La Rosa Del Idol

Ambiente musical:(Coincidir- Macaco)

El tour el día de hoy me mostró otra cara de la cuidad, un gran contraste con el día anterior. Pasaríamos de mercados tradicionales a grandes centros comerciales en Gangnam. ¿Dónde quedo el bosque encantado? Me pregunto después de pasar por algunos lugares que parecen más bien una jungla urbana.

De los primeros, Myeongdong se quedó grabado en mi mente, un laberinto de calles que tienen todo tipo de tiendas y restaurantes, pero sobre todo hay docenas de tiendas dedicadas a la belleza, cremas, mascarillas y cosméticos coreanos, que según, sirven para todo. Pareciera que las envolturas con ilustraciones de pandas adorables comiendo bambú que se venden como si no costaran nada, escondieran la fuente de la eterna juventud. Hay demasiados negocios juntos, la gente no cabe, hay locales y turistas comprando el mismo pescado, o el mismo labial en la avenida, los establecimientos tienen grandes carteles iluminados con una mezcla de palabras en inglés sin relación ni sentido, para atraer a los viajeros. No soy mucho de los mercados de pulgas, ni de las grandes conglomeraciones, y la mezcla de sonidos y olores me deja un poco fatigada, pero mi querida compañera de aventura no deja de comparar Souvenirs y yo no salgo ni con el almuerzo, intentamos comer en un puesto de comida callejera y la una señora que pasaba junto a nosotras tumbó mi pincho y mis ganas de seguir ahí.

No voy a mentir, hasta el aire se siente un poco viciado a media mañana en un lugar como este, y el ajetreo incesante de la gente no me dejó relajarme ni un poco.

Por otro lado, al sur del río Han, está Gangnam, poner un pie en este distrito es una cachetada al glamour moderno y la ostentosidad, mucha gente no, demasiada gente bella, pero no muy natural que digamos, mujeres a lo Olivia de Popeye, caminando con su mejores bolsos y zapatos de marca, parece que se van a salir volando cuando una brisa las empuja. Nada que ver con mi estilo “orgánico” digamos, niego con la cabeza, y me descubro a mí misma un poco de mal humor, no sé si estoy sobre pensando las cosas, es un hábito arraigado y difícil de quitar cuando no entiendo muy bien las cosas, supongo.

- Amiga ¿dónde dejaste la emoción de ayer? ¿Por fin te cansaste y quieres ir a dormir? - Dice Sofy sarcástica al darse cuenta.

Suspiro y le hago un puchero con los labios cuando suelto rápido el aire.

- Tengo hambre.

Mientras el grupo camina por K-Star Road y se toma fotos con el monumento de Oppa Gangnam Style, Sofy y yo entramos rápidamente a un bar-café.

- Se me quitó el hambre – Exclamo rápido en español, cuando veo los precios en el menú del lugar, una barbaridad - Nadie en su sano juicio pagaría 10 dólares por un café frío.

- Rosita, pero yo te lo regalo.

- ¡Que no, ya te dije! agrego obstinada saliendo del lugar- ni que Juan Valdez viniera y te lo sirviera en persona.

- Prefieres estar sin comer y de mal humor todo el día? ¿Qué pasó con aquello del lenguaje universal de una sonrisa?

Yo le muestro los dientes de mala gana y seguimos con el grupo, pero trato de cambiar mi actitud, nadie tiene la culpa de que yo no haya comido. No voy a mentir, el lugar es precioso, súper limpio y ordenado, y una cosa me encantó al mirar esta parte de la cuidad, tienen mil propagandas y anuncios de idols del k-pop. Mi corazón explota cuando en un rascacielos veo la cara de mis amados BTS, así vuelven los gritos agudos y los brinquitos de emoción.

- Ahora si se te fue el hambre – Dice Sofia mirándome y luego a la guía para preguntarle - ¿De qué trata ese anuncio? – Le pregunta señalando la enorme propaganda en el edificio.

