La persona equivocada

Durante toda la clase estuve pensativo, sin importarme absolutamente nada a mi alrededor. Me mordía ansiosamente el labio inferior, hasta el punto de sentir el sabor de la sangre en mi boca. Cuando finalmente la clase terminó, recogí rápidamente mis cosas y salí del salón sin decirle nada a nadie, bueno, un día actuando así no afectaría en nada en mi vida, estaba tan estresado con todo que no tenía cabeza para hacer eso como en los otros días. Mis ganas eran de golpear una pared hasta que mi rabia pasara, pero no podía, o simplemente no sé si conseguiría lastimarme así de nuevo. Para mí, volver a descargar mi rabia, puede hacerme volver al abismo y quizás sin vuelta.

Mientras andaba apresuradamente por los pasillos, me topé con Jack y él me sujetó por el brazo con fuerza. Era obvio que no tenía la menor intención de dejarme ir.

—Alisson, escúchame.

Él susurró. Su voz estaba ronca, un tono de voz tan suave. Un tono el cual siempre conseguía hacerme ceder a él, pero las cosas cambiaron ahora. Apreté los dientes y solté mi brazo.

—¡No tenemos nada de qué hablar!

—Alisson, por favor...

Él insistió, agarrando mi brazo nuevamente. Cada palabra de él hacía que mi sangre hirviera de rabia, la escena de Jack besando a Sarah vino a mi memoria. Antes de que yo hiciera algo o dijera algo, sentí a alguien que me jalaba hacia sí. Miré hacia atrás y vi a Max mirando de vuelta hacia mí con una sonrisa. Mi mirada se enfocó en su cuello, había una cicatriz y de repente me acordé nuevamente de la noche pasada. Aquella cicatriz en su cuello parecía familiar. Algo me dice que lo que hubo la noche pasada tiene que ver con Max...

—¿Eres sordo o qué? Él ya dijo que no quiere hablar contigo.

Max profirió. ¿Enfrentando a Jack, por mí?

—No te entrometas donde no te han llamado.

Los dos intercambiaron miradas, pero ni un poco amigables. Ambos estaban serios, llegaba a ser una escena graciosa. Max apretó mi cintura con fuerza, presionando nuestros cuerpos y yo no tenía coraje alguno para alejarme de él en aquel momento.

—Alisson, ¿qué tienes con este tipo?

Jack me cuestionó, por un instante, me quedé mirando hacia la nada y mi visión estaba confusa.

—Yo no tengo nada con Max. E incluso si lo tuviera, no sería algo de tu incumbencia. Nosotros terminamos, ¿olvidaste?

Le respondí. Finalmente alejándome de Max. No es porque terminé con Jack que iba a lanzarme sobre otro así tan fácil, no es así como las cosas funcionan.

—Pero...

—No tiene "pero", idiota. Acepta que Alisson no quiere más nada contigo.

Max interrumpió. Tomó mi mano y me llevó fuera de la facultad, en verdad, para el estacionamiento de allá.

—Más temprano percibí que estabas andando cojeando, ¿estaba todo bien?

—Eso no te interesa.

—Si todavía estás con dolor, puedo llevarte a casa.

Él sugirió. Yo no quería negar eso, mis piernas estaban un poco doloridas todavía y andar hasta mi casa sería exhaustivo demasiado.

Pensé un poco y asentí con la cabeza, aceptando su aventón. Anduve hasta su carro y antes de que yo dijera algo, Max abrió la puerta del carro para mí.

—¿Qué sucedió para que estuvieras con dolor en la pierna?

Max me preguntó, adentrándose al carro y encendiéndolo. No sabía bien qué responder a esa pregunta, entonces dije lo obvio;

—No sé.

—¿No sabes?

Max inclinó su cabeza hacia el lado. Me hablaba sin mirar directo en mis ojos, prestando atención más en la carretera que en mí. Y bueno que actúa así, no quiero sentir la sensación de estar al borde de la muerte de nuevo.

—Max.

Llamé su nombre en el impulso, mis ojos estaban fijos en su cuello desde que entramos en el carro y él comenzó a conducir. Fragmentos de la noche pasada giraban en mi cabeza, haciéndome recordar poco a poco de lo que hubo ayer.

