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¿Mujer, Indefensa? |Duología Venganza #1

¿Mujer, Indefensa? |Duología Venganza #1

Status: En proceso
Genre:Matrimonio contratado / Pérdida de memoria / Equilibrio De Poder / Autosuperación / Matrimonio arreglado / Venganza de la Esposa
Popularitas:3.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria Solis

Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.

Sin recuerdos...

Sin saber quien es...

Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.

Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.

NovelToon tiene autorización de Maria Solis para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 3

Chiara asiente.

—Si mi niña. Cuentas con tres tíos, dos primos y un abuelo.

—¿Mis padres?

—Murieron en un accidente de automóvil cuando tenias 3 años.

—¿Me ha cuidado desde entonces?

La mujer de cabello negro con algunos mechones color plata, sacudió la cabeza.

—Yo te empecé a cuidar un año después, cumplias 4 años cuando tu abuelo me contrato para tu exclusivo cuidado.

—¿Hace cuanto de eso?

La anciana sonrió —Tienes 28 años querida.

—¿28?

—¿Hay algo malo con esa edad?

Alma suspiro.

—No lo sé... Hay cosas que aunque entiendo que son ciertas, simplemente no las siento parte de mi.

—Te entiendo mi niña...

—Dime, ¿cuantos años tienes nana?

—Eso no se le pregunta a una señorita como yo, querida.

Alma soltó una carcajada y asintió.

—Pero no se lo revelas a cualquiera nana, sino, a tu hija.

La anciana le miró con asombro y con una amplia sonrisa asintió.

—Bien, me has convencido... Este año cumpliré 61 años.

—Entonces tenías 36 años cuando me conociste hace 24 años.

—Me alegra ver que las matemáticas son algo que no se te han olvidado del todo. Con lo que me costó enseñartelas...

Alma sonrió.

—Dime nana, ¿mi familia sabe lo que me paso?

—Solamente su abuelo estuvo al tanto mi niña, tu alto puesto es algo que se debía proteger, sus familiares tomarían cualquier excusa para hacer ver que no es apta para dirigir la empresa.

—¿Ha venido a verme?

—No, guardar las apariencias era algo esencial. Sin embargo, hace dos días antes de tu alta, los medios se enteraron.

—Por eso llegaron al hospital.

La anciana asintió —Querida, tengo que dejarte sola. Toma todo el té que desees, terminaré el almuerzo y vendré a llamarte.

—Claro, gracias.

.

.

.

Casi habiendo terminado el té, la puerta de la habitación recibío dos golpes antes de abrirse.

—¿Estás despierta?

Alma apartó la mirada de su libro y asintió mientras Valentín entraba a la habitación.

—¿Puedo ayudarte con algo?

—Nana me ha mandado por ti, si o si, debes bajar a almorzar o las consecuencias serán catastroficas.

—¿Para mi?

—Oh no, para mi... —sonrió —en teoría debo cuidar de la alimentación de mi espo... De ti para que comas equilibradamente.

Cerrando su libro, la oji negra suspiro.

—Puedes llamarme como habitualmente lo haces.

Valentín la observó unos segundos.

—¿Estás segura? No quiero, bueno, trato de no incomodarte. Aunque parece que no lo estoy logrando...

—Lo he pensado, si quiero recordar quién soy, necesito acostumbrarme a las cosas que normalmente me rodean y por como la gente interactua conmigo.

—¿Quieres decir que regresarás a nuestra habitación?

—Aún no —sacudío la cabeza —pero espero hacerlo pronto.

—Entiendo, bien, te dije que podías preguntarme lo que sea y estaría dispuesto a ayudarte. Incluso más allá de nuestro matrimonio.

—Gracias Valentín...

—Querido.

—¿Eh?

Él sonrió con coquetería —Así me decías, querido.

—Oh... Entiendo.

—Ven, vamos a bajar porque te aseguro que no querrás que nana suba hasta aquí.

—Bien, tendré en cuenta ese dato.

Ambos bajaron al comedor y observaron a nana servir los alimentos.

—Déjelo, ahora lo veo yo —se apresuró la peli negra a ayudar a la anciana —¿no tenemos personal?

—Culpa mía —admitió el peli café —No contrate más, ¿Deseas personal para cada área de la casa?

—Eh... No, bueno, solo uno que ayude a nana me parece...

—Oh, no —se quejo la anciana —No necesito ayuda. Puedo yo sola, aun no estoy vieja.

Ambos sonrieron ante las palabras de la anciana.

—Bien, en lo que me recupero, yo seré tu ayuda nana. ¿Te parece?

—Eso es todo lo que necesito —sonrió ella —Adelante, buen provecho.

