 
                            Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
NovelToon tiene autorización de Gena Jim para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo:10
ISABELA:
Miro como mi mano acaricia mi vientre y dejo de hacerlo... ¿Será que le digo que estoy embarazada? ¿Y si me despide?
Tomo una profunda respiración y miro a mi jefe a los ojos.
—Es que estoy... Estoy embarazada...
Murmuro tan bajo que incluso yo misma no me escucho.
—Señorita Torres, le aconsejo que hable más alto, no logro escuchar lo que quiere decirme.
Muerdo mis labios con fuerza y vuelvo a susurrar.
—Estoy... Embarazada, señor.
Miro como sus ojos se abren y su vista viaja de mi rostro a mi vientre una y otra vez.
—Usted está... ¿Tiene un bebé ahí?
Su dedo señala mi vientre y yo asiento mirando la sorpresa en su rostro ¿Acaso nunca había visto una mujer embarazada?
El jefe lleva su mano a su nuca y abre la boca como si estuviera recordando algo.
—Oh, eso explica todo ¿Por qué no me dijo desde el principio?
—Temía que no me acepte en el trabajo o me despida... Ahora mismo no puedo correr el riesgo de quedarme sin trabajo.
Él asiente con compresión y en ese instante el auto llega y su chófer sale y abre la puerta.
—Permiteme llevarte a casa, por favor no te niegues.
Dice y tomando una profunda respiración lo sigo hacia su auto.
El señor Romanov me cede el paso para que entre a su auto y así lo hago.
Ya dentro el auto arranca mientras le doy la dirección a su chófer.
—¿De cuánto tiempo estás?
Pregunta rompiendo el cómodo silencio.
—Estoy a punto de cumplir ocho semanas.
—¿Ocho semanas? Eso son dos meses ¿Estoy en lo correcto?
—Sí, está en lo correcto señor.
—De acuerdo... Y su ex esposo... ¿Él sabe de su embarazo?
Siento como mi pecho se encoge y no sé si es por la rabia o la decepción que siento.
—De hecho sí... Me pidió que lo abortara ¿Puedes creerlo?
Me río sin ganas y dirijo mi vista hacia la ventana del auto.
—Discúlpame, no debí preguntarle eso.
—Descuide... Mi vida es un completo desastre, siento que estoy en un camino sin salida donde todo es oscuridad... Si no fuese por mi bebé, no sé que haría, siento que llegó en el momento perfecto.
—No diga eso, tiene toda una vida por delante, aún es joven.
Me río mirándolo.
—Ya no soy una jovencita señor Romanov, tengo treinta y cinco años.
Él me mira con sorpresa.
—¿Treinta y cinco? ¿Está bromeando?
—No, esa es mi edad ¿Qué? ¿Parezco más mayor?
—No para nada, pensé que tenía veintisiete o veintiocho.
Siento como mi rostro se vuelve rojo.
—No exageres, no parezco tan joven señor Romanov.
—No exagero, y por favor, puede llamarme Vladimir, no estamos en la oficina.
Dice muy amable y niego.
—No podría, sentiría que le estoy faltando al respeto.
—Oh, vamos, además usted es más mayor que yo, acabo de cumplir los treinta y cuatro.
Miro su perfecto rostro y la verdad es que si aparenta su edad.
—De acuerdo, lo llamaré por su nombre fuera del trabajo, y usted también haga lo mismo.
Una sonrisa sale de mis labios y él hace lo mismo haciendo que se vea más guapo.
—De acuerdo, Isabela.
Durante el trayecto nos enfrascamos en diferentes conversaciones hasta que llego a la zona donde vivo.
—Se ve que es un lugar tranquilo.
Dice mirando alrededor y asiento.
—Así es, por eso lo elegí para vivir, muchas gracias por traerme Vladimir.
Él vuelve a sonreír de manera hermosa.
—No es nada, nos vemos mañana Isabela.
—Claro.
El chófer abre la puerta y yo salgo de inmediato para luego hacer seña en forma de adiós mientras observo el auto marcharse.
Al pasar unos minutos tomo mi celular y marco el número de mi madre.
—Ya estoy aquí mamá.
—De acuerdo, ya vamos para allá.
Dice ella y cuelga el celular.
Solo tomo un profundo respiro y a los pocos minutos, observo a mi madre, a mi padre y a mi hermano menor caminar hacia mí.
Mi madre es la primera en estar frente a mí y antes de que diga algo recibo una tremenda bofetada que me desequilibra por algunos segundos.
—Isabela Torres ¿Cómo es eso de que te has divorciado? ¿Acaso te has vuelto loca?
Grita en medio de la calle y ruego por paciencia por qué ya se me está acabando.
—Vamos adentro, es de mal gusto discutir en la calle donde todos nos ven.
Hablo tomando la delantera y camino hacia mí apartamento mientras escucho los pasos de los visitantes detrás de mí.
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    