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La Protegida Del Abuelo

La Protegida Del Abuelo

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado / Amor eterno / Familias enemistadas
Popularitas:30.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Meche

Leoncio Almonte tenía apenas trece años cuando una fiebre alta lo condenó a vivir en la oscuridad. Desde entonces, el joven heredero aprendió a caminar entre las sombras, acompañado únicamente por la fortaleza de su abuelo, quien jamás dejó que la ceguera apagara su destino. Sin embargo, sería en esa oscuridad donde Leoncio descubriría la luz más pura: la ternura de Gara, la joven enfermera que visitaba la casa una vez a la semana.

El abuelo Almonte, sabio y protector, vio en ella más que una cuidadora; vio el corazón noble que podía entregarle a su nieto lo que la fortuna jamás lograría: amor sincero. Con su bendición, Leoncio y Gara se unieron en matrimonio, iniciando un romance tierno y esperanzador, donde cada gesto y palabra pintaban de colores el mundo apagado de Leoncio.

Pero la felicidad tuvo un precio. Tras la muerte del abuelo, la familia Almonte vio en Gara una amenaza para sus intereses. Acusada de un crimen que no cometió —la muerte del anciano y el robo de sus joyas—

NovelToon tiene autorización de Meche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La propuesta del abuelo

¿Te gustaría casarte con mi nieto?

Gara bajó con su habitual calma, llevando un maletín en una mano y su sonrisa tierna en los labios.

Allí estaba Don Ulises Almonte, erguido junto a la puerta principal, apoyado en su bastón. Su rostro estaba iluminado por un entusiasmo que no podía ocultar. A pesar de los años y las arrugas que surcaban su piel, sus ojos brillaban como los de un niño que espera un regalo.

—¡Don Ulises! —exclamó Gara con alegría.

Subió los escalones con gracia y, al llegar hasta él, lo abrazó con dulzura. Después, le depositó un beso suave en la mejilla, como hacía cada semana.

—Buen día, Don Ulises. Veo que anda de buen ánimo —comentó, riendo suavemente al notar lo rosagante de su rostro.

El anciano no podía negar la emoción que lo embargaba. La esperaba con ansias todas las semanas que ella debía acudir a la mansión, y cada encuentro era para él un soplo de vida.

—Mi niña, verte es el mejor remedio para el corazón —respondió él, acariciándole la mano con ternura—. Pero hoy… hoy es distinto. Tengo algo importante que hablar contigo—

Gara arqueó una ceja, curiosa.

—¿Importante? ¿Tan temprano en la mañana? —bromeó, sonriendo.

—Déjalo todo aquí —le indicó señalando el maletín—. Acompáñame a dar un paseo por el jardín—

No era la primera vez que Ulises le proponía caminar juntos. Cada vez que ella llegaba, él encontraba un motivo para pasear por los senderos rodeados de flores, para sentir el aire fresco y conversar. Gara aceptó de inmediato.

—Será un gusto para mí—

Dejó el maletín en la entrada, se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y tomó el brazo del anciano con delicadeza. Juntos comenzaron a caminar por el sendero de piedras que conducía al jardín.

Al principio el silencio fue cómodo, solo interrumpido por el canto de los pájaros. Gara disfrutaba de la compañía de Ulises. Amaba verlo así, sereno y feliz, y se le notaba en el brillo de sus ojos. No pudo contenerse y rompió el silencio.

—A ver, abuelito —dijo con cariño, llamándolo como lo hacía de vez en cuando—. ¿Qué me lo tiene tan feliz hoy?—

Ulises sonrió, pero en lugar de responder de inmediato, se detuvo. Se apoyó en su bastón, luego lo dejó a un lado y tomó ambas manos de la joven.

—Ven, sentémonos acá—

La condujo hasta un banco de madera bajo un árbol frondoso. Gara se sentó a su lado con la misma dulzura de siempre, con una sonrisa amplia, expectante.

Ulises sostuvo sus manos entre las suyas, notando la calidez y la suavidad de esa muchacha que había llenado de luz la casa desde el primer día que llegó.

—Gara, hoy quiero hacerte una propuesta —dijo con solemnidad.

Ella asintió, intrigada.

—Lo escucho, Don Ulises—

—Sé que eres una joven muy dulce y dedicada a tu trabajo. Siempre he admirado tu entrega, tu sinceridad y esa manera tuya de dar cariño sin pedir nada a cambio. Por eso hoy quiero preguntarte algo… y necesito que me respondas con total honestidad—

Gara se mordió el labio inferior. Una mezcla de pena y miedo la invadió. La seriedad en el rostro del anciano la puso nerviosa.

—Le responderé con la verdad, se lo prometo —dijo, mirándolo directo a los ojos.

Ulises sonrió, animado por la franqueza de la muchacha.

—Bien. Entonces dime, Gara… ¿te gustaría casarte con mi nieto Leoncio?—

Las palabras salieron con suavidad, pero retumbaron como un trueno en el corazón de la joven. Gara sintió que el aire se le quedaba atascado en la garganta. Sus mejillas se tiñeron de un rubor inmediato.

Por un instante bajó la mirada, buscando en el suelo las respuestas que no encontraba en su mente. Leoncio. El nieto de Ulises. El hombre al que muy pocos se acercaban con sinceridad, pero que ella conocía de una forma especial.

