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EL ITALINO Y SU ESPOSA RUSA

EL ITALINO Y SU ESPOSA RUSA

Status: En proceso
Genre:Arrogante / Mafia / Embarazada fugitiva / Malentendidos / Amor-odio / Matrimonio entre clanes
Popularitas:5.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Genesis YEPES

Una esposa atrapada en un matrimonio con uno de los mafiosos
más temidos de Italia.
Un secreto prohibido que podría desencadenar una guerra.
Fernanda Ferrer ha sobrevivido a traiciones, intentos de fuga y castigos.
Pero su espíritu no ha sido roto… aún. En un mundo donde el amor se mezcla con la crueldad, y la lealtad con el miedo, escapar no es solo una opción:
es una sentencia de muerte.

¿Hasta dónde está dispuesta a llegar por su libertad?

La historia de Fernanda es fuego, deseo y venganza.

Bienvenidos al infierno… donde la reina aún no ha caído.

NovelToon tiene autorización de Genesis YEPES para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

ALIANZA INESPERADA

La noche caía sobre Marsella con una lentitud espesa, como

si el tiempo también tuviera miedo.

Isabella se movía entre las sombras de los callejones con

una destreza que no le pertenecía.

No era una fugitiva por elección, sino por herencia.

Hija de leales sirvientes que un día lo dejaron todo para salvarla.

La cafetería donde había recibido aquella noticia

que la mafia estaba cazando a sus padres creyéndolos traidores

aún resonaba en su memoria.

El miedo se le había incrustado en los huesos desde entonces.

Pero no podía parar. Fernanda seguía atrapada… y ella debía conseguir ayuda.

El contacto le había dado una nueva dirección. “Busca a Eliah, en el viejo barrio judío.

Toca dos veces, espera tres segundos, y vuelve a tocar. No digas tu nombre. Él sabrá.”

No había opción.

Isabella lo hizo. Golpeó la puerta de madera desconchada. Esperó.

Tocó de nuevo. El silencio fue denso. Una cámara giró sobre su cabeza.

Sintió el lente examinando hasta su alma. La puerta se abrió sin un solo sonido.

Un hombre de unos cincuenta años, barba entrecana, ojos de mercurio, la observó.

No dijo su nombre. Solo hizo un gesto con la cabeza para que entrara.

Dentro, el olor a papel viejo, pólvora y café quemado era como una mezcla letal y familiar.

Un sótano adaptado como búnker. Mapas en las paredes. Fotos. Grabaciones.

Monitores encendidos mostrando calles, puertos, aeropuertos.

—Eliah: No eres quien esperaba

dijo el hombre.

—Isabella: Tampoco yo esperaba tener que venir

respondió Isabella.

—Elianh¿Quién te envía?

—Isabella: Fernanda Ferrer.

Eliah entrecerró los ojos. Un segundo de duda, luego un asentimiento lento.

—Eliah: ¿Y qué necesitas?

—Un plan para sacarla de ahí.

Y protección.

Nos están cazando.

Él soltó una risa seca, sin humor.

—Eliah: Bienvenida al infierno, niña.

Aquí todos estamos en la lista negra de Nicolaok.

Isabella tragó saliva.

—Isabella: ¿Por qué no huyes?

—Eliah: Porque alguien tiene que quedarse y pelear

respondió él, encendiendo un cigarro

—. Nicolaok no es solo un mafioso.

Es un cáncer. Infecta gobiernos, corrompe instituciones, borra historias.

Y esa chica… tu amiga… se casó con el tumor.

—Isabella: Ella no eligió eso.

—Eliah: Nadie elige al diablo, pero una vez que bailas con él, siempre terminas ardiendo.

Isabella se sentó. Sus manos temblaban.

Eliah lo notó, pero no dijo nada. Le ofreció una manta, una taza de café frío, y silencio.

Ese era el lenguaje de los que ya habían perdido demasiado.

—Eliah Tus padres están vivos —dijo de pronto.

Isabella lo miró, paralizada.

—Isabella: ¿Dónde?

—Eliah: En Grecia. Bajo nombres falsos. Pero ya no por mucho.

Nicolaok descubrió una pista. Los busca como animales.

Isabella apretó los puños.

Isabella: ¿Cómo los encontró?

