En Las Garras De Mi Enemigo

Xion estaba revisando los reportes diarios cuando recibió una notificación urgente del equipo de tecnología. Uno de los sistemas más importantes de defensa había sido comprometido por un virus, y nadie parecía encontrar la solución. Suspiró con frustración y se dirigió a la sala de tecnología para evaluar la situación.

Al entrar, encontró a Cory frente a una pantalla, sus pequeños dedos moviéndose con rapidez sobre el teclado. Los expertos en informática lo miraban con mezcla de asombro y desesperación.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Xion, su voz grave resonando en la sala.

Uno de los técnicos se apresuró a responder:

—Señor, el joven Cory ha estado ayudándonos. Parece que ha encontrado una manera de neutralizar el virus.

Xion arqueó una ceja, escéptico pero intrigado. Caminó hasta colocarse detrás de Cory, observando la pantalla.

—¿Sabes lo que estás haciendo, muchacho? —preguntó.

—Sí, señor —respondió Cory sin apartar la vista del monitor—. Este virus fue diseñado para colapsar la red defensiva, pero su programación tiene una vulnerabilidad. Puedo redirigir su flujo y aislarlo en un sistema secundario.

Xion cruzó los brazos, impresionado por la confianza del chico. Unos minutos después, Cory presionó la última tecla y la pantalla mostró un mensaje: "Sistema restaurado con éxito".

La sala estalló en aplausos. Los técnicos aplaudían al joven omega, algunos incluso lo felicitaban con palmadas en la espalda. Xion, sin embargo, permaneció en silencio, observándolo con una expresión que mezclaba admiración y cautela.

—Buen trabajo, Cory —dijo finalmente, su tono más suave de lo habitual—. Parece que eres más útil de lo que imaginaba.

Cory se giró para mirarlo, sus ojos verdes brillando con una mezcla de orgullo y desafío.

—Solo hice lo que debía.

Xion asintió lentamente y luego, con un gesto, lo invitó a seguirlo.

—Ven conmigo a mi despacho. Has hecho algo importante hoy, y eso merece un reconocimiento.

El despacho del general era amplio, con paredes cubiertas de mapas estratégicos y estanterías llenas de libros técnicos. Xion se sentó detrás de su escritorio, indicando a Cory que tomara asiento frente a él.

—Tienes talento, Cory. Y aunque sé que aún eres joven, no puedo ignorar lo que hiciste hoy. Por eso, quiero cumplir un deseo tuyo. Lo que sea que pidas, dentro de lo razonable, claro está.

Cory lo miró fijamente, evaluando sus palabras. Aunque muchos chicos de su edad habrían pedido algo trivial, él tenía algo muy claro en mente.

—Quiero ver a mi hermano Ethan y a mi mejor amigo Acron. Ellos están en la base Alfa.

Xion frunció el ceño, sorprendido por la respuesta.

—¿Eso es todo lo que quieres?

—Sí —respondió Cory con firmeza—. Acron está en otro sector de la base, y no he visto a Ethan desde que llegamos. Quiero asegurarme de que están bien.

Xion lo estudió por un momento, sopesando su petición. Finalmente, asintió.

—Muy bien. Haré los arreglos para que puedas verlos. Pero tendrás que esperar hasta mañana. Ahora vuelve a tus tareas.

Cory se levantó de la silla, inclinando ligeramente la cabeza en señal de agradecimiento antes de salir del despacho.

Esa noche, Xion revisó el archivo de Acron. Era un joven alfa prometedor, apenas quince años, pero ya había demostrado ser un líder nato y un combatiente excepcional. Su hermano menor, Ethan, también tenía un futuro brillante, aunque aún era muy pequeño para participar en las operaciones.

Mientras tanto, Cory no podía contener la emoción. Aunque no lo demostraba abiertamente, la idea de verlos lo llenaba de esperanza. Sabía que Acron siempre lo protegía, incluso cuando no estaban juntos, y Ethan era su mayor alegría.

A la mañana siguiente, Xion cumplió su palabra. Organizó una reunión en un área segura de la base, donde Cory pudo ver a Acron y a Ethan. El abrazo entre los tres, fue cálido y lleno de alivio.

—Estás bien —dijo Acron, examinando a Cory como si buscara cualquier signo de daño—. Supe que estabas aquí, pero no me dejaron verte.

—Estoy bien gracias a ti. Sabía que estarías cerca —respondió Cory.

Ethan, por su parte, saltó a los brazos de Cory, su risa infantil llenando el espacio.

Xion los observaba desde la distancia, sintiendo algo que no podía identificar del todo. Había cumplido el deseo de Cory, pero no podía evitar preguntarse por qué se sentía tan involucrado en la vida de este joven omega.