- Tienen un concierto pasado mañana en el Estadio Olímpico, esos chicos son increíbles, los boletos se les agotaron desde la preventa hace meses.

- No me digas que estoy en la misma ciudad y en el mismo momento que BTS – Hiperventilo.

- Veo que tenemos una ARMY entusiasta.

- Más que eso – Agrega Sofía mientras yo fotografío la publicidad y le muestro a los compañeros el llavero de Kookie de BT21 que llevo en el cierre del bolso bandolero.

A partir de ese momento, soy una persona feliz. Incluso agarrar el metro para llegar a Starfield Coex Mall, se me hizo un sueño, el metro es una locura, en relación al número excesivo de estaciones, pero también en relación a la civilidad de sus habitantes, y a la cantidad de comercios de todo tipo que hay en las estaciones subterráneas. Ni hablar de la biblioteca de Starfield, que parece un sueño vuelto realidad, ahí si me tomé el café más delicioso del mundo, mientras nos hablaban del lugar.

Ambiente musical:(Hall of Fame - The Script ft. Will.i.am/ Unstoppable - Sia)

- Creo que me pueden dejar a vivir aquí –Suspiro

- Esa es la Rosa que yo conozco, médico de oficio y ratón de biblioteca de vocación.

- ¿Ah eres doctora? - Pregunta un señor mayor con el que viajamos, creo que es de Europa, pero no estoy segura, no hemos hablado casi nada personal con los compañeros del tour. Y, sin embargo, ya me están pidiendo un diagnóstico para su dolor lumbar y mareos.

- Te odio demasiado – Le susurro a Sofy, ella sabe que no me gusta tratar a adultos, además de que la idea era ser personas diferentes en este viaje.

-  La venganza por tu mal humor de hoy – Responde mientras camina hacia la salida con los demás.

Alguien me dijo una vez “Lo único que no podemos fingir es lo que no sabemos” y yo creí que podía fingir ser otra persona en este lugar, pero, aunque uno quiera ocultar quien es, la verdad sale a flote siempre y la vida te pone circunstancias para que esta se muestre. Así pues, cuando salimos del centro comercial ya entrada la noche y caminamos por Teheran-ro en busca de nuestro transporte, vemos a unas personas reunidas alrededor de un muchacho tirado en el suelo, esta todo vestido de negro y usa mascarilla facial negra también. No tengo idea de que dicen, pero alguien agachado junto a él grita.

- No respira, llamen a emergencias.

- Ella es doctora – Dice el viejo al que acababa de ayudar y me empuja al suelo junto al paciente.

Yo no quiero atender a nadie, no soy médico de este país, Sofy me hace señas para que reaccione, pero unos hombres en traje que estan alrededor no la dejan pasar. Me agacho junto al hombre que pidió ayuda y este se aparta muy poco, es obvio que no sabe que hacer, pero no se quita.

Me acerco y en el suelo pongo mi oído en el pecho del muchacho, tiene la frecuencia cardiaca débil y rápida, pienso, me muevo hacia su cara y le quito la mascarilla inmediatamente, ahora acerco mi oído a su nariz para escuchar su respiración y está muy superficial, me parece que tiene edema facial y cervical con eritema, hará una parada cardio respiratoria si no encuentro la causa rápidamente.

- Dígame la hora y que estaba haciendo este hombre exactamente. El hombre no me entiende y otro se acerca para hacer de intérprete. Parece que optó por una mezcla de comida embutida y maní. No pierdo más el tiempo e inicio maniobras de RCP básico, contra todo mi buen juicio le doy dos bocanas boca a boca y continuo con masaje cardiaco.

- ¿Sofia tienes la epinefrina encima? – Grito. Pero no la dejan pasar. – Quítese le grito al hombre de traje, ella también es médico – Ninguno se mueve.

- Voltea Rosa – Giro y ella me lanza una inyectadora precargada que usa para su alergia, el hombre de negro a mi lado la ataja y no me entrega.

