Un CEO Para La Villana

EMMA:

Llegamos a un lugar donde hay varias camas con sombras y tomo asiento de inmediato mientras observo la hermosa vista.

—¿Te hunto el protector solar y luego me ayudas?

Asiento sin comprender a qué se refiere y Alexandro me hace señas para que me acueste quedando boca abajo.

Hago lo que me pide y siento como suelta los lazos del pequeño traje de baño de la parte de arriba y luego comienza a masajear mi espalda de manera delicada junto a esa cosa llamada protector solar.

Cierro los ojos concentrada en todas las sensaciones que me provoca sus grandes manos y la verdad no quiero que pare.

Pequeños suspiros de placer salen de mis labios hasta que Alexandro se detiene.

—Listo, es tu turno.

Murmura con la voz ronca mientras siento que ata la pequeña prenda como estaba.

Me levanto de la larga cama y miro a mi jefe a los ojos con ganas de proponerle algo indecoroso, pero lo mantengo en silencio.

—Bien, acuéstate.

Le digo y este se quita la camisilla para luego acostarse enseñandome su perfecta y grande espalda ejercitada.

Tomo la crema y con mis manos comienzo a espaecir el producto por toda su ancha espalda de manera delicada.

Al terminar él se sienta y ambos nos huntamos el protector solar en la parte delantera de nuestro cuerpo.

—¿Te quieres bañar?

Me pregunta y dirijo mi mirada hacia la hermosa playa.

—Por supuesto.

Él me sonríe de medio lado para luego decir.

—El que llega primero gana.

Es lo último que escucho antes de él salga a toda velocidad tomándome ventaja.

Corro detrás, pero aún así Alexandro llega primero y se lanza al agua.

Cuándo llego a la orilla lo pienso antes de lanzarme al agua.

—¿Qué pasa? ¿No quieres bañarte?

Me pregunta Alexandro acercándose a mi todo mojado.

—Sí, pero no sé nadar y me da miedo ahogarme.

le sonrío haciendo un puchero y el hombre junto a mi toma mi mano entre las suyas.

—Estás conmigo, yo voy a protegerte Emma.

Asiento y ambos nos lanzamos al agua que está muy rica... Y muy salada por cierto.

—La playa está muy hermosa, pero prefiero bañarme en los ríos, al menos ahí puedo abrir los ojos.

Alexandro se ríe a carcajadas para luego ambos comenzar una guerra de agua hasta cansarnos.

—¿Es tu primera vez en una playa?

Su pregunta me hace pensar que en mi antigua vida me faltó mucho por hacer.

—Así es... ¿Tanto se nota?

Le pregunto, pero el hombre me toma de la cintura y me atrae a él.

—No es que se note, es que soy muy observador.

Susurra muy cerca de mí mientras lleva un mechón de pelo tras mi oreja.

—Eres muy observador.

Afirmo y este asiente con una sonrisa.

—¿Eso es bueno? ¿O malo?

—Tenemos nuestras ventajas... Por ejemplo, sé que mis manos te hacen temblar y suspirar de placer.

muerdo mis labios mientras siento mi rostro totalmente rojo.

—¿Eso crees?

—No lo creo, lo sé.

Su rostro se acerca al mío y deja un suave beso en mi mejilla.

—Eres tan hermosa Emma.

Susurra dejando otro suave beso.

—¿Puedo besarte?

Su pregunta me hace mirarlo a los ojos y tímidamente asiento mientras muerdo mis labios sintiendo nervios y mi corazón desbocado.

—Emma.

—¿Sí?

—No estés tan nerviosa, no voy a comerte, a menos que quieras por supuesto.

Después de decir esto último sus labios acarician los míos lentamente y luego profundiza el beso adentrando su lengua en mi boca.

Nuestros labios se devoran y nuestras lenguas se enredan en un caliente beso que me hace gemir en sus labios.

Sus grandes manos tocan todo mi cuerpo mientras yo acaricio todo sus músculos que están a mi alcance.

Nos separamos con la respiración agitada mientras yo tengo el rostro completamente rojo.

—Te miras tan tierna con tus mejillas rojas.

Sonríe el muy idiota mientras trato de cubrirme el rostro.

—Creo que será mejor salir de aquí.

Me coloco de pies, pero Alexandro me hala dentro del agua.

—Espera, no puedo salir así.

Menciona con la voz ronca.

—¿Por qué no? Ya quiero salir, vamos.

Intento levantarme, pero él vuelve a sentarme, toma una de mis manos y lo coloca en medio de sus piernas haciendo que sienta algo muy duro.

—¿Quieres que salga así? Es tu culpa tenerme de esa manera.

Lo miro frunciendo el ceño.

—¿Mi culpa? Tú comenzaste.

—No puedo evitarlo, me provocas demasiado y tu sexi mirada me dice muchas cosas el cual no expresas y eso no ayuda mucho.

Suspiro y hundo mi cara en el agua muerta de la vergüenza.

Minutos más tarde Alexandro se coloca en pies.

—Ya podemos irnos.

—¿Ya?

Miro su entrepierna y aún está un poco levantada.

—Alexandro... Aún, aún...

—No bajará por completo mientras estés a mi lado cariño.

—Pero si sales así las mujeres van a verte Alexandro.

Frunzo el ceño y este deja un beso en mi mejilla con una sonrisa.

—Eso es tuyo, te prometo que no permitiré que nadie lo toque.

Me hala tras él hasta salir fuera de la playa.

Con el rostro aún rojo camino a su lado y nos dirigimos a un lugar de bebidas.

—¿Qué vas a tomar?

—Limonada, necesito regresarme.

Menciono y el hombre solo sonríe mientras pide Whisky a la roca.

Mientras esperamos nuestras bebidas escucho una voz a nuestras espaldas.

—Que coincidencia verte por aquí Alexandro, no sabía que llevabas a tus empleos a divertirse, que buen jefe eres.

Me giro para ver al tal Rafaello y a esa Laura que mira a Alexandro con evidente ganas de comérselo.