Las verdades de su primer amor distorcionaron su mente por un engañó y ella lo mató. Su hermano menor busca justicia sin saber que después de un tiempo empieza a enamorarse de la asesina de su hermano.
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Realidad
Enzo estaba frente a la tumba de su hermano, buscando repuestas a su nueva realidad, yo había destruido su vida el día que mate a su hermano, y ahora no sabía con claridad de lo que debía hacer conmigo. Los pensamientos eran como un hormigueo en su cabeza, él sabía que yo me había convertido en una vestía enferma, pero él, ¿en que se estaba convirtiendo o en qué, se quería convertir?, para alivianar su dolor.
Mis padres intentaban de todas las formas hacerme volver a la realidad, pero era inútil. Después de dos días Enzo vino al hospital, para mi era un completo desconocido, pero como era mi esposo tenía derechos sobre mi. Para que no sea una sorpresa mis padres me habían dicho algo él.
Estaba por entrar al baño cuando él abrió la puerta, sus ojos tristes me paralizaron, no podía creer que un hombre tan hermoso y con cara de buena gente sea mi esposo y que tenga las intenciones de herirme y destruir a mi familia.
Ambos nos miramos a los ojos por un instante.
"Aun estando con esa bata te ves tan linda", pensó.
—¡Aurora!— murmuro rompiendo el silencio.
—¿Por qué quieres hacerme daño?— le pregunté.
No sabía que responder, tenía ganas de decirme un sin fin de cosas, insultarme y tirarme toda la verdad en la cara, pero eso no sabía si empeoraría mi salud o me haría volver en sí.
—¿Necesitas ayuda?—al final se le salió.
—¿Me ayudas a lavarme las manos?
—Claro, ven vamos.
Abrió la canilla, mientras el agua se ponía a temperatura, me puso jabón líquido en las manos, su actitud no me hacía pensar que era una persona mala, me ayudó a lavarme las manos, tenía su piel tan suave y cálida que me hacía latir el corazón tan de prisa.
—¿Hace cuanto tiempo soy tu esposa?— Pregunté.
—Hace unos días—Respondió con su voz tan encantadora.
—¿Nos casamos por amor o por intereses?, mis padres siempre buscaban con quien casarme, por el tema de la empresa.
—Por amor.
—¿Yo te amaba o vos me amabas?—pregunté mientras me secaba las manos con la toalla como a una niña.
Enzo me miró a los ojos, "Aurora conocerte fue mi castigo, y no sé por cuanto tiempo viviré así", pensó antes de contestarme.
—Quizás fue por intereses ¿verdad?, yo aún amo a Darío, mi novio. Mis padres me dijeron que ya no está entre nosotros, no les creo ninguna palabra. Están inventando todo para que me aleje de él, porque no aceptan nuestra relación.
—¿Quires mucho a Dario?
—Lo amo mucho, era mi docente en la facultad, cuando lo vi me enamoré a primera vista. Sus ojos intensos captaron mi atención.
—¿Conocías a su madre?
—No, él nunca me presentó a sus padres. A pesar de que vivía con él.
—¿Sabías que tenía un hermano menor?
—No.
—Ese hermano, soy yo.
Mis ojos se humedecieron, al escuchar eso. Era cruel escuchar eso. Me aparté de su lado y me fui a caminar por los pasillos del hospital sin rumbo. Entonces era cierto lo que mis padres me habían comentado, sin darme cuenta salí a la calle, las bocinas de los autos me bocinaban por todos los lados, pero mis oídos solo zumbaban la voz de Enzo, diciéndome que era el hermano de Darío.
Estaba por dar un paso, cuando sentí una mano que me tomó del brazo.
—¡Estás loca!, ¿que quieres?, ¿morir?— Enzo me gritó, antes que un auto pase por mi encima.
Lo miré, las lágrimas rozaban por mi rostro pálido.
—¡Suéltame!
— No quiero soltarte.
—Perdón si te cause algún daño.
—Me cuesta perdonarte.
—OK, no lo hagas. Pero deja que me vaya.
—Eres mi esposa y no dejaré que te vayas a ningún lado.
—¿Por qué?
—Por qué no quiero que te pase nada.
—Soy un monstruo que solo arruina la vida de los demás. Deja que me vaya y te prometo que dejaré de lastimar a los que me rodean.
Los de seguridad del hospital nos vieron en la esquina de la avenida Santa Fe, reportaron a los médicos, me pusieron una inyección para dormirme, así me devolvieron al Hospital.
Mientras mis padres estaban mudando algunas de sus cosas a la casa de una tía, porque la mansión estaba siendo tomada por el banco para un remate.
Enzo con su cargo dentro de la empresa había logrado alterar muchos proyectos en contra de mi familia.
Tres horas después desperté de una pesadilla para vivir otra. Estando sola me puse a pensar en lo feliz que era a lado de mis padres cuando era niña, no era justo dejarles con más problemas de lo que ya había causado.
—¿Cómo estás?— me preguntó Demian, el médico.
—¿En cuánto tiempo puedo recuperar los recuerdos que perdí?— le contesté.
—Esos recuerdos están dentro de tu cabeza, pueden llevar días, meses, años, no lo sabemos con exactitud.
—Ya quiero irme a casa, ¿cuando me puedo ir?
—Ya estuviste muchos días aquí, te dejaremos ir, si prometes venir a los controles. Los estudios que te hicieron salieron bien. Pero él tema de la memoria aún requiere de observación.
—Prometo venir a los controles.
—Mañana mismo haré que te den el alta.
—Gracias.
—Aurora, eres una joven hermosa, no dejes que los miedos te destruyan. Dale una oportunidad a la felicidad a pesar de este caos.— dijo Demian tomando de mis manos.
—Es fácil decir eso, cuando hay cosas que no tienen solución. Tuve una vida buena, hasta que me subí al tren equivocado y ahí empezó toda esta pesadilla.
—Aprende a perdonarte, y date una oportunidad. Todos nos merecemos una segunda oportunidad.
Unas pequeñas lágrimas salieron de mis pupilas y el médico con sus manos me seco las lágrimas, en ese momento Enzo entró a la habitación, no le gustó nada lo que vio.
—¡Aurora!— Enzo me llamo.
Cuando escuché su voz, giré la vista para verlo, no quería verlo más, estaba cansada de esta situación.
—Les dejo solos— dijo el médico y se fue.