Él era distinto, sí. Un joven marcado por una discapacidad que lo había hecho replegarse del mundo, pero al mismo tiempo con un interior tan luminoso que desbordaba. Sus palabras eran pocas, pero profundas. Sus gestos, aunque reservados, eran sinceros. Y su belleza exterior era innegable: ojos claros, facciones firmes, la serenidad de un hombre que había aprendido a resistir.

Ella lo sabía. Solo ella conocía esa faceta escondida que pocos se molestaban en ver.

Ulises aguardaba su respuesta, expectante.

—Debo ser sincera con usted —empezó Gara, con voz temblorosa—. Usted me ha recibido en su casa, me ha tratado con tanto cariño… tiene toda mi confianza—

El anciano asintió, pero en su rostro se reflejaba ansiedad. Quería escuchar un “sí” o un “no”, nada más.

—Dime, hija. ¿Qué opinas?—

Gara respiró hondo.

—La verdad… yo… no soy una mujer pura—

El silencio se hizo pesado. Su dulzura no se apagó, pero la confesión salió con un nudo en la garganta.

—Soy dos años mayor que Leoncio. Y… tuve una relación que no funcionó. Una relación fallida. No quiero engañarlos ni que piensen que soy algo que no soy—

Ulises no apartó la mirada. Sus ojos, llenos de experiencia, se clavaron en ella con una mezcla de ternura y firmeza.

—Gara, yo sé quién eres. Sé de dónde vienes y lo que has vivido. Y aún así, aquí estás, siendo quien eres: sencilla, honesta, dulce. No me importa tu pasado, niña. Yo solo quiero saber una cosa: ¿estarías dispuesta a estar con mi nieto? ¿A ser su esposa, su compañía, su sostén?—

La pregunta quedó suspendida en el aire. Gara sintió que el corazón le golpeaba el pecho con fuerza.

Ella tragó saliva, los ojos humedeciéndose mientras su mente se llenaba de imágenes: las veces que vio a Leoncio sonreír a medias cuando ella llegaba, las ocasiones en que lo escuchó hablar con un timbre suave pero intenso, los instantes breves donde, sin querer, él le mostró su vulnerabilidad.

El silencio se prolongó. Ulises apretaba sus manos, esperando. Y Gara, con la mirada fija en él, sabía que su respuesta cambiaría su vida para siempre.

Un murmullo salió de sus labios, apenas audible:

—Yo…

Y justo ahí, el sonido de la campana de la mansión anunció la llegada de alguien. Un sirviente se aproximaba con paso apresurado, interrumpiendo el momento.

—Don Ulises, lo buscan en la sala principal. Es urgente—

El anciano frunció el ceño, molesto por la interrupción, pero se levantó lentamente, apoyándose en su bastón.

—Debo ir, Gara. Pero quiero que pienses en lo que te he preguntado—

La joven asintió, con el rostro aún encendido y el corazón latiendo con fuerza.

Él se alejó, dejándola sola en el banco, rodeada de flores y con mil pensamientos cruzándole la mente.

Gara se llevó las manos al pecho, suspirando. Sabía que nada volvería a ser igual.

El eco de las palabras del anciano retumbaba en su interior:

¿Te gustaría casarte con mi nieto Leoncio?

Y la respuesta, que ardía en sus labios, era la que su corazón gritaba con fuerza.

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Maria Mongelos
Aun se aman, deberían de hablar y sacar todo ese dolor que tienen y darse otra oportunidad
Maria Mongelos
Ojalá pronto Gara te cuente todo lo que pasó
Carolina Alvarado Alvarado
hay Dios q emoción q ya se reencontraton y ahora vamos a ver q va a pasar con Leoncio y Gara hay ella muere por ese hombre y el muere por ella 👏👏👏👏👏muy bellos capitulo espero con ansias más capitulos siiii por favor /Pray//Pray//Pray//Pray//Pray/
Martha Ordoñez
bonita la historia bendiciones
Gilma Graciano
cada capítulo es mejor qué el anterior autora muchas gracias actualiza pronto por favor 🙏
Celinda Piña
que emoción ☺️ esto está de infarto 😱
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
en el sigue intacto el amor que te tiene .
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
lo pensaba porque nunca la viste con su esposo .
Yura Ran
🤭🤭🤭🤭🤭😂😂😂😂👌🥰
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
así es siempre . aparece el que menos uno quiere
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
leoncio ,marca tu terreno
mariela
Leoncio definitivamente sacar ese rencor el haber descubierto que Gara estaba viva y ocultó su hijo todavía no lo puede asimilar se siente engañado traicionado pero igual sigue enamorado Gara la estás pasando bien mal esperastes mucho tiempo para decidir llamar a Leoncio y mira las consecuencias el tiene mucha rabia veremos qué sucede después de ese abrazo.
Celina Saucedo: Ya que saquen todo lo que traen y se sigan amando, ya sin obstáculos
total 1 replies
patry
se siguen amando hablan y recuperen el tiempo perdido
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺: si , deben sanar sus heridas.
total 1 replies
Gilma Graciano
autora que tortura esperar hasta qué puedas actualizar tu novela está excelente
Gilma Graciano
hermoso capitulo gracias autora por esta estupenda novela
Martha Ordoñez
gracias por subir más capitulos bendiciones
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
ah leoncio , toda acción tiene su porque. ella tuvo su motivo se que te dolió y mucho
Celina Saucedo: Leoncio, Elle hizo lo que el abuelo le pidió
total 1 replies
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
amarrarlo Gara , esa man no se mueve de ahí
🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺
siii , aprovechen el momentob🫢
Sisx Yessi
Que lindos, al menos están hablando tranquilos.☺️
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