Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Exposición progresiva
Los día pasaban lentamente, y aunque me esforzaba por seguir con mi vida como si nada hubiera pasado, las cicatrices invisibles seguían ahí. Volví al trabajo, tratando de ignorar las miradas curiosas, las preguntas implícitas de mis compañeros. No sabía si sabían algo o simplemente notaban que algo en mí había cambiado. A pesar de todo, al menos ahora me sentía físicamente mejor. El dolor había disminuido, y mi rutina volvía a parecerse a la de antes.
Sin embargo, algo era diferente, y lo sabía. Podía sentirlo en el ambiente, en los pequeños detalles. El aroma que percibía de los demás, aunque mucho más sutil, seguía molestándome. No era algo que hubiera sentido antes con esa intensidad, pero ahora parecía que cada persona a mi alrededor dejaba una marca en el aire, una presencia que no podía ignorar. Lo más extraño de todo era la forma en que Hyunmin me miraba. Había algo en su mirada que antes no estaba, una atención que me hacía sentir expuesto. Era como si buscara algo, como si intentara descifrarme de una manera que me ponía nervioso.
Un día, mientras estaba ocupado organizando unos papeles en mi escritorio, Hyunmin me llamó a su oficina. Algo en su tono me hizo dudar por un momento. No era una solicitud, era una orden, pero había algo en su voz que me inquietaba. Fui sin preguntar mucho, intentando mantener la calma. Cuando entré, él no dijo nada al principio. Me observó en silencio, sus ojos siguiéndome con esa intensidad que ya había notado antes.
-¿Qué pasa?- Pregunté, intentando romper la tensión.
Hyunmin no respondió. En lugar de eso, se levantó de su escritorio y se acercó a mí lentamente. Mi cuerpo se tensó, pero traté de no mostrar mi incomodidad. Cuando llegó a mi lado, de repente inclinó la cabeza y acercó su rostro a mi cuello, olfateando con detenimiento. El gesto me tomó completamente por sorpresa. No supe cómo reaccionar. Mi cuerpo se congeló por un segundo antes de dar un paso atrás, apartándome de él.
-¿Qué estás haciendo?- Pregunté, mi voz traicionando la incomodidad que intentaba ocultar.
Hyunmin se quedó en silencio un momento, su mirada fija en mí. No parecía avergonzado ni sorprendido por mi reacción. De hecho, su expresión seguía siendo la misma, fría y controlada, como si lo que acababa de hacer fuera lo más natural del mundo.
-Nada.- Respondió finalmente, pero había algo en su tono que me hizo dudar de sus palabras. Sus ojos me escrutaban, como su buscaran algo que yo no podía ver, algo que solo él podía percibir.
Me sentí expuesto de nuevo, vulnerable ante su mirada, como si hubiera algo en mí que estaba fuera de mi control. No sabía qué buscaba o qué había percibido, pero la incomodidad que me invadía no me dejaba pensar con claridad.
Finalmente, la inquietud acumulada en mí estalló, y no pude evitar preguntar.
-¿Hasta cuándo va a durar este acuerdo?- Me atreví a cuestionar, sintiendo un nudo en el estómago.
Hyunmin se quedó en silencio por un momento, como si estuviera evaluado su respuesta.
-No tengo pensado una fecha exacta.- Dijo al fin, con un tono que no ofrecía mucho consuelo.
Sentí que mi corazón se hundía. La falta de claridad me dejaba angustiado, pero decidí seguir.
-Ya lograste que tu familia dejara de molestarte con lo del matrimonio.- Le recordé, intentando encontrar un sentido a todo esto.
-Sí, eso es cierto.- Respondió, pero su expresión no mostraba la satisfacción que esperaba. -Sin embargo, no quiero que me molesten nuevamente después de la ruptura.-
Esas palabras resonaron en mi mente, y una sensación de desilusión me invadió.
-Entiendo.- Dije, aunque realmente no lo hacía.
Salí de la oficina, la angustia creciendo en mi pecho. La razón que me había dado me pareció débil, y me costaba no ilusionarme. Había días en que me preguntaba cuál era el verdadero Hyunmin, si el que me miraba con esa intensidad, o el que se escondía detrás de sus obligaciones y expectativas familiares. Todo se sentía confuso, y no sabía si debía seguir alimentando esta fantasía o intentar buscar una salida.
Caminé de regreso a mi escritorio, sintiendo que la línea entre la realidad y la ilusión se difuminaba más con cada día que pasaba.
Durante los primeros días, pensé que los síntomas, esa extraña sensibilidad a los aromas, esa incomodidad en mi propia piel, serían algo pasajero. Me repetía que eran los efectos residuales del episodio con Hyunmin, nada que no se pudiera superar con el tiempo, pero en lugar de disiparse, esas sensaciones se intensificaron. El aroma de los demás, que antes apenas notaba debido a los inhibidores, se volvía abrumador, y el mío propio comenzaba a cambiar. Sabía lo que eso significaba, y no quería enfrentarlo, pero cada día se hacía más claro, algo en mi cuerpo estaba cambiando. Ya no podía ignorarlo.
Mi corazón estaba dividido entre el pánico y la tristeza. Sabía que debía tomar una decisión antes de que Hyunmin o alguien más se diera cuenta. No podía permitir que descubrieran que el aroma que comenzaba a emanar de mí no era el dulce y delicado aroma de un omega, sino el aroma abrumador y tabú de un sigma.
Decidí renunciar. Era lo más sensato. No solo por lo que mi cuerpo estaba haciendo, sino porque la relación falsa con Hyunmin me estaba desgastando emocionalmente. Me estaba ilusionando, dejando que mis propios deseos se confundieran con la farsa que habíamos creado. No podía seguir engañándome a mí mismo, ni a él.
Pasé un par de días contemplando esa decisión. No fue fácil. El trabajo, aunque estresante, me había dado estabilidad. Hyunmin, a pesar de su frialdad, su cercanía había despertado en mí algo que no debía haber permitido, pero ya era tarde. Tenía que salir de todo eso antes de que fuera demasiado tarde.
Así que me presenté en su oficina con la carta de renuncia en la mano. Sabía que el momento sería difícil, pero no esperaba la mirada incrédula que Hyunmin me lanzó cuando le entregué la carta.
-¿Por qué?- Preguntó, su voz baja, pero cargada de desconcierto. -¿Te sientes inconforme con algo?-
Negué con la cabeza. Me había preparado para esta conversación, pero no para verlo tan sorprendido, tal vez incluso preocupado, lo cual hacía todo más doloroso. No quería que sintiera nada por mí, no bajo esas circunstancias.
-Es personal.- Respondí, mi voz firme pero con un leve temblor que esperaba no notara. -Y no quiero cobrar por haber sido tu pareja falsa. No era mi intención quedarme con ese dinero.-
Hyunmin me miró con esos ojos intensos, como si intentara descifrar algo en mi rostro. Por un segundo, pensé que iba a decir algo más, pero se quedó en silencio, inmóvil. Mi pecho dolía, pero me di la vuelta antes de que pudiera cambiar de opinión. Sentí su mirada en mi espalda mientras salía de su oficina.
Cuando cerré la puerta detrás de mí, el peso de la decisión me golpeó con fuerza. Había terminado, pero lo que debería haber sido un alivio, se sentía como una grieta profunda en mi interior. Había renunciado no solo a mi trabajo, sino a cualquier conexión que había tenido con él. Lo único que me quedaba ahora era enfrentar lo que venía, la verdad de lo que estaba ocurriendo con mi cuerpo. El aroma que exudaba, la realidad de ser un sigma. No podía seguir huyendo de eso.