—Espera. —le detiene Alma y mirando a Valentín continuó —No me digas que mi nana no come con nosotros.

—Querida, pocas veces se pueden ver durante el día, así que cuando logran estar juntos sobre todo para comer, la privacidad es algo que ambos desean tener. Yo antes comía con otros empleados. —respondió la anciana por el oji verde

—¿Qué pasó con el resto del personal?

Valentín y Chiara se miraron de reojo hasta que el primero tomó la palabra.

—Los despediste a todos hace un mes. La única que se quedó fue nana.

La peli negra bajo la mirada a su plato.

—¿Saben por qué lo hice? —pregunto, pero los dos negaron —Entiendo...

—Coman con calma —la anciana salió del comedor

—¿Estás bien?

La oji negra miró de nuevo a su esposo.

—Quiero saber todo de mi cuanto antes, no soporto no recordar quien soy.

—Ya lo harás, todo a su tiempo como dijo el doctor. —le sonrió él —Come, el ravioli es de tus almuerzos favoritos. Con mucho queso como te gusta...

Alma observo la comida sobre su plato.

«—¿Estás bien?

—Solo soy intolerante a la lactosa.

—Pero es queso.

—Aún así... No puedo comerlo.

—Entiendo, haré que te traigan otra cosa.»

—¿Todo bien?

Alma miro a su esposo —Soy intolerante a la lactosa.

Valentín la miró con extrañes.

—No querida, no lo eres, ni un poquito. Leche y queso es lo que más te gusta consumir.

De nuevo, ella observó su plato.

—Tranquila, confía en mi —le alentó mientras colocaba una mano sobre la suya.

—Bien.

.

.

.

—¿Puedo pasar?

Alma dirigió la vista desde el balcón a Valentín quien entraba con té.

—Claro, ¿es hora del té?

—Lo tomas todas las mañanas y noches, ¿quieres dejar de hacerlo?

Ella negó.

—No, gracias por traerlo, pero bien pude haber bajado a buscarlo por mi misma.

—No es ningún problema subirlo. Además, quería verte porque quería consultar algo contigo.

—¿De qué se trata? —acercándose al juego de te, ahora de color azul rey, tomó entre manos la taza que le ofrecía el peli café —Recibí una llamada de tu abuelo.

—Oh.

—Quiere qué vayamos a visitarlo este viernes.

—¿Deseas saber si quiero ir? —pregunto antes de beber un sorbo de aquel líquido verde

—Oh no, la relación con tu abuelo es tan estrecha y buena que no puedo detenerte de no ir. Incluso aunque no tengas recuerdos de él, estoy segura de que deseas verlo.

—¿Cómo lo sabes?

Valentín sonrió.

—Te conozco lo suficiente como para saber que quieres ver a tu abuelo. Lo buscas cuando tienes problemas y cuando hay noticias buenas. A veces, hasta le tengo envidia a su relación.

—Pero que dices... ¿Tan mal nos llevamos como para que dudes de mi abuelo? —el peli café le devolvió la sonrisa —¿Cómo es nuestra relación? Y sin mentir, que puedo recordarlo todo de un momento a otro.

Los ojos verdes del señor Lombardi se dirigieron al cielo nocturno.

—¿Deseas saber? —ella le asintió —Fría. —fue todo lo que dijo

Alma apretó los labios y guardo silencio. Tal vez pasaron unos tres minutos de completa paz antes de retomar la conversación.

—¿Tanto así?

Valentín suspiro.

—Bueno, eres la heredera de los Rizzo, tienes mucho trabajo y constante presión de los medios y familiares que... Supongo que convivir con alguien con quien te casaste por contrato no es necesario.

La peli negra ahogo un jadeo, pero no evitó que él la mirara.

—¿No nos casamos por amor?

—No, mi familia, la familia Lombardi, estaba por irse a la quiebra, así que tu abuelo, gran amigo de nuestra familia te hizo la sugerencia de casarte conmigo y monopolizar algunos negocios, para poder salvarnos de la ruina.

—¿Realmente accedí a algo como eso?

—No tan rápido, eso es seguro, pero lo meditaste y al final, aceptaste. Recuerdo que me dijiste el día de nuestra boda... —sonríe —Que si bien, no había amor de por medio, al menos, habría respeto.

—Vaya, parece que soy toda una dictadora. Dime, ¿también hago sufrir a mis empleados?

El oji verde se carcajeo —No, no hay mujer más entregada a su familia y a su empresa como tú.

—Entonces, ¿al menos te trate bien?

Valentín sonrió —Si.

1
Maria Cristina Roldan Rodam
ahí hay algo raro no habrán intentado matarla
Yasmira Español
Malo
Yasmira Español
Normal
Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
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