Micaela es una mujer de la vida moderna, ha heredado el legado de su padre, siendo una peligrosa mafiosa, pero algo sale mal y pierde la vida, reencarnando en Sol D’Angelo, la hija de un duque, villana de la novela la cual leyó en su juventud, pero al tener los recuerdos de Sol, se da cuenta de que nada es lo que parece y ella jamás fue una mala persona, solo fue víctima de aquella que hermanastra que fue considerada la protagonista, aunque ahora, cuando la historia inicie, ella le demostrará a todos, lo que es ser una verdadera villana y buscará vengarse de aquellos que la hicieron sufrir.
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13
Ya había pasado casi un mes y la fiesta de presentación se acercaba. Sol había convencido a su padre de hacer la fiesta de presentación de ella y su hermanastra, juntas, ya que solo eran unos meses de diferencia. Sol le hizo entender lo complicado qué era una fiesta, que se imaginara dos y con tan poco tiempo la una de la otra.
Sebastián estaba un poco renuente puesto que quería lo mejor para su hija pero no tenía paciencia para pasar dos veces por lo mismo y menos por una hija qué no era de él.
Sol sabía que aunque apenas fuesen sus 16 años que para su otra época eso apenas era la adolescencia, en este tiempo ya te consideraban una mujer. Así que como tal se iba a vestir.
Su costurera era la más feliz pues se había hecho de su propia tienda en una de las mejores zonas de la pequeña ciudad y el hecho que sol portara esos vestidos y que saliera en compañía de su padre sin qué este le dijera nada, había hecho qué algunas jovencitas copiaran su moda.
Claro, no cualquiera se animaba a usar ese tipo de vestidos qué aunque eran hermosos, el hecho de mostrar parte de sus "piernas", era mal visto pero sin duda eran mucho más cómodos.
Por otro lado en su entrenamiento de espadas iba bastante bien, ya no se cansaba tanto así que esa energía qué le sobraba la utilizaba para entrenar. Estaba esperando Las provocaciones de su dizque hermana para darle la paliza de su vida y así si se queje con provecho.
Mientras tanto con el duque
El duque fue solicitado al palacio por orden del rey, no sabía cuál era el motivo de dicho llamado pero debía presentarse. Solo esperaba que no fuese otra guerra.
fue así como el duque alistó su caballo y se marchó en compañía de sus hombres al reino. A el duque No le gustaba utilizar los carruajes, tal vez era inapropiado qué se presentará de esa forma pero le resultaba más rápido y menos incómodo cabalgar.
Después de unos 40 por fin llego, dejando su caballo al cuidado de su gente quienes se fueron a una zona a esperar mientras que uno camino al lado del duque.
Al llegar, camino por un gran pasillo, sin entrar al palacio hasta llegar a una puerta qué conectaba con el despacho del rey.
Duque: comuníquenle al rey de mi presencia, él mandó a buscarme
El hombre lo anuncio y el rey le dio acceso.
El duque entró y se acomodó en un asiento cerca del escritorio del rey. Al duque esto se le hizo raro, ya que cuando es una audiencia, el rey recibe en la gran sala del palacio y no en su despacho.
Sebastián: buenas tardes rey Federico, a que se debe el honor de su llamado
Federico: bienvenido seas Sebastián, tranquilo, toma las cosas con calma, primero, gustas algo para tomar
Sebastián: un tequila está bien
Federico: ¿Tequila?
Sebastián: perdón, esa palabra se me pego ahora en la guerra, vino está bien
Federico ordenó vino y dos copas, lo que hablaría con Sebastián, ameritaba un brindis.
Federico: bueno Sebastián, el motivó de mi llamado es para solicitar un compromiso con tu hija.
Sebastián: que!! Estás loco, tú ya estás viejo para mi hija
Grito exaltado Sebastián, imaginando a su hija al lado de ese vejestorio.