—Eliah: Alguien habló. Siempre hay alguien que habla por dinero.

Incluso en las causas justas.

El aire se volvió más denso. Ella se levantó de golpe.

—Isabella: Tienes que ayudarme. No solo por Fernanda. Por mis padres. Por mí.

—Eliah: ¿Y qué estás dispuesta a dar?

preguntó Eliah, encarándola.

Isabella dudó. No tenía dinero. No tenía poder. Solo su convicción.

—Isabella: Todo

dijo. Y lo dijo con una firmeza que sorprendió incluso al viejo.

—Eliah: Entonces escucha

dijo él, apagando el cigarro

—Eliah: Hay una red en Sicilia.Exagentes del MI6 y desertores del FSB. Odian a los Bianchini.

Si llegamos a ellos, podríamos activar una operación de extracción.

Pero es arriesgado. Si te capturan… no tendrás tumba.

—Isabella: ¿Cuándo salimos?

—Eliah: Mañana. Al amanecer.

El resto de la noche pasó en silencio. Isabella no durmió.

Miró las pantallas, repasó los planos. La guerra ya no era de Fernanda. Era de todas.

Y ella, había sido arrastrada a ese abismo por una amistad que no estaba dispuesta a traicionar.

A kilómetros de distancia, Fernanda sentía algo distinto en su interior.

Esa noche, mientras Nicolaok dormía a su lado, respirando con la serenidad

de los monstruos satisfechos, ella mantenía los ojos abiertos.

Miraba al techo. Pensaba. Planeaba.

Cada noche con él era un castigo y una lección y un deseo y satisfacción.

Pero también un entrenamiento. Aprendía sus tiempos, sus gestos, sus puntos ciegos.

Sabía dónde guardaba las llaves. Sabía qué hombres le eran leales… y cuáles no tanto.

Sabía que Isabella estaba huyendo. Y eso la mantenía viva.

Porque si Isabella vivía… entonces había una parte de su historia que aún no estaba escrita.

Fernanda se giró. Observó el rostro perfecto de su verdugo.

La línea de su mandíbula. La curva de sus labios.

Qué irónico era que ese mismo rostro la había hecho gemir… y gritar de terror.

Le acarició el pecho suavemente. Él se movió, murmuró algo en sueños. Sonrió.

—Duerme, Nicolaok. Duerme mientras puedas —susurró.

Fernanda se levantó en silencio, con la respiración contenida

y el corazón martillando en su pecho. El sudor frío le recorría la espalda.

La madrugada cubría la mansión con un velo espeso de silencio.

Deslizó sus pies sobre el suelo de mármol hasta alcanzar el perchero

donde colgaba su bata de seda negra. Se la colocó con movimientos lentos, casi rituales,

como si preparara su cuerpo para lo inevitable.

Abrió su armario con suavidad, cuidando que las bisagras no chirriaran.

Sabía exactamente a dónde ir. Se agachó y metió la mano entre una caja

de joyas falsas y un fajo de cartas rotas. Allí, al fondo de una gaveta oculta tras

una pared falsa de terciopelo, estaba su secreto: una pequeña pistola de calibre bajo

del tamaño de su mano. Ligera, discreta… letal. La cargó con dedos firmes.

El sonido del clic fue tan claro como un grito ahogado.

Salió del vestidor y caminó hacia la habitación donde Nicolaok dormía.

Sus pasos eran suaves, pero sus ojos… sus ojos ardían con una ferocidad que no conocía.

Se detuvo al pie de la cama, lo observó por un segundo

apuntó directo al corazón… y apretó los dientes. El poder estaba en su mano.

Ahora todo podía cambiar.

Porque Fernanda ya no soñaba con escapar.

Soñaba con venganza.

Y sabía que para eso, primero… tendría que hundirse más hondo en su infierno.

1
Melody Arianny De león reyes
Hermoso
Lety
Me encanta como narras el comienzo
Claudina Reyes
HERMOSO
Luis Chairiel Reyes
hermoso
GENESIS YEPES
intrigante, emocionantes, fuerza, poder, amor retorcido, en definitiva es una historia encantadora.
Mirta Vega
hola autora empezando a leer tu historia ,primer capítulo interesante gracias por tu imaginación
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