando las llaves de mi auto.

Gabriela recogió su bolso, todavía con los dedos temblorosos. Nuestros ojos se cruzaron por un instante. Teníamos miedo.

Miedo de perder lo único que todavía nos unía.

Y sin decir nada más, salimos juntos rumbo a la casa de Axel.

El silencio en el auto era tan incómodo que apenas se escuchaba el zumbido del motor. Gabriela apretaba el teléfono en la mano, marcando una y otra vez, pero siempre caía al buzón. Yo me aferraba al volante como si fuera lo único que me mantenía de pie.

Cada kilómetro me revolvía el estómago más. Valentina. Mi niña. Mi hija. ¿Dónde demonios estaba?

Cuando doblamos la esquina, vi la motocicleta de Axel estacionada frente a la casa.

—Llegamos —murmuré entre dientes, apretando con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos.

Gabriela me lanzó una mirada, mezcla de miedo y súplica.

—Sebastián… no hagas un escándalo, por favor.

—¿Un escándalo? —bufé, saliendo del auto de un portazo—. ¡Mi hija desaparece toda la noche y amanece aquí, y quieres que me quede callado!

No esperé respuesta. Caminé decidido hasta la puerta y golpeé con fuerza, tan fuerte que los vecinos comenzaron a asomarse tras las cortinas.

A los pocos segundos, un hombre abrió: debía ser el padre de Axel. Tenía la cara adormilada, como si lo hubiera sacado de su sueño.

—Buenos días ¿Los ayudo en algo? —gruñó, mirándome de arriba abajo.

—¿Dónde está mi hija? —escupí, sin rodeos.

El hombre arqueó una ceja.

—¿Su hija?

Gabriela intervino rápido, poniéndose a mi lado con un tono más sereno:

—Buenos días. Valentina. ¿Está aquí?

El tipo suspiró y, sin decir más, se giró para gritar hacia adentro:

—¡Axel!

Tardó unos segundos, pero al fin apareció Axel. Despeinado, en camiseta negra, con esa actitud de suficiencia que ya me irritaba.

—¿Qué quieren? —soltó, sin molestarse en disimular su fastidio.

—¿Dónde está mi hija? —espeté, clavándole la mirada.

Se encogió de hombros.

—Aquí no está.

Avancé un paso hasta casi quedar pegado a él.

—No me tomes por idiota, Axel. —Mi voz salió como un gruñido—. ¡Valentina, baja ahora mismo!

El chico suspiró, se pasó una mano por el cabello y alzó la barbilla con descaro.

—Ella no quiere verlos.

Sentí cómo la rabia me subía como una marea.

—¡Cómo que no quiere! ¡Dile que baje ya!

Antes de que pudiera soltarle otra amenaza, el padre de Axel habló.

—¿Qué demonios está pasando?—Dijo molesto—¿Tienes a una chica en tu habitación, Axel?

Axel lo ignoró olímpicamente, manteniendo sus ojos clavados en mí. Y con un tono firme, desafiante, soltó:

—Ella no va a bajar. No quiere verlos ahora. Y punto.

El silencio fue tan pesado que hasta Gabriela contuvo el aliento.

—¿Que Carajos estás haciendo, Axel? ¡Saca a esa muchacha de inmediato!—le gritó su padre, girándose hacia él con los ojos encendidos.

—No te metas —replicó Axel con esa insolencia que lo caracterizaba—. No tienes idea de nada.

—¡Eres un maldito grosero! —rugió el hombre, avanzando hacia él.

—¿Y tú qué? —Axel lo enfrentó con la mandíbula apretada—. Nunca estás. Nunca has estado. Así que no vengas a darme lecciones de padre cuando ni siquiera sabes lo que hago o dejo de hacer.

El choque entre los dos fue tan fuerte que por un instante olvidé mi propio enojo y miré la escena con la garganta apretada. Porque ahí, en ese intercambio brutal, se notaba todo: la rebeldía de Axel, la rabia, la distancia con su padre.

Y aún así, lo único que podía pensar era que Valentina estaba arriba… escondida detrás de ese muro de arrogancia.

...🟣...

