EN BUSQUEDA DE LO PERDIDO

Día 21 de Diciembre

Mario Benedetti》“Cómo culpar al viento del desorden hecho, si fui yo quien dejó la ventana abierta”.

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Rayla escuchó su nombre pronunciado con una mezcla de sorpresa y desdén, como si se tratara de un eco del pasado. Su expresión revelaba que, en mil años, no habría imaginado volver a cruzarse con ella.

"Patético", pensó Rayla, sintiendo un desagrado profundo al escuchar su antiguo nombre, un recordatorio de recuerdos dolorosos.

La última vez que se encontraron, había sentido el impulso de huir sin mirar atrás, pero se había convencido de que había madurado y que ya no era la adolescente de la preparatoria.

Él comenzó a lanzar halagos, intentando provocar una reacción en ella, pero no logró nada. Al verlo por primera vez, no sintió la más mínima atracción. Michael era indudablemente un hombre atractivo, pero no había rastro del joven del que había estado locamente enamorada.

Por un momento, ella pensó que él se había acercado porque la había reconocido, lo que la puso nerviosa, ya que no sabía cómo reaccionaría. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que él no sabía quién era en realidad.

Al principio, ella dudaba si realmente él no la reconocía o si simplemente estaba fingiendo. Esta incertidumbre persistió hasta que se encontraron nuevamente en un evento. Ella lo vio en la multitud y decidió mantenerse ocupada durante un tiempo prolongado, mientras él la observaba desde la distancia, lo cual le resultaba incómodo.

Finalmente, él se acercó y comenzó a conversar de manera amena. Aunque al principio ella consideró adoptar una actitud hostil hacia él, pronto se dio cuenta de que eso sería inmaduro. Con el tiempo, descubrió sus verdaderas intenciones hacia ella.

Él sentía una atracción hacia ella. La ironía de la vida era que había experimentado esa misma conexión con la misma persona en dos ocasiones, sin ser consciente de su historia compartida.

Ella había optado por disfrutar del momento, sin intenciones de comprometerse, mientras que él había decidido abrirse y expresar sus sentimientos. Rayla no estaba dispuesta a caer en el mismo error dos veces; por eso, se había negado rotundamente a iniciar una relación romántica con él.

—Tengo tantas preguntas —dijo Michael, interrumpiendo sus pensamientos.

—No creo que hacer preguntas resuelva nada ni cambie el pasado —respondió ella con un tono burlón.

—Éramos adolescentes, Rayla, jóvenes pretendiendo ser adultos. Disfrutando de la vida como lo hacen los jóvenes.

La situación había generado una gran frustración en Rayla. Él no comprendía el impacto que sus acciones habían tenido en ella, ni los estragos que había causado al dejarse llevar por su carisma.

—Esa excusa es tan poco convincente como tú —dijo, levantándose de su asiento y comenzando a caminar de un lado a otro, visiblemente molesta por sus palabras.

—¿Adolescentes? ¿Eso es todo lo que tienes que decir para sentirte mejor contigo mismo? No tienes idea de lo que he tenido que enfrentar solo por seguirte. Me mentiste y me manipulaste —agregó, señalándolo con firmeza.

Todo comenzó con una simple mentira. Michael se había propuesto conquistar a Rayla, pero ella no le prestaba atención porque él tenía novia. Sin embargo, él le había asegurado que había terminado su relación con Sandrine.

Rayla, al principio, se mostró reacia a darle una oportunidad, pero Michael no se rindió y, finalmente, logró su objetivo. En ese momento, Rayla atravesaba una etapa de soledad y tristeza tras la trágica pérdida de sus padres en un accidente. Encontró consuelo en los brazos de Michael.

Además, él le había insinuado que ya no estaba en una relación con su novia, quien estaba en rehabilitación por problemas de adicción a sustancias ilegales. A pesar de que ella continuaba inscrita en la preparatoria sin estar asistiendo, Michael no le había compartido este detalle a Rayla.

Ella había iniciado una relación discreta con él, ya que él prefería mantener un perfil bajo para proteger su reputación. Rayla aceptó esta situación sin inconvenientes, ya que tampoco deseaba estar en el centro de atención.

- Te pedí perdón en el pasado y lo hago nuevamente. Era un joven que no comprendía las consecuencias de mis acciones. Siempre me has gustado, pero estaba en una relación con Sandrine, y lamento haberte mentido - expresó él.

- Me hiciste mucho daño. Aprovechaste mi vulnerabilidad tras la pérdida de mis padres para lograr tus objetivos. Si hubiera conocido la verdad desde el principio, nunca me habría involucrado contigo. Fui ingenua, inexperta y cometí un error - respondió ella, mientras las lágrimas llenaban sus ojos.

Quizás si ella hubiera estado más atenta a su entorno, no habría caído en esa trampa, pero nunca había tenido una relación romántica. Sus padres eran extremadamente estrictos en ese aspecto.

Aunque no eran ricos, habían trabajado arduamente para vivir con comodidad y habían sacrificado mucho para inscribirla en una escuela de prestigio, a la que asistían los hijos de familias adineradas. Esta preparatoria era reconocida y le abriría puertas en el futuro, y así había sido.

Durante cuatro meses, se habían estado viendo a escondidas. Para Rayla, esos meses representaron un mundo completamente diferente. Sus padres no estaban presentes y ella disfrutaba de más libertad, ya que se encontraba bajo la custodia de su abuela. Aunque esta no era del todo permisiva, comprendía que su nieta necesitaba tener una vida social.

Su abuela le otorgaba permisos para salir, pero la mayoría de las veces eran con la excusa de realizar proyectos académicos, ya que no estaba al tanto de la relación secreta que Rayla mantenía con Michael, dado que ella aún no había cumplido dieciocho años.

Durante esos meses, Rayla experimentó una etapa de felicidad, sintiendo que la soledad provocada por la pérdida de sus padres se mitigaba gracias a la compañía de Michael. Sin embargo, esa burbuja de bienestar estalló cuando Sandrine regresó de rehabilitación y se reincorporó a la escuela.

Este regreso fue un duro golpe para Rayla, ya que fue una sorpresa total; Michael no le había mencionado nada sobre el retorno de Sandrine, y mucho menos que lo vería de la mano con ella. Esto le dejaba en clsro de que su relación con Michael nunca habia terminado.

Lo que él hizo fue completamente inaceptable, pero lo más reprochable fue cuando le envió un mensaje sugiriendo que podían mantener su relación a pesar de su compromiso con Sandrine.

Rayla se negó categóricamente a ser la amante o una opción secundaria. A pesar de sus insistentes mensajes y súplicas para que no terminaran, ella decidió no responder más. Él afirmaba tener sentimientos por ella, pero no podía dejar a Sandrine, con quien había estado durante muchos años, lo que consideraba injusto para ambas partes.