Una Novia Para El Príncipe

Mía no sabía que decirle exactamente a Frank, no quería lastimarlo pero ahora su cabeza es un tremendo lío de emociones ahora que Sebastián había regresado a su vida después de tanto tiempo, no podía decir que esta enamorada pero no podía ignorar que había atracción hacia el príncipe.

-        Estoy en un lugar seguro, Frank.

-        Pero ¿Dónde queda ese lugar seguro?— Aún se escuchaba preocupado.

-        No puedo decirte nada por teléfono, ¿Qué tal si nos vemos mañana? En el café que esta cerca de la oficina de tu papá.

-        Esta bien, mi amor. De verdad estaba preocupado por ti ¿Y Julie?

-        Esta dormida ya no te preocupes, corazón. Estaré bien y te explicaré todo.

-        Más te vale te dejo para que descanses, Te quiero.

-        Yo también te quiero—Colgó.

Se quedo dormida al instante de acostarse en la cama, despertó a las ocho de la mañana aún quería seguir durmiendo pero Julie seguro tendría hambre,  se baño,  se colocó otra ropa, se cepillo los dientes y salió de la habitación todo estaba en silencio.

Escucho a su hija llorar y aceleró el paso pero para su sorpresa, Sebastián la tenía en sus brazos tratando de calmarla.

-        Tiene hambre, dámela por favor—Le pidió amablemente,  Sebastián se la dio.

-        La escuche llorar por el auricular por eso vine. —Dice encogiéndose de hombros.

-        ¿Auricular?—Vio el aparato al lado de la cuna.

-        Si, tú también tienes uno veo que no lo notaste, las habitaciones quedan un poco alejadas.

Mia se sentó en la mecedora para darle de comer a Julie,  Sebastián viéndole descaradamente los senos.

-        ¿Será que puedes voltearte?—Dice incómoda teniendo tan cerca y de paso viéndola de esa manera.

-        ¿Por qué? Es algo que ya te he visto—Dice muy serio arqueando una ceja.

Mia se sonrojo de pie a cabeza sino tuviera a Julie en sus brazos le hubiera dado una bofetada.

-        Como te atre…

-        Lo siento—Le interrumpió, riéndose—Suelo ser un poco expresivo—Se volteo para darle privacidad aunque se moría de ganas por seguir viendo pero no quería más problema con Mia — Por cierto el desayuno es dentro de media hora, el comedor queda en el primer piso a mano derecha cuando la gente te pregunte que haces aquí, diles que eres ayudante del Rey.

-        ¿Eso es todo?—Murmura no muy a gusto con su plan.

-        Si, todos saben que Julie es tu hija.

-        Pero no saben que es tuya también ¿o me equivoco?

-        No te equivocas por ahora no pueden enterarse. Debo irme, tengo algunas reuniones importantes.

-        Esta bien, por cierto—Le dijo antes que Sebastián—Voy a salir, necesito hablar con Frank.

Sebastián la miro serio cualquiera diría que tenía celos. Eso le fuese sido muy gracioso a Mia oculto su risa con una tos.

-        Como quieras, solo te pido que cuides a nuestra hija, Rodríguez es el guardaespaldas que te asigne,  hasta luego.

Salió antes de que Mia le respondiera.  Le dio un baño a Julie, le coloco uno de los vestidos que le guardo en la pañalera y tampoco quiso desayunar en el castillo necesitaba encontrarse con su novio.

Salieron de allí, con el guardaespaldas siguiéndolas en cada momento. Frank estaba sentado tomando un café.

-        Mi amor—Se levanto apenas vio Mia la abrazo con fuerza—No pude dormir de tanto que pensaba en ti me hacías mucha falta.

-        Tú a mí—Coloco el cochecito aun lado de la mesa, Frank le dio un beso en la mejilla a la niña—Lamento haberme ido sin explicaciones.

-        Siéntate y explícame que sucede—Ambos se sentaron, ella miro hacia atrás ahí estaba Rodríguez vigilando con su mirada fijos en ellos.

Pidieron dos cafés, Mia espero que el camarero se retirara.

-        Bueno, es que apareció el papá de Julieta.

-        ¿Qué?—sorprendido.

-        Si, lo vi hace un par de días, me fui porque tuve miedo que se la llevara—Aunque aquello eran unas verdades a medias.

-        ¿Quién es? Recuerda que no estas sola, me tienes a mí para apoyarte—Tomándole de la mano.

-        No puedo decirte quién es—Mirando su taza de café.

-        ¿Por qué no? Pensé que no teníamos secretos. —Dice frunciendo el ceño.

-        Lo sé pero ahora no puedo decírtelo, compréndeme.

-        Siento que no confíes en mí. —Dice decepcionado.