GABRIELA

Subimos las escaleras casi a empujones, Sebastián primero, con el rostro enrojecido de rabia. Axel protestaba detrás, su padre gritaba desde la sala, y yo… yo solo sentía el corazón desbocado, rogando que Valentina no estuviera metida en algo peor.

Cuando Sebastián abrió la puerta de golpe, la encontré.

Mi hija estaba sentada en la cama, los ojos bien abiertos por el escándalo de abajo. Tenía puesto un moño alto y una camisa enorme, que a todas luces era de Axel. Esa imagen me atravesó como un cuchillo: tan inocente y tan peligrosa a la vez, porque Sebastián no iba a dejar pasar ese detalle.

—¡Valentina! —bramó él, entrando a la habitación como un huracán.

Ella se levantó de golpe, con las manos temblorosas.

—¿Qué hacen aquí?

—¡¿Qué hacemos aquí?! —replicó Sebastián, fuera de sí—. ¡Te desapareces desde anoche, me tienes de cabeza, y ahora te encuentro escondida en la casa de este…! —señaló con rabia hacia Axel, que estaba apoyado en el marco de la puerta, desafiante.

—¡No digas nada de él! —gritó Valentina, dándose cuenta de la dirección que tomaba la discusión.

Yo traté de acercarme, poner calma, pero era inútil. Sebastián estaba desatado.

—¡No me alces la voz! —le recriminó—. ¡Mírate, Valentina! ¡Vestida con la ropa de este muchacho, encerrada aquí como si no tuvieras padres!

Ella se encogió, pero su carácter explotó igual.

—¡Pues claro que no los tengo! ¡Si siempre están peleando, siempre criticándome, como si yo fuera un error!

—¡Eres mi hija! —rugió Sebastián, dándole un golpe al escritorio que hizo retumbar la habitación—. ¡Y mientras viva, no vas a volver a quedarte en la casa de este mocoso!

Valentina tenía los ojos llenos de lágrimas, pero se mantuvo firme, con la barbilla alzada.

—Yo decido con quién estoy. No tú.

Ese cruce de miradas, de fuego contra fuego, me desgarró por dentro. Porque lo que veía no era solo una pelea. Era la repetición de una historia que yo ya conocía demasiado bien. Y esta vez, la que estaba en medio… era nuestra hija.

Me interpuse entre los dos antes de que Sebastián terminara de perder el control.

—¡Basta los dos! —grité, levantando las manos—. ¡Está no es nuestra casa!

Valentina me miró, con las mejillas encendidas y la respiración agitada. Yo también estaba al borde del colapso, pero no podía dejar que la pelea se les fuera de las manos.

—Valentina —dije, tratando de sonar firme—, ¿sabes qué es lo peor de todo esto? Que no solo nos mientes, sino que encima tienes el descaro de esconderte en esta casa como si fuéramos tus enemigos.

Ella me sostuvo la mirada con un brillo desafiante.

—¿Y tú crees que tienes derecho a reclamarme? —espetó, con veneno en cada palabra—. ¡Si tú hiciste lo mismo!

Sentí cómo se me helaba la sangre.

—¿Qué dijiste?

—¡Que no tienes autoridad sobre mí! —su voz temblaba de rabia, pero también de dolor—. Tú también salías con papá cuando eras casi una niña, te escapaste de tu casa y terminaste viviendo ahí quién sabe cómo. ¡Y mírenme ahora! ¡Yo soy el resultado de todo eso!

Mis piernas flaquearon. Sebastián se tensó a mi lado, su cara un poema de incredulidad y furia.

—¡Valentina, no me hables así! —le ordené.

Pero ella no dejó de hacerlo. Dio un paso hacia mí, con los ojos inundados de lágrimas.

—¡No me digas nada! ¡Tú no eres mejor que yo! ¡Si alguien no tiene derecho a juzgarme eres tú! ¿Quién sabe qué hacías en esa época, de qué te mantenías, con quién estabas…?

Y entonces… no pude más.

El golpe salió antes de que pudiera detenerme.

¡Paf!

La segunda cachetada resonó en la habitación.

Valentina se llevó la mano a la mejilla, boquiabierta, y el silencio que siguió fue sepulcral.

—¡Nunca vuelvas a hablarme así! —le grité, con la voz rota—. ¡Soy tu madre y ya te dije que me vas a respetar, aunque te duela!