- Es medicina, si no me la da se puede morir- Le grito, no se si es mi cara de desesperación o la amenaza de muerte inminente, pero me la da. Le quito la tapa e inyecto el contenido completo de la jeringa en el muslo para continuar con las compresiones y la ventilación. Me estoy cansando y solo puedo pensar, en cómo fue que me metí en este problema. Menos de 2 eternos minutos después llega una ambulancia.

Con ayuda del traductor les pido un tubo endotraqueal y una vez asegurada la vía área, quiero entregarles la bolsa autoinflable para presentarles el caso, pero no la aceptan, más bien me piden que los acompañe a entregar al paciente en el hospital más cercano. No es la primera vez que me pasa esta situación, siempre es estresante, pero imagínense estar en una ambulancia donde nadie habla el mismo idioma que uno. En el corto trayecto hacia el hospital me pregunto ¿Quién es ese hombre de traje que no se separa del muchacho? ¿Será su familiar? Parece un oficinista boxeador, ¿quién es este muchacho? ¿será algún deportista, artista o un empresario? Su cara esta hinchada. Me concentro en los signos vitales del paciente, que están más regulares y fuertes.

Hablo con el médico de la emergencia de un posible shock anafiláctico e indico el tiempo de la reanimación y la dosis de adrenalina que cumplí, menos mal que el inglés instrumental médico es sencillo.

El hombre de negro le entrega la jeringa vacía al médico, me da la impresión que no confía en mí y solo quería confirmar que no le inyecté nada malo. Cuando por fin me dejan salir del cuarto aislado en el que lo pusieron, un grupo de muchachos altos con mascarilla corre por el pasillo hacia la habitación que acabo de dejar atrás. Puede ser un deportista y esos son los miembros de su equipo. Me paro afuera de la emergencia del hospital y veo el cielo oscuro.

- ¿Y ahora cómo rayos salgo ahora de aquí? – No tengo como comunicarme y estoy segurísima que estoy re-lejos del hotel. Alguien que sale de la emergencia dice en mi dirección.

- 실례합니다, 당신이 한 일에 감사드립니다 (Disculpe, gracias por lo que hizo) – Se inclina un joven con gorra y mascarilla, mucho más alto que yo, es muy delgado y por alguna razón su voz profunda y enérgica se me hace familiar.

- Lo siento, no entiendo- niego con la cabeza. Pero por sus gestos parece que me agradece y lo confirmo por sus palabras sueltas en inglés, luce como un muchachito.

- ¿Podrías decirme como llegar a este lugar? - Le muestro la dirección en el celular. Él se encoge de hombros y llama a un hombre vestido de traje negro que estaba detrás de la puerta y no había visto. Le dice algunas cosas, le entrega un sobre pequeño y el señor me guía hacia una camioneta, volteo a ver al joven que se despide animado agitando el brazo. No es como si me faltara un tornillo y me montara en carros de desconocidos, pero

el señor me preguntó la dirección y me mostró el GPS, en el camino no emite ni una palabra y yo menos, ya cerca del hotel me entrega el sobre que le dieron. Trato de devolvérselo, pero no hubo manera.

- Por fin regresaste, no sabía cómo ibas a volver, todo el tiempo te metes en estos alborotos, ¿Cómo quedó el paciente, sabes que intubaste en 2 segundos? Eres lo máximo – Habla Sofy preocupada y orgullosa al mismo tiempo cuando entro a la habitación.

- Él bien, pero yo definitivamente debo estar mal de la cabeza- Le contesto mientras dejo el sobre y el bolso en la mesa, me acuesto en la cama y me arropo como un tamal; aunque ya me bajó la adrenalina, de verdad que me siento poderosa y abrumada.

- ¿Rosa que es esto, un sobre rojo como en las novelas? - Pregunta extrañada. Yo asomo la cabeza entre la sábana y la veo sacar del sobrecito un cartón, frunzo el ceño por su expresión. - Amiga ahora si que el universo te retribuye por todo lo bueno que has hecho – voltea el cartoncito y me lo muestra. Es una entrada al concierto de BTS con pase al backstage.