"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo XIV La cita
Aurora se encontraba desayunando cuando escucho la puerta principal abrirse, fue a ver quién era y se encontró con un Sebastián desaliñado, se veía cansado y con la mirada perdida.
"Buenos días", saludo Aurora tímidamente.
Sebastián la miró y luego paso, por un lado, de ella ignorando su presencia, esa actitud de él hacia ella la hizo sentir culpable, ¿acaso ella era culpable de lo que estaba pasando?, con eso en mente recogió la mesa y se sentó en el sofá, mirando el extenso paisaje frente a ella a través del gran ventanal.
"¿Qué tanto miras?", pregunto Sebastián sin expresión en su rostro.
"La nada", respondió Aurora con tristeza.
"¡La nada!, eso no existe", respondió Sebastián fastidiado.
"Olvídalo, ¿quieres desayunar?", pregunto Aurora por amabilidad.
"No tengo hambre, voy a mi estudio no me vayas a molestar", Sebastián entro en su estudio dejando a Aurora de nuevo sola y mirando a la nada, ella se sentía como un mueble más, sentía que solo estorbaba y que lo mejor sería desaparecer, ese cambio de actitud de Sebastián la tenía confundida, ella pensaba que él había cambiado de opinión y que realmente si quería el divorcio, lo que no entendía era porque no se lo pedía y ya, algunas lágrimas salieron de sus ojos llenando su alma de un viejo sentimiento, era como el dolor que sintió cuando Lucrecio le dio una golpiza por primera vez, pero esta vez era más doloroso, Sebastián no tenía ni idea del dolor tan grande que estaba ocasionando con su actitud infantil, la persona menos culpable en toda esta historia era precisamente Aurora, ella no merecía que él la quisiera utilizar para alcanzar sus fines.
Llegado el medio día Sebastián salió del estudio, se veía más calmado, más sereno, pero la imagen frente a él lo lleno de aún más culpa, Aurora se encontraba todavía en la misma posición de la mañana mirando fijamente a través del ventanal, inmóvil y con la mirada perdida.
"Aurora", llamo Sebastián.
Aurora volteó lentamente, sin expresión alguna, "¿necesitas algo?, pregunto ella.
"¿Qué haces todavía ahí sentada?", pregunto Sebastián, extrañado.
"Nada, pensando", respondió Aurora en automático.
"Quería disculparme por mi actitud de esta mañana, tuve muchos problemas durante la noche", Sebastián sonaba sincero.
"Debiste estar muy cansado, no te preocupes", respondió Aurora indiferente.
"Ven acá", Sebastián se acercó a Aurora la tomo de la mano y la ayudo a ponerse de pie. "Si algo no te gusta, solo dilo, no tienes que aguantar groserías de nadie", él no quería que ella siguiera siendo tan sumisa.
Cuando Aurora estuvo frente a Sebastián este la tomo por la cintura y la acercó a él, con toques suaves paso sus dedos por el rostro de la joven sintiendo la suavidad de su piel, ella cerró sus ojos al sentir el tacto de él sobre su piel, lo que para Sebastián era cuestión de vida o muerte, para ella era una cuestión de sentimientos, él estaba jugando con fuego sin medir el riesgo que esto acarrearía. Sin perder más el tiempo la beso suavemente y sin desesperación.
"Eres muy hermosa", dijo él separándose un poco de su esposa.
Aurora no dijo nada ella solo lo miraba a los ojos olvidando lo que había pasado en la mañana.
"Me gustaría invitarte a un lugar muy especial está noche", dijo Sebastián acariciando la espalda de Aurora.
"¿Dónde sería eso?", pregunto Aurora curiosa.
"Es una sorpresa, solo ponte más hermosa y me acompañas", contesto Sebastián abrazando a su pecho a la joven.
Escuchar los latidos del corazón de Sebastián era una dulce melodía para Aurora quien debido a su inexperiencia estaba enamorándose perdidamente de Sebastián.
Llegada la noche Sebastián llevo a Aurora a un bello jardín propiedad de su familia a las afueras de la ciudad, el aroma de las flores llenaron el ambiente de una sensación de frescura, el ruido del agua que caía de una fuente blanca, resonaba como un zumbido relajante que adormecía los sentidos.
"¿Te gusta?", susurro Sebastián al oído de Aurora.
"¡Es precioso este lugar!", aseguro Aurora emocionada.
"Aquí la única hermosa eres tú", respondió Sebastián llevando de la mano a Aurora por un camino de piedras bañado en pétalos blancos, alumbrados por las luces de faroles dispuestos por todo el sendero.
Caminaron agarrados de la mano hasta el centro de aquel jardín, donde había una mesa adornada con velas, pétalos de rosas esparcidos a su alrededor, al fondo se podía escuchar el sonar de una suave melodía y el aroma de una deliciosa comida casera llenando el ambiente.
Sebastián ayudó a Aurora con la silla para qué se sentará, mientras que ella veía embelesada a su alrededor, sus enormes ojos brillaban de emoción, está era la primera vez que estaba en un lugar tan hermoso y romántico, sin mencionar la compañía de un apuesto galán, por primera vez se sentía como las protagonistas de esas novelas y cuentos que tanto le gustaban.
"Espero te guste la comida", señaló Sebastián haciendo un gesto para que un camarero les sirviera.
Para empezar, les sirvieron de entrada unas brochetas. Luego, el plato principal exquisito; filete de ternera con puré de papas y espárragos al grill. Y al finalizar no podía faltar el postre, un delicioso fondant de chocolate con helado de vainilla.
"¿Qué te pareció la cena?", pregunto Sebastián expectante.
"Estuvo todo muy delicioso, mis felicitaciones al chef", dijo Aurora con una sonrisa.
"Que bueno te haya gustado", comento Sebastián mientras destacaba una botella de vino.
"¿Has probado alguna vez el vino?", pregunto Sebastián.
"Una sola vez y...", Aurora se quedó pensativa.
"Olvida esa pregunta, está será la primera vez que lo pruebes, ¿ok?", dijo rápidamente Sebastián teniendo conocimiento que seguramente le fue muy mal en aquel entonces.
"Así será, guardaré este recuerdo para siempre en mi memoria", contesto Aurora sonriendo.
Sebastián sirvió dos copas de vino, le entrego una a Aurora y la otra era para él, levantándola la choco contra la de su esposa diciendo algunas palabras, "por nuestro matrimonio y nuestra felicidad", no había nada más hipócrita para Sebastián que las palabras que acababa de mencionar, sentía culpa por engañar así a Aurora, pero él había decidido estar con ella toda la vida y tratar de hacerla feliz, aunque él no lo fuese.