Valentina me miró como si yo fuera una extraña, con lágrimas cayéndole por el rostro.

Sebastián, en cambio, apretaba los puños, mordiéndose la lengua, como si estuviera a punto de estallar contra mí otra vez.

Y yo… yo solo podía pensar que tal vez, si había sido muy indulgente con Valentina…estaba siendo muy grosera y esas cosas no se le dicen a una persona que sacrificó y seguirá sacrificándo todo por ella.

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Elena Maza
hay Gaby que fuerte 😭😭 por qué aún que no lo quieras aceptar estás enamorada de Daniel pero no sabes como decirlo pero tienes que ser fuerte y decirle a el y a Valentina lo que sientes
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Gabriela de verdad necia date la oportunidad de ser feliz no sigas atada a Sebastián y Val debería estar feliz por qué quieras ser feliz
Nilce montilla
de verdad que se lo ganó a pulso,pero es su papá y para ella es mas doloroso que la persona que la tenía que proteger nunca estaba ,su héroe,su todo,ahora le toca enmendar su error,tanto con la hija como con la mamá.
chica°mangaromantico
Vamos Sebastián, tú puedes, poco a poco lograras lo que todos sabemos quieres
Linilda Tibisay Aguilera Romero
tiene que tener paciencia y trabajar en demostrar que de verdad estás arrepentido y vas a cambiar
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Sebastián vas a tener que hacer mucho mérito para que te perdonen les hiciste mucho daño y pusiste el dinero y el poder de tu familia primero que ellas y ni se te ocurra atacar a Alex
Linilda Tibisay Aguilera Romero
si quieres cambiar y comportarte como un verdadero hombre eso es lo primero que tienes que hacer acabar con esa relación vacía con Natalia por qué ella no quiere ni respeta a tu hija
Tatiana Aricapa
conoce el lugar que ocupas en la vida de otros no es fácil pero cuando te das cuenta de eso sabes que hacer a continuación simplemente nos cuesta soltar y nos falta valor para dar un salto de fe, el tipo está bien equivocarse pero de sabios rectificar a tiempo antes de autodestruirse el tipo deve salir del yugo de sus padres si quiere reconstruir la relación con su hija por que con su ex esposa ya no fue más la lastimo tanto la quebró tantas veses que así quiera curar esas cicatrices en oro quedan huellas que solo el tiempo se pueden sobrellevar por que permanecen no se puede borrar ni olvidar solo se aprende a vivir con ellas como aprendizaje
Elena Maza
no sabes amar😭😭😭
Elena Maza
y lo seguirás arruinando si no detienes ese poder que según tu mereces cuando no es cierto no la dejas ser feliz pero la vas a perder definitivamente por qué ella no quiere un cobarde como tú
Rossy Bta
más capitulos por favor, encantada con la novela 👍
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Sebastián a llorar para el valle tu fuiste el culpable no la valoraste
chica°mangaromantico
Primera en dar like.
Primera en comentar.
Primera en enviar una solicitud de actualización.
(No creen que merezco un especial saludo de la autora?)
chica°mangaromantico: Amo ser la motivación de alguien
total 2 replies
Linilda Tibisay Aguilera Romero
estos un desgraciado Sebastián te pasas. pero ella es fuerte y nomás a poder destruirla
chica°mangaromantico
Creo que entiendo lo que pasa por la cabeza de Sebas. Él se siente menos porque Gabriela está logrando la felicidad que él no la pudo dar y se nota a leguas que todavía la ama pero es muy orgulloso
Yazz: Estoooooooo😭👏👏👏👏
total 1 replies
Nilce montilla
espero que ella no se deje y que de verdad Daniel le dé ese amor bonito que ella se merece y que Sebastián se arrepienta de todo lo que le ha echo
Elena Maza
😭😭😭😭😭 que desgraciado eres sebastian la destruiste y lo seguirás haciendo, no te importa nadie solo tú
chica°mangaromantico
Al menos ambas se reconciliaron
Elena Maza
que triste momento y tú Sebastián que no aprendes amar y dejar que la sociedad destruye tu familia
Linilda Tibisay Aguilera Romero
ella tenía iqe enterarse en algún momento de la verdad
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