Federico: no, no, el compromiso es entre mi hijo, el príncipe heredero y tu hija
Sebastián suspiró pero aun así no le gusto nada, su hija apenas cumpliría 16 años, él nunca casaría a una niña y menos a su hija, además el príncipe era mayor y tenía fama de mujeriego.
Sebastián: es un alago rey, que tome en cuenta a mi hija, pero aún es muy joven para un compromiso
Federico: pero se que ella está por cumplir 16 años
Sebastián: lo siento pero aun así, para mí aún es muy joven, pero le propongo algo, sí mi hija se interesa por el, el día de su fiesta, yo aceptaré el compromiso, aun así se casaran hasta que mi hija tenga por lo menos 18 años.
Al rey no le gusto mucho la negativa del duque pero confiaba que su hijo conquistaría a esa niña, además, nadie se resistía a convertirse en la princesa heredera y esa niña, no seria la esepcion. es un compromiso que a ellos les conviene y no pueden perder por nada. Así que con este pensamiento, el rey acepto
Federico: está bien Sebastián, sí a tu hija le gusta mi hijo, aceptarás el compromiso, pero tú no debes persuadirla, que sea ella quien decida
Sebastián: así será, ahora me retiró
El duque estaba molesto, como sé atrevía ese rey a fijarse en su niña, cómo era posible que 16 años fuera la edad suficiente para casarse. sin decir nada, el duque camino a donde sus hombres, tomó su caballo, sé subió y se marchó a toda prisa, debía ver a su pequeña.
En el ducado
Sandra: que te pasa estúpida
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Sol estaba en su habitación, mirando justo en la ventana cuando vio que su padre venía a todo galope. Una idea se le vino rápidamente a su cabeza que bajó rápidamente para donde estaba su hermanastra.
Esta estaba en la sala de estar tomando el té mientras platicaba con su madre.
Sandra al verla bajar corriendo en su dirección se le ocurrió la brillante idea de tirarle el té encima como si fuese un accidente. Este estaba caliente aun así Sandra se lo tiro.
Sandra: que te pasa estúpida
Sol pegó un grito agudo qué fue escuchado por el duque quien venía llegando. Este bajo rápidamente de su caballo desenfundo su espada. Corrió en dirección del grito, encontrándose a Sol en el suelo con su pecho mojado por el tipo de vestido qué traía y rojo por la quemadura del té además que una tasa vacía en la mano de Sandra
Sandra: pe... perdón fu... fue un accidente ella venía co... corriendo
A Sandra no le salían las palabras, menos al sentir la hoja afilada de la espada del duque en su cuello
La duquesa corrió a levantar a Sol, sabía que defender a su hija no apaciguaría el enojo del duque, además debía quedar como un accidente
maricela: niña, no tenías por qué correr, mira ahora, duque hable a un médico para que le ponga algo para la quemadura
Sebastián guardó su espada y pidió que trajeran a un médico para atender a su hija, pero que le explicará lo sucedido para que trajera lo que necesitaría. Sandra calló al piso una vez el duque alejó la espada, por poco y no la cuanta. el duque se agachó y tomo en sus brazos a Sol para llevarla a su habitación.
Sol posó su cara en el hueco del cuello del duque y le regalo una sonrisa a Sandra, quien aún se encontraba tirada en el suelo.
Sol sabía que no era difícil hacerlas caer, eran mujeres tan predecibles, aunque nunca se imaginó que esa perra se atreviera a tirarle el té caliente encima. le dolió, claro que le dolió, pero valía la pena.
además hace poco se había dado cuenta de que tenía el poder de curación de su padre así que no le quedaría marca alguna y ahora que lo recordaba, no sabía que era eso que su madre había puesto en ella antes de morir.
Ya me llego el Internet de nuevo, así que aprovechó a subir capítulo por si las dudas y mañana tengo el mismo problema. reportaré el porqué mi Internet está fallando
Saludos y espero les esté gustando 🫰
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