-        Claro que confió en ti, Frank yo te quiero y mucho pero hay cosas que aún no puedo confesarte.

-        Entiendo—Tomando su café parecía enojado— Y  ¿donde estás viviendo?

-        En un hotel no muy lejos de aquí mientras tanto—Mintió sin mirarlo a los ojos— Arreglo los problemas que tengo con el papá de Julieta.

-        Puedes venir a vivir conmigo.

-        No, Frank no quiero meterte en mis líos en serio—Él la miro con tristeza—Por favor no te enojes conmigo, se que quieres ayudarme pero es mejor que hagas esto sola— Mia se le acerco para darle un beso. Cuando se separaron, Frank tomo su mano le beso con la otra toco el cabello de  Mia.

Mientras Sebastián estaba reunido con varios arquitectos navales e Ingenieros navales, uno de los principales recursos de Villa Hermosa eran los barcos y también el turismo.

-        Eso es lo que creo ¿Alteza?—  Sebastián estaba distraído pensando en  Mia, recordando aquel momento donde estuvieron juntos, ansiaba que se repitiera de nuevo pero ahora había un obstáculo llamado Frank— ¿Alteza, me esta escuchando?

-        ¿Qué decías, Ryan? Lo siento estoy un poco distraído, ayer no dormí mucho. —Disculpándose con su socio.

-        Lo entiendo perfectamente, príncipe pero la venta de los barcos en Isla santa fe es muy importante los franceses están ansiosos porque le demos los precios.

-        Bueno dales el precio pero que ellos cambio tienen que mandarme veinte de sus mejores licores—Sonrió— Dominic sabrá de lo que hablo me debe un favor—Refiriéndose a su amigo francés, es un apasionado por los barcos mercantiles y buen empresario.

-        Claro que si, príncipe ahora mismo nos pondremos a trabajar en ello.

-        Yo debo irme tengo otro compromiso—“Una chica que tiene cabello rubio, ojos  avellanas y una sonrisa provocadora” sonrió para sí mismo.

Todos se pusieron de pie, se despidieron del príncipe.  Sebastián quería llegar ya al palacio, debía ver a Mia  llevaba toda la tarde pensando en ella, esa mujer no salía de su cabeza ni un instante eso comenzaba asustarlo desde el momento que la vio en la fiesta.

Llego al palacio subiendo los escalones de dos en dos primero visito a Julie esta en su cuna dormida. La toco con cariño quería a esa niña eso no había duda. Luego fue a ver a Mia, entro a la habitación ya que la puerta estaba abierta.

Escucho la ducha imaginándose a Mia dándose un baño le puso su mente maquinar cosas que lo hicieron sudar frio, es mejor salir de allí antes que cometiese una locura cuando se dirigía a la puerta, Mia salió del baño, envuelta en una toalla minúscula y con otra se secaba el pelo.

-        ¿Qué demonios haces aquí?—Mirándolo con asombro tratando de cubrirse lo más posible con la toalla.

-        Yo vine…porque… porque—Sin despegar los ojos de su cuerpo trago saliva con dificultad, deslumbrado de que fuese tan hermosa.

Mia comenzaba a incomodarse por su desnudez enfrente de Sebastián.

-        Puedes irte quiero vestirme.

-        No, es que…—Se interrumpió pasándose la mano por detrás de su cuello.

-        ¿Le paso algo a Julieta?—Pregunto asustada.

-        No, ella esta bien. Esta durmiendo acabo de visitarla.

-        Deja de mirarme así, sino tienes nada que decirme entonces vete.

-        No puedo irme—cercándose a ella,  Mia se echo hacia atrás nerviosa.  Si Sebastián la tocaba iba a caer en sus encantos seguro que si— Eres tan hermosa, así al natural—Mirándola con descaro de arriba abajo.

-        Por favor,  Sebastián. Vete ahora mismo. No quiero problemas con tu novia. —Dice cada vez mas nerviosa tratando de mirarlo podía sentir sus mejillas arder de la vergüenza y pudor que le causaba tenerlo tan cerca.

-        Ella no esta aquí, estamos solos y deja de decir que es mi novia—Acariciándole el cuello luego se lo beso—No sabes cuanto he deseado hacer esto desde que te vi de nuevo.

-        ¡Por favor! ¡Sebastian no lo hagas!  Yo… —Mordiéndose los labios, él seguía besándola de una manera que la estaba volviendo loca— ¡Detente ahora!

-        No puedo hacerlo, se que tu también lo deseas. No te hagas la difícil conmigo Mia, ya lo hicimos una vez quiero estar contigo de nuevo— Arrastro hasta la cama donde ambos cayeron para besarla con gran pasión que le arrebato el aliento.