—¿Qué fue?

Él me miró por un instante, antes de volver su atención al volante nuevamente.

—¿Cómo conseguiste esa cicatriz en tu cuello?

Él sonrió. No sé qué tenía de gracioso en mi pregunta. Yo estaba hablando en serio, ¿porque incluso en una pregunta así, él no parecía importarle? Eso realmente me irrita.

—No me acuerdo. ¿Pero por qué me preguntaste eso?

Llevó una mano hasta la cicatriz, sin desviar la mirada de la carretera casi que por ningún instante. Me recosté en la ventana, frustrado.

—Por casualidad... ¿me viste ayer en la noche?

Aquellas palabras realmente salieron de mi boca, estaba tan temeroso de hacerle esa pregunta a Max. Pero todo parecía indicarme de que él cogió conmigo.

—¿Por qué esa pregunta de la nada?

—Algo me dice que tú tienes algo que ver de por qué mis piernas quedaron todo el día doloridas y también por qué desperté con todo mi cuerpo marcado.

Le revelé de forma seria, mis ojos fijos en su figura. Mirando para su cicatriz todo el tiempo, recordando haberla visto noche pasada. No debe ser una simple coincidencia, yo no soñaría con alguien que odio en vano y lo que recuerdo es real demasiado, que puedo sentir todo. Las manos recorriendo mi cuerpo y aprovechándose de mí, yo recuerdo, recuerdo de eso.

—¿Estás queriendo decir que yo cogí contigo noche pasada?

Él contuvo su risa, maniobrando el carro para estacionar. Aquella sonrisa surgió en su rostro nuevamente, y otro recuerdo de la noche pasada vino a mi cabeza.

—Fuiste tú, ¿no fue?

Lo encaré con rabia esta vez, las cosas se estaban esclareciendo y yo finalmente estaba recordando de todo lo que hubo conmigo en el día anterior. Max sonrió y salió del carro sin decir más nada para mí.

—Tardaste mucho para entender.

Max se recostó en la puerta del carro, aquella sonrisa no se desvanecía de su rostro. Parecía adorar mi expresión en aquella hora, mi rostro estaba comenzando a calentarse, quedando con calor incluso que el clima no estando caliente. Mi sangre hervía al verlo actuar de aquel jeito en frente mío.

—¡Ni siquiera lo niegas, Max!

Grité enfurecido y lo agarré por la ropa, aproximando nuestros cuerpos, pero sin ninguna segunda intención. Por lo menos no de mi parte.

—"Max, ayúdame."

Él susurró contra mi oído, su respiración caliente en mi oreja me hizo erizar. Pero, me enfureció por su provocación, yo ya había recordado de lo que hubo antes y recordaba perfectamente bien de lo que dije en aquella noche. Apreté los puños y mordí el labio, con rabia, pero también tan avergonzado.

—No me provoques más.

Desvié los ojos de los de él y me alejé, soltándolo.

—Vamos, no digas eso. Estás tan diferente de ayer en la noche. ¿No me digas que no te gustó? Gemiste tan alto… oírte gemer mi nombre fue el auge para mí.

Tragué en seco cuando oí sus palabras, el recuerdo de aquella noche venían todas en mi cabeza y me dejaban cada vez más con el rostro rojo, como un pimentón. Max sonreía con mi expresión, estaba adorando verme así, extremadamente irritado con él.

—Vamos a repetir de nuevo. Yo agarro más leve, prometo.

Max se aproximó más de mí y jaló por la cintura, pocos centímetros de mi rostro y susurró:

—Vamos a repetir de nuevo. Yo agarro más leve, prometo.

Él repitió más una vez, parpadeando en seguida. Y soltó mi cintura y finalmente alejándose.

—Tienes mi número. Si quieres coger de nuevo, me llamas.

Concluyó con una sonrisa de lado, de un jeito amigable, pero yo percibía la malicia en sus ojos. Adentrándose a su carro nuevamente. Cerré los puños de rabia, y batí el pie contra el asfalto. ¿Por qué yo fui a dormir justo con la persona que más odio?