Dos jóvenes de la misma clase social, pero con diferentes personalidades. Se verán envueltos en una difícil situación. Ambos serán secuestrados, para beneficios de otros. ¿Qué pasará con ellos? ¿Lograrán salir ilesos luego de pasar un proceso traumático? Los invito a leer
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Capitulo 11
Madolyn miró a Edgar, y negó con la cabeza. Ella no quería ser madre, no lo conocía, y no quería estar con él.
— Es lo más absurdo que es escuchado. Entonces, una de esas tantas mujeres que tenga el hijo de este hombre, porque yo no estoy interesada. Soy modelo, no voy a arruinar mi cuerpo con un bebé.— dijo la joven, con estruendo.
— Son unos verdaderos estúpidos. Entre la señorita y yo no pasará nada.— dijo Edgar.
— Eso dígaselo a nuestro jefe, señor Lewis.— dijo el hombre y cerraron la puerta.
Alondra y Samuel estaban en una habitación en la misma cabaña, acostados. Samuel se presentaría ante los secuestrados, ya que uno de ellos tenía que dar la cara. Alondra todavía no estaba convencida del todo de su maléfico plan. No quería que Edgar estuviera con otra mujer, no importaban las circunstancias. Pero no podía mostrar vulnerabilidad frente a Samuel con sus sentimientos.
— Edgar no la va a tocar. — aseguró Alondra.
— Lo sé. Es incapaz de tocar una mujer sin su consentimiento. Por esa razón, tenemos alternativas. Quiero que se trague sus propias palabras.
— Hacer que él abuse de ella, lo veo imposible.— expresó afligida.
— Nada es imposible, cuando hay métodos. ¿Qué? ¿No quieres que esté con ella? — preguntó Samuel. Él sabía que Alondra se había enamorado de Edgar y con más razón, quería desaparecerlo.
—No seas idiota. Quiero que se embarace, cuanto antes mejor.
Entre las condiciones que puso Alondra para participar en el secuestro, estaba no privarlos de alimentos, de agua, y de estar limpios. Edgar fue muy bueno con ella, le complació todos sus caprichos, lo mínimo que podía hacer por él, era evitar que sus últimos días sean terriblemente atroces. Además, era el padre del heredero que será su hijo.
Samuel tenía una duda flotando en su cabeza, ¿por qué Alondra no se embarazó ella y prefiero a esa modelo? Sin más, quiso preguntar. — ¿por qué no te embarazaste tú?
Alondra se levantó y miró por la ventana. — Porque estuve embarazada, y subí como diez kilos en un mes. Fue horrible, ella se burló de mí.
— ¿Preferiste abortar, que engordar? ¿De quién era?— preguntó estupefacto.
— Era de uno de ustedes, la verdad no lo sé. Por ese maldito aborto, quedé estéril.
En el mismo sitio, pero en otra parte.
Madolyn estaba impaciente, daba vueltas de un lado a otro. Se mordía las uñas y se rascaba la cabeza. “No entiendo, por qué tengo que tener un bebé, por qué con ese hombre. No, definitivamente, no voy a tener un hijo, prefiero morir. Esto es injusto”, pensó angustiada.
Edgar, sentado en el suelo, pegado a la pared, la miraba de reojo. Se preguntaba cuáles de sus familiares estaban involucrados, y por qué la eligieron a ella.
— Señorita, deje de dar vueltas.
Ella se detuvo y lo miró molesta. — Sabes qué, gran imbécil, no puedo estar tan calmada como lo estás tú. Si supuestamente estamos secuestrados, ¿por qué estás tan tranquilo?
— ¿De qué sirve gritar, o alterarme? Ellos no abrirán la puerta. ¿Por qué no te relajas? Te prometo que vamos a salir de aquí.
Madolyn se acomodó en la cama, pero su angustia era recurrente.
— ¿Quién eres? — Preguntó la joven.
— Soy el hombre que te ofreció su lugar en el banco, y después me insultaste en el estacionamiento de mi apartamento. Soy Edgar Lewis. ¿Cuál es tu nombre?
— ¿No sabes quién soy? ¿En qué mundo vives? Mejor dejemos de hablar, que no somos amigos.— expresó con arrogancia y prepotencia.
Samuel sabía que Edgar era un hombre difícil de vencer. Capaz de matar a los hombres que custodiaban el punto y después ir por los responsables del secuestro. Por esa razón tomó ciertas precauciones. Tener a su primo encadenado era lo más conveniente.
Minutos después, se abrió la puerta y dos hombres armados entraron al sótano, junto a ellos una señora que llevaba una bandeja de comida y agua. La mujer dejó la bandeja en el suelo y se retiró.
— Señorita, Parker, ¿podría acercarse a él y disfrutar juntos de su primer desayuno juntos?— dijo uno de los hombres apuntando con su arma.
Madolyn obedeció, se acercó a Edgar y pudo respirar ese exquisito perfume que aún desprendía de su cuerpo.
— Quiero hablar con el jefe.— pidió Edgar.
— Más tarde tendrás esa oportunidad. Disfruten del desayuno. Permiso.
Ellos intentaban probar alimentos, pero desafortunadamente, era imposible pasar comida por sus gargantas.
En la mansión Parker, los padres de Madolyn estaban preocupados. Ella hacía berrinche, pero nunca duraba tanto tiempo sin comunicarse con ellos, tampoco desaparecía como si nada. Algo andaba mal con su hija. Llamaron algunas de las modelos con las que supuestamente se reuniría Madolyn. Pero ninguna sabía nada de ella, y lo peor era que nunca llegó a la celebración del próximo desfile.
Los señores dieron parte a las autoridades. Como en todos los casos, debían esperar 48 horas.
En la mansión Lewis, la mamá de Edgar y sus guardaespaldas estaban angustiados. Más aún, porque encontraron el auto de él, en el estacionamiento del club, en donde se reunió con Maricarmen.
Fueron a la casa de la joven y preguntaron por él, ella le dijo que se despidieron y Edgar se marchó.
— Mi hijo no sale sin avisar, ¿Se comunicaron con Alondra? — preguntó Natalia.
Los guardaespaldas se miraron entre sí, ellos sabían que Edgar había terminado con Alondra. No sabían si su jefe había cambiado de opinión y estaba con ella.
— Señora, hacemos lo imposible para comunicarnos con ella, está de viaje.
— Espero que estén juntos, me estoy empezando a preocupar más de lo que debería. Edgar me dijo que se haría a Canadá, aunque no era un viaje de emergencia.
El día continuó su curso normal.
Madolyn se encontraba en miedo de una crisis de nervios. Tenía los ojos hinchados de llorar, no podía creer que estaba secuestrada. Ella siempre fue una joven con libertad de hacer lo que quisiera, llena de lujos y comodidades. Reducir sus radiantes días a estar encerrada como un animal, jamás pasó por su mente.