"Tal vez sea porque hay algo en él que no puedo ignorar," pensó. Pero sabía que debía mantener la distancia. Había reglas, y ya había cruzado demasiadas líneas solo al permitir esa absurda reunión.

La reunión se desarrollaba en un ambiente cálido y relajado, algo raro en un mundo tan caótico como aquel. Xion observaba desde la distancia, apoyado contra una pared, con una expresión indescifrable mientras Acron, Cory y Ethan compartían risas y abrazos. Sin embargo, algo captó su atención de manera particular.

Acron, con su imponente presencia y apenas quince años, tenía una madurez en su porte que era difícil ignorar. Se inclinó hacia Cory, colocándole una mano firme en la nuca. El gesto era protector, casi posesivo, y lo acompañó con una suave caricia sobre la marca en el cuello de Cory. Xion sintió un escalofrío al verlo.

"Así que él fue," pensó, atando cabos rápidamente. Era una revelación que no solo lo sorprendió, sino que lo inquietó profundamente. Acron, un joven alfa prometedor, había marcado a un omega tan joven como Cory, y con ello había desafiado todas las normas establecidas.

La reunión concluyó momentos después, y mientras Cory se despedía de sus hermanos para regresar a sus tareas, Xion se acercó a Acron. Su semblante, frío como el acero, ocultaba una tormenta de pensamientos.

—Tienes una relación interesante con Cory —comentó Xion, dejando caer sus palabras con un tono deliberadamente provocador.

Acron lo miró fijamente, sin entender del todo a qué se refería.

—Es como mi hermano menor. Claro que me preocupo por él —respondió con firmeza, manteniendo la compostura.

Xion dio un paso más cerca, inclinándose ligeramente hacia Acron, como si quisiera hablarle en confidencia.

—Hermano, ¿eh? Entonces no te molestará si yo decido acercarme a él. Un omega como Cory merece estar con alguien que pueda protegerlo... Alguien como yo.

Acron abrió los ojos como platos, y su cuerpo se tensó instantáneamente. Las palabras de Xion no eran solo una provocación; eran una amenaza directa a lo que él consideraba suyo.

—¿Qué está insinuando? —gruñó Acron, su tono bajo y peligroso.

—Solo digo que si tú no puedes protegerlo, tal vez alguien más debería hacerlo.

Fue la chispa que encendió el fuego. Antes de que Xion pudiera reaccionar, Acron lo derribó de un empujón, haciéndolo retroceder varios pasos hasta que cayó al suelo.

—¡No te atrevas a hablar de Cory de esa manera! —rugió Acron, con una furia que desbordaba su control habitual.

Los guardias de Xion intervinieron al instante, intentando separar a Acron, pero el joven alfa los apartó con facilidad, su fuerza impulsada por la rabia. Los presentes en la sala se quedaron paralizados, observando el enfrentamiento con incredulidad.

Cory, que ya se marchaba por el pasillo, escuchó el alboroto y se dio la vuelta. Su corazón se detuvo al ver a Acron en medio de la pelea, lanzando golpes mientras los guardias intentaban contenerlo.

—¡Acron! —gritó, corriendo hacia él.

Acron no pareció escucharlo al principio, tan consumido por la rabia que su único objetivo era Xion. Cory, desesperado, se interpuso entre ellos, levantando las manos.

—¡Acron, basta! ¿Qué estás haciendo?

El grito de Cory finalmente llegó a Acron, quien detuvo su puño a pocos centímetros del rostro de uno de los guardias. Respiraba con dificultad, sus ojos llenos de una ira que empezaba a desvanecerse.

—Cory... —susurró, como si apenas se diera cuenta de su presencia.

Cory lo miró con los ojos llenos de confusión y preocupación.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás actuando así?

Acron bajó la cabeza, avergonzado. Sabía que había perdido el control, y la mirada de Cory solo hacía que la culpa se intensificara.

Xion, todavía en el suelo, se levantó lentamente, sacudiéndose el polvo de su uniforme. Aunque su rostro mostraba una ligera sonrisa, sus ojos brillaban con algo más peligroso.

—Tienes un temperamento interesante, Acron —comentó con tono sarcástico, mirando de reojo a Cory—. Pero eso no cambiará nada.

Cory tomó la mano de Acron, tirando de él para alejarlo de la escena.

—Vámonos —le dijo con firmeza, sin esperar una respuesta—los llevaré hasta la salida.

Ethan asustado tomo la mano de Cory y de Acron.

Mientras caminaban juntos por el pasillo, Acron miró a Cory de reojo, sin saber cómo explicarle lo que acababa de ocurrir.

Cory, sin embargo, no dijo nada. En su interior, una mezcla de emociones lo consumía. No entendía del todo por qué su alfa había reaccionado con tanta agresividad, pero una cosa era segura: algo había cambiado en la dinámica entre ellos, y ese algo no tardaría en salir a la luz.