Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
NovelToon tiene autorización de Enay Dareck para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
cap:16
Mariana no podía dejar de mirar el teléfono, las palabras de Pablo seguían flotando en su mente: “No eres libre. No lo serás jamás.” La amenaza parecía haberse cumplido. Había intentado escapar de él, de su influencia, pero de alguna manera, Pablo siempre encontraba la manera de regresar a su vida.
El sonido del timbre interrumpió sus pensamientos. Mariana se levantó rápidamente, sin saber qué esperar. Miró por la mirilla y vio una figura desconocida. Su corazón dio un vuelco. No esperaba a nadie. Abrió la puerta con cautela, y al instante vio a un hombre alto, con un abrigo oscuro y expresión seria. No era alguien que conociera, pero su mirada llena de urgencia la hizo sentir incómoda.
—¿Quién eres? —preguntó, intentando mantener la calma, aunque el miedo empezaba a apoderarse de ella.
El hombre la miró fijamente, respiró hondo y finalmente habló.
—Mariana… te necesitamos. Es sobre Pablo.
El nombre de Pablo la paralizó. ¿Qué quería ahora? El hombre, al notar su expresión, se apresuró a hablar.
—No hay tiempo para explicaciones, pero tienes que venir con nosotros. Pablo está muerto.
Un escalofrío recorrió su columna vertebral, y una oleada de emociones la invadió: confusión, miedo, incredulidad. ¿Cómo podía estar muerto? La idea parecía absurda. Pablo, con toda su intensidad, ¿cómo podía haber terminado tan pronto?
—¿Qué dices? —susurró, temerosa de que todo fuera una trampa.
El hombre asintió con firmeza, sin poder ocultar la gravedad de la situación.
—Es cierto. Necesitamos que vengas. Es por tu seguridad.
Mariana no sabía qué hacer. ¿Podía confiar en este desconocido? ¿Cómo sabían ellos sobre su relación con Pablo? Pero la urgencia en su voz no dejaba espacio para dudas. Cerró la puerta tras ella, sin pensar en las consecuencias, y siguió al hombre fuera de su apartamento.
El aire de la noche estaba frío, y las luces de la ciudad brillaban de una manera inquietante. El hombre la llevó hasta un coche oscuro estacionado a unos metros. Cuando subieron, el conductor arrancó sin perder tiempo, y la calle quedó atrás rápidamente. Mariana, aún en shock, intentaba procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Qué sucedió con Pablo? —preguntó, su voz temblorosa.
El hombre la miró por un segundo antes de responder.
—Fue asesinado, Mariana. Encontraron su cuerpo esta mañana en un callejón. Parece que alguien tenía cuentas pendientes con él.
Las palabras se le clavaron en el pecho. ¿Alguien lo mató? Durante años, Pablo había sido el que controlaba todo a su alrededor, pero ahora, por primera vez, la sensación de que el poder estaba fuera de su alcance la invadió. ¿Quién lo habría hecho? Y más importante aún, ¿por qué?
El coche giró en una esquina y se detuvo frente a un edificio de aspecto antiguo. El hombre la miró, y su tono cambió, volviéndose más grave.
—Mariana, hay algo más que necesitas saber.
Ella lo miró, anticipando lo peor.
—El asesinato de Pablo no es el final, es solo el comienzo. Tú estás involucrada en esto, sin saberlo.
Mariana sintió cómo el mundo se le venía abajo. ¿Qué quería decir con eso?
El hombre la condujo rápidamente hacia el interior del edificio, un lugar oscuro y sombrío que parecía sacado de una película de terror. En la sala principal, un grupo de personas la esperaba, mirándola con seriedad. Entre ellas, un rostro que Mariana reconoció al instante: Samuel. Él la observaba fijamente, su expresión distante, casi desinteresada.
—¿Qué significa todo esto? —preguntó ella, sin poder contener su angustia.
Samuel levantó una mano, pidiendo silencio. Miró a Mariana con la misma gravedad que los demás, y finalmente habló.
—Mariana, lo que no sabes es que Pablo no murió solo. Estaba involucrado en algo mucho más grande de lo que pensábamos. Algo que podría habernos destruido a todos.
Mariana, aterrada, lo miró sin comprender. Samuel suspiró, su rostro reflejando la tensión de la situación.
—Yo… —dijo él, vacilando—. Yo también estaba involucrado con él, pero no de la forma en que piensas. Estábamos juntos, en un negocio sucio. Y tú, Mariana, estabas en el centro de todo.
El choque de las palabras la golpeó con la fuerza de un huracán. Samuel había estado involucrado en algo con Pablo? ¿Y ella? ¿Cómo? No podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Qué quieres decir? —susurró, incapaz de articular más.
Un hombre mayor, que hasta ese momento permaneció en silencio, se adelantó. Su mirada era dura, fría.
—Pablo no era solo un hombre peligroso, Mariana. Estaba metido en una red de corrupción, tráfico de influencias, y cosas mucho peores. Y tú estabas en el centro de eso, sin saberlo.
La revelación la dejó sin palabras. Las piezas del rompecabezas empezaron a encajar, pero la realidad era aún más aterradora que cualquier sospecha que pudiera haber tenido. ¿Por qué ella?
En ese momento, el teléfono de Samuel sonó, interrumpiendo el tenso silencio en la sala. Samuel miró la pantalla, su rostro perdiendo color.
—Es la policía —dijo, la voz quebrada—. El asesinato de Pablo ha escalado. Están buscando a todos los involucrados.
El golpe final. La policía estaba tras ellos. Mariana no podía procesarlo. ¿Qué había hecho Pablo para que su muerte desatara tal caos? Ahora, la verdad la alcanzaba, y la sensación de que había sido un peón en un juego mucho más grande la atormentaba.
La muerte de Pablo no solo había sellado su destino, sino que la había arrastrado a una espiral de violencia y engaños. Y mientras el teléfono de Samuel continuaba sonando, Mariana comprendió que, sin quererlo, había estado en el centro de una tragedia que cambiaría su vida para siempre.