Klaus Glendson Cassano es el primogénito de la familia más temida de Manchester. CEO de una gran empresa y Don de una de las mafias más influyentes, es conocido por su frialdad, su inteligencia aguda y una brutalidad sin límites. Entre noches llenas de fiestas y una vida de poder absoluto, Klaus vive bajo la constante presión del consejo para cumplir un deber que insiste en postergar: el matrimonio.
Tras años evitando compromisos, el consejo decide intervenir y pone en riesgo su título como Don. Obligado a elegir una esposa entre las herederas de la mafia, Klaus se niega a ser manipulado. Acepta casarse… pero con una condición: la elección será suya, y solo suya.
Entre amenazas veladas, alianzas políticas y juegos de poder, Klaus inicia su propia cacería. Pero lo que era solo una obligación estratégica puede convertirse en un desafío aún mayor cuando la mujer equivocada —o demasiado correcta— cruza su camino.
Porque, en el mundo de Klaus Cassano, amar es debilidad. Y él no acepta flaquear.
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Capítulo 12
Klaus...
Durante el trayecto hasta el salón de la Manchestary, donde todos nos esperan, Alana miraba todo por la ventana del coche como una niña curiosa, no es para menos, ya que ella nunca salió de aquella ciudad minúscula.
En cuanto llegamos, salimos del coche y yo tomé su mano, todas las miradas se dirigieron hacia nosotros, ella prácticamente se esconde detrás de mí, todos los aliados vienen a saludarme y percibo la mirada de ellos hacia ella, los Martineli's hicieron mal a muchas personas que están aquí y ahora todos la miran con la misma sed de venganza que yo, ella es como una zorra en la manada de lobos.
Camino con ella hasta donde mis hermanos están acompañados por sus mujeres.
—Hola, familia.
Digo y las chicas dirigieron sus miradas hacia Alana que sonrió saludándolas.
Mikael y Victor me miran, pero no dicen nada, ellos saben que esta venganza es mía y yo no tendré piedad de quien se meta en mi camino.
—¡La Camorra quiere tu cabeza, Don!
Dice uno de mis aliados acercándose.
—Para la mala suerte de ellos, ya preparé el local donde exhibiré la cabeza de ellos como un gran trofeo.
Digo y él sonríe, Alana estaba nítidamente incómoda con la conversación y todos hacían cuestión de argumentar cómo matarían a sus hermanos.
A lo largo de la noche, las miradas mortales en dirección a Alana continuaron, ella se agarraba firme a mi brazo y yo continuaba conversando y bebiendo algunos tragos.
—¡Don! Qué honor reverlo.
Dice Ana acercándose y Sérgio sonríe.
—Pensé que ya no ibas a venir más, princesa.
Dice él aún sonriendo.
—Ay, papi... yo estaba arreglándome para alguien...
Ella me miró y yo di una sonrisa notando el jueguito de ambos.
—¡Ah! Veo que estás acompañado, ¿quién es esa cosita? Con certeza no es una hija de la mafia, caso contrario no usaría ese rosario ridículo.
Dice con una sonrisa y Alana esconde su brazo donde enrolló su rosario, ella mira hacia abajo avergonzada, mientras Ana y algunas personas ríen.
—¿Puedo ir al baño?
Pregunta casi susurrando en mi pecho, ya que incluso con tacones, ella continúa más baja que yo.
—Tienes 5 minutos para volver.
Ella asiente, retira su brazo que estaba entrelazado al mío y sale. Ana la miraba alejarse y sonríe como si hubiese alcanzado su objetivo.
—¡Don!
Miro hacia atrás y veo a Fenrril, uno de mis aliados.
—Fenrril, qué bueno verte de nuevo, hacía días que estabas desaparecido.
Digo saludándolo.
—Sabes cómo es, los negocios no paran. Pero el asunto aquí eres tú, la camorra debe estar deseando beber tu sangre.
Dice mirando hacia los lados, como si buscara a alguien.
—La diversión solo está comenzando, Fenrril.
Digo y él sonríe.
—¿Dónde está tu trofeo?
Pregunta refiriéndose a Alana, pero su comportamiento llama mi atención, él parecía ansioso por verla y solo entonces extraño que ella no haya vuelto aún, curiosamente Ana también desapareció.
Yo ni le respondo, apenas salgo a buscarla, Felipe viene hasta mí.
—Busca fuera del salón, ella puede haber huido.
Digo y él sale.
.....
Alana...
Humillada, me siento así, todos me odian a mí y a mi familia y en la primera oportunidad ellos no pierden tiempo para humillarme.
Pedí para venir al baño, necesitaba salir de aquel ambiente lo más rápido posible. Estaba encarando mi reflejo, mientras respiro hondo, en ese momento una persona indeseable entra.
Apenas paso la mano en el cabello y me giro para salir.
—¡No eres más que una vagabunda!
Dispara la chica rubia que hizo un comentario ridículo sobre mí. Para no crear escándalo, yo apenas continúo andando, pero ella agarra mi cabello, tirando de mí nuevamente.
—¡Para, me estás lastimando!
Digo y ella me tira al suelo, subiendo encima de mí, agarrando nuevamente mi cabello.
—¡Debería ser yo la mujer de Klaus, cómo me preparé toda la vida, pero tú tenías que aparecer, maldita vagabunda! ¡Desgraciada!
Dijo dando una bofetada que hizo arder mi rostro, ella para de tirar de mi cabello y saca una especie de puñal de su bolso, haciéndome desesperar.
—¡Ahora voy a mandarte al infierno, entonces finalmente conseguiré lo que quiero!
Yo la empujo con la fuerza que me resta y ella cae, yo intento levantarme lo más rápido posible para correr, pero ella asegura mi pie, yo grito por socorro, pero ciertamente nadie irá a aparecer, la música está alta allá afuera.
—No vas a conseguir huir de mí.
Ella estaba aproximando el puñal de mi garganta y dejándome inmóvil, cierro los ojos y el ruido de un tiro resuena, abro los ojos asustada y veo ella estirada en el suelo con un tiro en la cabeza, una poza de sangre se formaba y yo grito aterrorizada.
Alguien se agacha a mi lado, pero mis ojos estaban vidriados en el cuerpo que había en el suelo, la sangre de ella salpicó en mí.
—¡Alana!
Miro hacia el lado y veo a mi secuestrador, cuyo nombre ahora yo sé, Klaus.
—Tú-tú la mataste...
Digo mirando en sus ojos que estaban sombríos.
—Olvida eso, vamos a salir de aquí.
