El Dragón Del Príncipe PROMESA Y DESTINO

—¿Me podrías ayudar a resolver una duda?— la voz de Melly interrumpió el silencio que por un largo rato había reinado entre los dos, sin embargo, Woden no respondió, y sólo se limitó a observarla, por lo que ella decidió continuar —Tú… ¿De verdad odias a tu tío?.. ¿Es porque es un semidemonio?

—¿A qué viene la pregunta?— la respuesta de Woden tenía un tono neutro, aquellas preguntas ni le sorprendían, ni le ofendían, por el contrarío, era extraño que no se las hicieran más seguido.

Y ya que no era la primera vez que Woden escuchaba una duda como esa; pues en su momento su madre y sus hermanos, llenos de infinita compasión por el que podría ser el más poderoso de todos ellos, a parte de su padre, lo habían confrontado con dudas similares, todos excepto Libelle y el mismo Lugus; y hasta ese entonces Woden no le había visto el caso a tener que explicarse, en todo caso, sólo su tío necesitaba saber la verdad, pero a él en realidad no parecía interesarle o afectarle su mala actitud, por el contrario, su tío aparentemente disfrutaba de consentirlo un poco más, como si ese demonio conociera la verdad, por lo que de alguna forma hacía que eso dejara de ser su propia carga, para que como siempre, su tío la tomara. Por lo que se preguntó si valdría la pena tratar de explicarse por primera vez, y así quizás aligerar el peso que su tío llevaba.

—Puedo ver tu preocupación por el señor Lugus— Melly sabía muy bien de lo que estaba hablando, ella lo había visto en sus hermanos y su padre, después de la muerte de su madre; ellos eran los adultos a cargo, y todos parecían tratar de actuar lo más normal posible, incluso parecían indiferentes ante la reciente perdida, pero entonces estaban esos pequeños gestos de dolor compartido, esos actos de servicio casi imperceptibles, pero que al final terminaban brindando consuelo a todos; porque aligeraban la carga de tener que continuar funcionando en la vida mundana —Sin embargo, me confunde la forma en la que actúas frente a él,  siempre estas oscilando entre la indiferencia y el desprecio…

—La verdad— Woden tomó aire pesadamente, tenía tanto tiempo que había asumido este rol, que hablar con la verdad se sentía ajeno a él —No lo odio— y dejando escapar el aire en una especie de suspiro forzado admitió —Yo en realidad lo envidio mucho, y lo admiro todavía más…

—¿Cómo..?— decirse sorprendida para Melly era poco, había esperado todo tipo de excusas, pero nunca imagino lo que acababa de escuchar.

—¿Sabías que para los demonios mi tío ni siquiera se puede considerar un adulto?— preguntó Woden, a lo que Melly se limitó a asentir, esperando que él continuara —Pero de todas formas fue él quien se hizo cargo de la seguridad de todo el clan, mientras mi padre tuvo que descender al infierno, los últimos nueve años, mi tío dejó de ser el joven travieso que conocí en mi infancia, para representar su mejor interpretación de un adulto, a pesar de que él siempre dijo que detestaba las responsabilidades— Woden tuvo que tomar aire y abrir y cerrar sus puños que sin darse cuenta ya tenía demasiado apretados, entonces notó la mirada intensa de su interlocutora por lo que decidió continuar —Mi tío, el gran Taranis Lugus, posee muchos dones… y él que más envidio es su habilidad como devorador, ni si quiera mi padre puede hacer eso…

—¿Qué es esa habilidad?— Melly ya la había escuchado mencionar, pero no comprendía muy bien cómo funcionaba, sólo sabía que era exclusiva del Rey del Infierno y de Lugus.

—Mi tío no sólo puede comer todo tipo de sentimientos negativos de la gente, en el proceso, si el lo desea, puede purificar a las personas de las que se alimenta, y él siempre lo hace, sin dañar a sus presas, incluso puede llevarse el dolor físico de los que el llama sus “victimas”— entonces agacho la cabeza resignado, dejando ver no sólo su cansancio, sino su impotencia —¿Sabías que para que un demonio no dañe a su presa, el daño lo debe soportar él mismo?.. Yo lo descubrí hace un tiempo, cuando Aisha desapareció, busqué desesperado junto a todos mis hermanos una forma de encontrarla, entonces tomé los libros demoníacos de mi tío, sin que él se diera cuenta… En varios de ellos decía claramente que ser un devorador más que un don, es una maldición que destruye a su presa, al menos que él tome el daño para si mismo, algo que ningún libro recomendaba hacer… Fue cuando comprendí la carga tan pesada que somos para mi tío y lo doloroso que le ha sido amarnos…

—Entonces… supongo que tú pensaste que si lo alejas de ti, él dejaría de amarte, y por lo tanto ya no serás una carga— la vergüenza de Woden mostraba que Melly tenía razón —¿Y qué tal te ha funcionado?

—Nada bien… al final creo que me volví un lastre más pesado, pero hasta ahora no he sabido cómo parar…— admitió un Woden derrotado —He interpretado tan bien mi papel que no sé cómo dejarlo de hacer, hasta para eso he resultado ser muy débil.

—¡Pero tú también tienes dones! He visto como te esfuerzas para mantener las cosas a flote entre el mundo humano y nuestro pequeño lugar, tú, sin duda eres de gran ayuda...

Eso... si lo ves en perspectiva, es prácticamente nada... ¿Has visto su poder? Ninguna Bruja o Brujo puede siquiera soñar igualarlo... Si no fuera por él, mi clan ya se hubiera extinguido... Y no importa cuanto me esfuerce, yo nunca podre llegarle ni a los talones, sin mencionar que, irónicamente, él es la mejor persona que he conocido... Y justo ahora, mi tío es quien lleva una vez más el dolor de esta familia sobre sus hombros, y ninguno de nosotros puede ayudarlo a verdaderamente aligerar ese peso, nunca podremos regresarle ni una pizca de todo lo que él nos ha dado...